La Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió una recomendación contra las autoridades de Yucatán, en la que reconoce que la policía municipal de Mérida efectuó una retención ilegal, probable tortura sexual y tortura en contra del joven, lo que tuvo “como consecuencia su muerte”
Texto: Redacción
Foto: Claudia Arriaga/Archivo
CIUDAD DE MÉXICO.- El 21 de julio de 2021, elementos de la policía municipal de Mérida, Yucatán, detuvieron a José Eduardo Ravelo cuando caminaba por calles del Centro Histórico. El joven fue detenido sin ninguna razón o motivo; los policías lo trasladaron a las instalaciones de la comandancia policial y ahí lo torturaron. Las lesiones que sufrió derivaron en su muerte, concluye la investigación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que este 7 de enero emitió la recomendación 50 VG/2022 contra autoridades de Yucatán por violaciones graves a los derechos humanos.
“La CNDH contó con elementos suficientes para acreditar violaciones graves a derechos humanos a la vida, libertad e integridad personal y seguridad jurídica, con motivo de la retención ilegal y uso excesivo de la fuerza que derivó en tortura y como consecuencia la privación de la vida de la víctima, imputables a autoridades del estado de Yucatán y del municipio de Mérida», dice el documento.
La recomendación hace alusión a una opinión de medicina forense con fecha del 6 de octubre de 2021, en la que se determinó que la víctima «perdió la vida por un trauma de tórax cerrado y por una contusión pulmonar bilateral severa».
También documentó, de manera forense, que el joven fue víctima de agresión sexual por parte de los uniformados.
Estas lesiones ocurrieron durante su detención. También hay declaraciones de al menos un testigo que presenció tratos crueles y violencia física contra José Eduardo al interior de las instalaciones de a policía municipal.
La CNDH recomendó a la fiscalía de Yucatán que: “continúe con la investigación del homicidio y el probable abuso sexual cometido en agravio del joven, debiendo practicar todas las diligencias necesarias para determinar la probable responsabilidad penal de las personas servidoras públicas que, en el ejercicio de sus funciones, las ejecutaron; así como de aquellas que las autorizaron y/o toleraron la consumación de dichas conductas delictivas y, en su momento, se judicialicen las indagatorias respectivas para que el juzgado de control del conocimiento determine lo que conforme a derecho corresponda”.
El caso de José Eduardo, quien tenía 23 años cuando murió por la tortura cometida contra él, fue narrada por el periodistas Hérbeth Escalante para Pie de Página.
“José Eduardo, de 23 años de edad, fue detenido arbitrariamente el pasado 21 de julio en el barrio de San Juan en el Centro Histórico por agentes de la Policía de Mérida. Lo detuvieron supuestamente porque era una “persona que se veía sospechosa”. Los uniformados lo subieron a la patrulla, lo golpearon, torturaron y violaron; así lo reveló él mismo antes de morir.
“José Eduardo tenía cuatro meses viviendo en Mérida. Oriundo de Isla, Veracruz, había decidido cambiar de residencia porque unos amigos suyos le dijeron que Mérida era un lugar tranquilo, seguro, con pocos o nulos índices de delincuencia. A diferencia de Isla, donde la delincuencia organizada suele asediar a los jóvenes. El día que fue detenido de forma arbitraria, violado y encarcelado, iba a dejar solicitudes de empleo.
“Después de ser liberado, el joven llamó por teléfono a su madre; le narró lo ocurrido y le pidió ayuda. La mujer juntó algo de dinero y viajó de Veracruz –de donde es originaria- a Mérida. La señora llegó a Mérida el día 24; encontró a su hijo en el cuarto que él rentaba en grave estado: escupía sangre, y no podía moverse ni levantarse de la cama”.
“De inmediato llevó a su hijo al Hospital O´Horán. Lo que sigue, narraría más tarde la madre, fue un episodio de probable negligencia y discriminación.
“El joven explicó al médico: «me violaron unos policías». Y el médico de instancia no le creyó: «¿Cómo que te violaron policías?¿No será que eres gay?», cuestionó. El chavo respondió: «no, no soy gay».
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