Club zero, de Jessica Hausner, sirve para reflexionar, sobre el impacto que tienen ciertos comentarios sobre los jóvenes que son los que los impulsan a atentar contra su salud con tal de alcanzar un ideal así como sobre los valores que se le están transmitiendo a las generaciones, que satanizan nuestro derecho al goce
Texto: Andi Pastrana
Foto: Tomada del trailer oficial
CIUDAD DE MÉXICO. – Club zero es una cinta de la directora austriaca Jessica Hausner que para muchas personas puede caer en lo incómodo, combinando lo sátiro con lo perturbador. Relata una historia dentro de una escuela privada de élite, en la cual se incorpora una nueva asignatura a petición de los padres: alimentación consciente. En esta, se busca enseñar a los jóvenes a cuestionar lo que comen así como la forma en que lo hacen, instruyéndolos con técnicas y ejercicios para modificar su manera de alimentarse.
Inicialmente, a esta clase de inscriben siete jóvenes. Cada uno por razones diferentes, desde el mero interés por una calificación hasta el cuidado personal o ambiental; por un lado, piensan en el mejoramiento de su salud y en incrementar su desempeño en sus distintas actividades, por otro, piensan en lo necesario que es cuestionar nuestro consumo principalmente ante la crisis climática y económica del mundo.
Su guía es la Señorita Novak, quien recién empieza trabajando dentro de esta institución y se dedica a la difusión sobre esta forma de repensar la alimentación, así como a vender un té para ayunar, patentado por ella.
Conforme avanza la historia la relación entre la maestra y los alumnos se va desarrollando haciéndonos entender poco a poco el contexto de cada quién, así como las razones por las que realmente están ahí.
Es un filme que nos permite analizar distintos problemas de la sociedad actual -desde las juventudes hasta los adultos- tomando como base la alimentación.
Lo que plantea la profesora es que nuestra forma de comer se ha visto directamente afectada por los medios de producción de hoy en día; que estos alteran desde la mentalidad con la que comemos hasta los productos que nos llegan a la mesa. En gran parte, tiene razón.
Nuestro estilo de vida tan automatizado, principalmente en las ciudades, ha provocado que perdamos esa sensibilidad en nuestras acciones. Muchas veces comemos por rutina sin realmente saborear o disfrutar los alimentos; ingerimos por estrés, por antojo, porque sabemos que debemos hacerlo aunque tal vez no tengamos hambre, por quedar bien con alguien o por gula, son muchos los motivos por los que podemos comer además de la base de supervivencia de todo ser vivo. Por otro lado, nuestros hábitos son un reflejo de cómo estamos mental y emocionalmente.
Además, tenemos tantos productos al alcance que estas actividades rutinarias e inconscientes se han vuelto muy comunes; el consumo es alcanzable en la calle, la escuela, el trabajo, en el entretenimiento y prácticamente en cualquier lugar aparte del hogar. Sumado a esto, es una realidad que lo que se nos vende como alimento está cada vez más tratado y procesado, con químicos que son perjudiciales para la salud pero que están muy normalizados en la industria alimenticia.
Esta producción tan violenta y masiva es perjudicial para nosotros como para el ambiente en el que vivimos. No solo nos enferman por lo que contienen sino también por el daño ecológico que provocan.
Entonces, lo que predica Novak tiene cierta razón. Es necesario que comencemos a analizar nuestras formas de consumo, sobre todo cuando estamos viviendo una crisis tanto ecológica como sanitaria a nivel mundial que para ser combatida es necesario empezar por nuestras acciones cotidianas.
Sin embargo, el problema está cuando esta idea se lleva al extremo, haciendo creer a la gente que la entera culpa está en los individuos.
La película puede ser vista como una crítica a la voracidad del capitalismo, demostrando una parte de las consecuencias que este tiene sobre los consumidores así como lo complejo que es salir de estos esquemas y la culpa que nos hace sentir como población por formar parte de él.
Sí tenemos una responsabilidad como consumidores, pues dependiendo de lo que compremos es lo que se fabricará en mayor o menor medida; asimismo, esta responsabilidad también se ve en los desechos que generamos, que son igual un gran tema. Pero no podemos cargar con todo el peso deslindando a las empresas que son quienes producen masivamente dejándonos sin más opción que comprar lo que nos enferma. La única manera de no consumir es no viviendo. Hay que quitarnos un poco de esa carga moral para poder disfrutar de la vida, siempre conscientes y tratando de modificar ciertas conductas en nuestro día a día, pero a su vez entendiendo que el mayor problema son quienes producen, quienes agotan los recursos con total impunidad y que invaden los mercados y nuestra economía sin dejarnos otra opción de vida accesible. Es a ellos a quienes hay que criminalizar.
