La Ciudad de México no es una, son muchas ciudades. Tampoco es democrática, igualitaria, o justa. Lo que la hace funcional es la capacidad de sus habitantes de salir adelante a pesar de no tener garantías o algún tipo de seguridad, esto es lo que reflexiona el cronista de la capital Juan Manuel Servín
Texto: María Ruiz
Fotos: María Ruiz y Duilio Rodríguez
La Ciudad de México es de grandes polaridades, de grandes contradicciones, pese al continuo estado de crisis en el que viven sus habitantes, no de ahorita, desde sus inicios, pero la gente se mueve.
Esa es la postura del escritor y periodista mexicano Juan Manuel Servín, quien asegura que el gobierno no está ni ha estado nunca a la altura de las necesidades de quienes habitan la Ciudad de México. Quienes la mueven son los chilangos, los ciudadanos de esta incesante urbe, ellos y su esfuerzo, hacen de la capital un lugar habitable:
“Las cosas funcionan gracias a esta capacidad espartana del capitalino por salir adelante” cuenta Servín.
Para el cronista lo que ha cambiado es la sociedad, no la ciudad:
“Esta sociedad ha cambiado y no gracias a los políticos, gracias a una gran capacidad de adaptación y resistencia de la ciudadanía que contra viento y marea modifican su entorno para bien. Esos son los cambios más importantes en una ciudad que sigue siendo muy injusta y que es perversa, que está mal administrada, con niveles de corrupción alarmantes y con un aparato judicial que no sirve para proteger al ciudadano sino que al contrario lo extorsiona, lo intimida y abusa de él”, menciona el autor.
Los casos más recientes de abuso policíaco y crimen son las violaciones a adolescentes denunciadas durante la semana pasada. El primero fue el de los patrulleros que violaron a una adolescente en la delegación Azcapotzalco, días después otra adolescente denunció la violación de un policía en el Museo Archivo de Fotografía.
En la Ciudad de México las denuncias por violación desde enero aumentaron al igual que las de homicidio y de robo a pasajeros dentro del metro, según datos dela Fiscalía, en los últimos meses se denunciaron en redes asaltos a restaurantes y varias balaceras en bares, restaurantes, calles de la Roma-Condesa e incluso un asesinato del que se desconoce el autor de una alumna del CCH dentro del salón de clases.
Servín ve a la capital como una ciudad negra, con un abolengo delincuencial gigantesco, tanto que el crimen y la corrupción son endémicos. En su libro D. F. Confidencial, crónicas de delincuentes, vagos y demás gente sin futuro, también menciona la oscuridad de la capital:
“Para nuestros políticos mediocres y cierta clase media favorecida, el D.F. puede ser el ombligo del mundo, para mi, es la capital de la mendicidad y el robo”, escribió.
Es inamovible en Servín la falta de fe en los políticos:
“Ni Claudia Sheinbaum ni los que estuvieron antes de ella han sido capaces de ofrecernos una ciudad digna, segura, habitable. La ciudad está llena de depredadores; vivimos aquí como gacelas, como cebras, como ñus, al tiro todo el tiempo porque te puede salir una hiena, un león, un chingo de depredadores por todas partes».
¿La razón?
“Es parte de una idiosincrasia nacional que se fortaleció durante 71 años de gobierno priísta y que los gobiernos que lo sucedieron lo único que han hecho es seguir con esta bonita tradición de chingarse a los que menos tienen”, denuncia el escritor.
J. M. Servín es periodista y editor. Coordina la editorial de periodismo narrativo El salario del miedo. Además de D.F. Confidencial, es autor de Cuartos para gente sola, Revólver de ojos amarillos, Periodismo Charter, Por amor al dólar y Del duro oficio de vivir, beber y escribir desde el caos.
Servín es un narrador de la Ciudad de México, la ha recorrido y recorre constantemente, la conoce y deja en claro que no es una ciudad, son muchas, que es inabarcable y se puede llevar toda una vida en recorrerla, por ello remarca que se vuelve un gran error pensar que solo es la Roma o la Condesa. No es ingenuo, sabe que esta creencia de la mayoría de la gente está relacionada con la publicidad y el consumo:
«Toda esta cosmovisión que tiene que ver con la publicidad, con el comercio, con el consumo y una visión de los artistas concentrados en ciertas colonias, hace parecer que la Ciudad de México es un monstruo homogéneo, una megalópolis homogénea y eso no es verdad. Es muy distinto vivir en el centro que en Iztapalapa o Tláhuac”, explica el cronista.
El libro D.F. Confidencial comienza con una advertencia: “algunos de los lugares y personajes que aparecen en esta edición ya no existen. No resistieron a la gentrificación y a la desmemoria”, pensando en eso, Pie de Página le pregunta al autor:
— ¿Qué papel tiene la gentrificación en la desigualdad?
— La gentrificación es una versión sofisticada del apartheid. Es una de las grandes estrategias de exclusión que ha desarrollado el gobierno de la Ciudad de México con el pulpo de la especulación inmobiliaria; uno de los grandes daños que padece esta ciudad, que es irreversible, que incrementó polaridades sociales, injusticias, encarecimiento de rentas, que está diluyendo el sentido de identidad de barrios y aunque parezca paradójico, también aumentó la delincuencia.
Servín habla de los habitantes como la resistencia, de su ejemplo cotidiano como el engranaje que hace que esta ciudad funcione a pesar de que no les rinde ni da lo que requieren, el empleo es precario, poco y el transporte es peligroso y disfuncional. Lo ejemplifica así:
“Basta con salir a la calle para ver cómo cualquier ciudadano resiste a las inequidades, a las arbitrariedades, a los pésimos servicios públicos que te ofrece el gobierno de la ciudad y que tienes que usar para poder ser funcional y cumplir con tu día. Esto son grandes pruebas de resistencia”
Según el índice mundial de TomTom del 2018, la Ciudad de México es la novena con más tráfico en el mundo con dos picos de congestión, uno por la mañana y otro por la tarde. Al día, los mexicanos pasan un promedio de 88 minutos en el transporte público según el Reporte Global sobre el uso del transporte público en las ciudades del 2016 de Moovit.
Un síntoma son las asociaciones comunitarias, que cada vez son más y que encuentran la manera de organizarse menciona Servín y también recuerda que esta búsqueda de derechos muchas veces es usado por las personas con poder e intereses económicos:
“Es obvio que México y la ciudad, por intereses incluso comerciales, se ha globalizado y se ha tenido que cuadrar ante las exigencias de países y ciudades de vanguardia para poder comercializar el potencial que tiene esta ciudad, simple y sencillamente por los millones de habitantes que vivimos aquí; a final de cuentas estos avances sociales, culturales, etc., tienen un trasfondo económico fuertísimo que no precisamente nos habla de la economía o la bonanzza de esta ciudad sino de una capacidad de explotación de los recursos ilimitados del capital humano que tiene una ciudad como la Ciudad de México.”
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