Fina Herrera está enferma. Se contagió de covid-19 y se encuentra grave. La cuidan sus tres hijos: Viridiana, Viviana, y Leobardo, y las Rastreadoras de El Fuerte, una colectiva conformada por más de 600 familias con personas desaparecidas en el norte de Sinaloa, al noroeste de México
Texto y fotos: Por Marcos Vizcarra*/A dónde van los desaparecidos
CULIACÁN, SINALOA.- Apenas el 16 de mayo Fina recordaba que a su hermano Luis Reynaldo Herrera Ruiz, le gustaba la canción “Cuando me dejes de amar”, ésa de Los Ángeles de Terán que cantaron juntos la Navidad de 2015, cuatro semanas antes de que un grupo de policías municipales de Ahome lo capturara al salir de su casa en Los Mochis y lo desapareciera. Ese día, para Fina empezó la agonía, “una peor que el coronavirus”, decía la última vez que salió a buscarlo en fosas clandestinas, durante la contingencia sanitaria.
“Vives en una agonía, más cuando recién se lo llevan estás pensando si lo estarán golpeando, lo amputarían, le meterán la cabeza en una cubeta con agua, tendrá hambre, tendrá frío, qué estarán haciendo con él, lo tendrán amarrado, golpeado”, comentó en una entrevista la tarde del 16 de mayo, sentada debajo de un árbol en campo abierto, a mitad de una búsqueda de cuerpos enterrados, junto a sus compañeras de la colectiva Rastreadoras de El Fuerte.
“Es una agonía… vamos a hablarlo así, es una agonía, peor que si tuviera el coronavirus, peor yo creo. Porque es algo que te pica el corazón, te destroza el corazón en millones de pedacitos chiquitos. Por momentos yo me siento así, y sé que he caído en depresión, y para eso están mis hermanas”. Dijo la mujer de 58 años. A pesar de los riesgos por la pandemia era movida por la angustia del paso de los días sin que nadie busque a Luis Reynaldo.
Hoy Fina Herrera está enferma. Se contagió de covid-19 y se encuentra grave. La cuidan sus tres hijos: Viridiana, Viviana, y Leobardo, y las Rastreadoras de El Fuerte, una colectiva conformada por más de 600 familias con personas desaparecidas en el norte de Sinaloa, al noroeste de México.
Su caso es uno de los 7 mil 646 contagios confirmados hasta el 25 de junio por la Secretaría de Salud local. De esos, mil 147 son muertes, y otros mil 45 personas son pacientes activas a la enfermedad. No es la única. Ella y otras cuatro de sus compañeras, que se dedican a buscar a sus familiares desaparecidos, están contagiadas. Tres están graves, entre ellas Fina.
Aunque el reporte de salud es delicado, Mirna Medina Quiñónez dijo tener la esperanza de que se recuperen y mandó un mensaje a Fina, quien tiene unos 58 años y que la ha acompañado durante los últimos cuatro a los rastreos, y se ha convertido en una de las líderes del grupo.
Mirna Nereyda Medina Quiñónez, la madre fundadora de las Rastreadoras de El Fuerte, anunció el 1 de abril que por la contingencia sanitaria decidieron parar las búsquedas de personas desaparecidas y así evitar contagios.
“La verdad es que no queremos salir, porque ya ves cómo está todo esto. Yo no quiero que se enfermen, bastante tenemos con tanto desaparecido”, mencionó en entrevista al dar a conocer que Fina, como le llaman de cariño, y otras cuatro mujeres buscadoras están enfermas.
Las Rastreadoras han encontrado más de 300 fosas clandestinas con cuerpos de personas o restos humanos desde su fundación, en 2014, y junto con otras colectivas lograron que la Fiscalía General del Estado de Sinaloa admitiera el tamaño de la barbarie: desde 2007 a 2019 se han reportado al menos 8 mil 63 personas desaparecidas, de las cuales 4 mil 492 siguen sin ser localizadas.
Por la contingencia Las Rastreadoras dejaron de salir a campo a buscar fosas clandestinas con personas desaparecidas. Están tratando de encontrar donaciones para comprar medicamentos y rentar tanques de oxígeno para sus compañeras.
Antes de enfermar, en una entrevista Fina describió a Las Rastreadoras de El Fuerte como lugar donde ha podido desahogar su tristeza, como un sostén en sus momentos de crisis de ansiedad y desesperación por lo angustiante que es tener a su hermano menor desaparecido.
“Se llega el momento de recargarnos en el hombro de quien esté a lado de uno, en los momentos que andamos deprimidos, que se nos viene el recuerdo, como el de mi hermano, cuando andamos sacando un tesorito de una fosa clandestina se nos vienen los sentimientos encontrados”, dijo el 16 de mayo y luego tomó de un trago un sorbo de refresco. Estaba en medio de un campo buscando fosas con personas desaparecidas.
“(Cuando encuentro un cuerpo) Yo por ejemplo pienso ‘que sea mi hermano’, pero luego digo ‘no, no, que no sea’, quiero que sí y quiero que no, y empezamos, queramos que no todas lloramos, nos abrazamos, nos apapachamos”.
Cuando no busca a Luis Reynaldo, Fina trabaja como asistente educativa en una estancia infantil de Los Mochis. Viste siempre blusas rotuladas con la fotografía de su hermano y usa una gorra en la que se lee “En dónde estás, cabrón”.
“Siempre le decía cabrón, para todo, y desde el día que me lo desaparecieron le grito para saber dónde está”, contó mientras se ponía de pie para seguir rastreando la tarde del 16 de mayo.
Fina Herrera, integrante de Las Rastreadoras de El Fuerte. Foto: Marcos Vizcarra.
“Tienes que echarle muchas ganas, porque te voy a decir algo muy importante, tú tienes que salir de esta, tienes que aliviarte porque tienes que salir a buscar a tu hermano. Yo lo voy a buscar, pero por supuesto que no lo voy a buscar con el mismo corazón que tú, así que necesito que te alivies, que le eches muchas ganas”, le dijo Medina Quiñónez en un mensaje de voz enviado la tarde del 25 de junio a su compañera Fina.
Le pidió resistir para de nuevo salir juntas a rastrear en los campos y encontrar a más personas, o para volver a entonar “Cuando me dejes de amar”, esa canción que le recuerda la Navidad de 2015, la última con Luis Reynaldo antes de haber sido desaparecido por policías.
*Marcos Vizcarra es reportero sinaloense especializado en cobertura de derechos humanos. Integrante del proyecto A dónde van los desaparecidos. Escribe en Revista Espejo y en el diario Reforma.
*Esta nota puede retomarse libremente, dando crédito a la autora y al proyecto A dónde van los desaparecidos.
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