El dilema es que Novak pone todo este peso a los consumidores y la solución de alimentación consciente que propone, solo generaría un cambio si una buena parte de la población mundial viviera bajo este régimen.
Conforme avanza la trama esta materia va llevando a los alumnos a un estilo de vida cada vez más estricto, el cual gira en torno a la comida casi completamente. Algunos se salen pero otros persisten, pues ven a su maestra como una mentora a quien deben seguir con fidelidad, sin importar lo que su entorno pueda comentar.
Se forma un vínculo muy fuerte entre profesora y estudiantes que en un inicio es algo alentador para los jóvenes, quienes han encontrado en pilar de apoyo, pero con el desarrollo de la historia esta relación se convierte en algo peligroso.
Los alumnos no admiran a la maestra únicamente por lo que les enseña en sí, sino por la forma en que lo hace. Ella sabe que su discurso puede ser cuestionado ya que no está fundamentado por ninguna base científica, por lo que convence a la gente a base de manipulación
El tema de la comida es una gran inseguridad para muchas personas, pues vivimos rodeados de prejuicios sobre lo que es un cuerpo sano o bonito, midiendo bajo un estándar que busca homogeneizar las diversas corporalidades. No alcanzar estos ideales estéticos puede generar un rechazo al que muchas personas temen. Por otra parte, se piensa que cierta alimentación, por lo general restrictiva, es la clave para una vida plena y saludable; si bien es parte fundamental, no lo es todo. Cuando se trata de salud se ven implicados múltiples factores además de la forma de comer que ni Novak ni sus estudiantes consideran.
Son estas inseguridades las que la profesora utiliza para poner a los jóvenes de su lado. Les hace creer que la única forma de lidiar con sus inquietudes como sus cuerpos, su desempeño deportivo o su preocupación por la crisis ambiental es seguir sus instrucciones al pie de la letra. Para que la sigan los manipula a base de culpa, al igual que ciertas instituciones lo hacen en nuestra actualidad.
Es por ello que los adolescentes no dudan en llevar al extremo las medidas de su maestra, quien ha logrado ser seguida con una fidelidad incuestionable.
También, el filme demuestra la importancia de atender y escuchar a los jóvenes, siempre con completa atención a cualquier cambio en su actitud.
Novak llegó a la escuela por recomendación de uno de los padres, por lo que en un principio sus enseñanzas fueron alabadas, por lo que permitieron que esa clase permaneciera, dando fuerza a la maestra para manejar a los chicos a su conveniencia.
La principal razón por la que la situación escala a mayores niveles, es por la lenta reacción de los adultos y por los valores que estos le transmiten a sus hijos. Los responsables de la integridad de los menores de edad no actuaron cuando vieron que estos comían cada vez menos.
Son ellos quienes le dan libertad de hacer con sus hijos lo que desee y dan la oportunidad a los jóvenes de fomentar cualquier conducta aunque esta ponga su vida en peligro. Algunos, porque concuerdan con las ideas de que los chicos deben hacer lo que sea para bajar de peso, otros, por falta de comunicación o convivencia con su hijo; al final el resultado es el mismo, propician que los chicos sean abusados psicológicamente y caigan ante tentaciones que los ponen en riesgo.
Por ese motivo es necesario que se hable más de estos temas y de lo peligroso que es no tratar estas inseguridades.
Club zero sirve para reflexionar, por un lado, sobre el impacto que tienen ciertos comentarios sobre los jóvenes que son los que los impulsan a atentar contra su salud con tal de alcanzar un ideal así como sobre los valores que se le están transmitiendo a las generaciones, que satanizan nuestro derecho al goce.
A su vez, sí nos puede hacer cuestionar nuestra relación con la comida y nuestras maneras de consumir, pero recordando que todo exceso es malo y que si bien nuestro consumo sí afecta en cierta medida el rumbo de nuestro mundo y sociedad, merecemos disfrutar.
Club zero está disponible en la Cineteca Nacional.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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