6 septiembre, 2025
Meta cerró el grupo público de Facebook «Mia Moglie», donde 32 mil miembros intercambiaban fotos íntimas de mujeres sin su consentimiento. Activistas denuncian que el caso, vinculado al revenge porn y a la cultura de la violación, evidencia un problema sistémico
Texto: Laura Buconi
Foto: Especial
CIUDAD DE MÉXICO.- “En el grupo ‘Mia Moglie ♥️♥️♥️’, público y abierto a cualquiera, con todos los miembros visibles —hoy está cerrado para pasar a nuevos grupos privados—, se compartían fotos y vídeos de esposas, parejas y exparejas. Se pedían votaciones sobre sus cuerpos, se proponían intercambios, se ponía a las mujeres a merced del deseo y la mirada masculina como si fueran una propiedad (ese ‘Mía’ no es en absoluto casual)”, denuncia Biancamaria Furci, activista feminista, en entrevista con Pie de Página.
“No me sorprendió especialmente: a lo largo de los años, han sido continuas e incesantes las noticias sobre grupos en los que se intercambiaban fotos e imágenes íntimas no consentidas de mujeres, grupos basados en el revenge porn, en la sexualización y la aniquilación de la voluntad de las mujeres. Este caso en particular tenía para mí una peculiaridad: el grupo era público y sus miembros visibles. ¿Eran esos 32 mil hombres tan imprudentes como para subestimar el peligro de su participación? No. Estaban seguros de su impunidad”, señala Furci.
Los medios de prensa nacionales e internacionales relacionaron el escándalo con el caso de Gisèle Pelicot, mujer francesa que durante nueve años fue drogada por su marido, quien invitó a decenas de otros hombres a violarla mientras ella se encontraba en estado de inconsciencia. En este caso, se trata de violaciones virtuales, así como las define la activista Carolina Capria quien, junto con la plataforma No Justice No Peace Italia, denunció la existencia del grupo de Facebook; violaciones virtuales que ven a las mujeres como objetos inanimados que se pueden compartir con otros hombres, partícipes del pacto patriarcal que asegura su silencio y cooperación.
La señalización a Meta de la existencia del grupo ocurrió el 18 de agosto. La noticia del escándalo, amplificada por las redes sociales, activó una serie de denuncias de los inscritos más activos del grupo a la Policía Postal, así como redes de apoyo, principalmente tejidas por mujeres, quienes ayudaban a sus compañeras a verificar la existencia de sus fotografías íntimas en el grupo y ofrecían apoyo terapéutico y legal.
“Lancé un llamado en mi perfil de Instagram. Soy una activista feminista y esperaba poder enviar un mensaje claro: ‘Alerten a todas las mujeres que conozcan antes de que cierren el grupo, díganles que busquen en el grupo a sus maridos/parejas/exparejas/compañeros de sus amigas, avisen a las parejas de los hombres que encontréis en el grupo’”, relata Biancamaria Furci.
“Como compañera, como activista, como feminista, me puse a disposición de todas aquellas mujeres que no encontraban el valor para buscar en el grupo a los hombres de su vida. Y, por desgracia, encontré a unas veinte. Aún tengo en mis oídos sus sollozos, sus mensajes de voz entrecortados por la conmoción, sus llamadas desesperadas. Las puse en contacto con dos psicólogas muy valiosas que ya en el pasado habían prestado sus servicios de forma gratuita a personas de Gaza para superar el trauma del genocidio palestino en curso”, cuenta la joven.
El 20 de agosto, Meta cerró el grupo “Mia Moglie ♥️♥️♥️”, una pequeña victoria que duraría hasta la apertura de páginas similares, en canales de localización más difícil, como Telegram. Los activistas de No Justice No Peace Italia señalan la existencia de al menos otros veinte. Los propios administradores del grupo recién cerrado, poco antes de ser expulsados de la plataforma, comunicaron a sus seguidores que se habían trasladado a otro lugar, “a salvo de los moralistas”.
Aún no hay noticias por parte de las autoridades de la Policía Postal italiana. Según la encuesta The Fool: Revenge Porn Research conducida sobre 2000 sujetos representativos de la población italiana, el 4% de la población italiana es víctima de revenge porn, y de esta, el 70% son mujeres. De acuerdo con una investigación de la Universidad de Milán de 2019, el 20% de las mujeres italianas fueron víctimas al menos una vez de difusión no consensuada de imágenes íntimas. Según la Policía de Comunicaciones, este fenómeno está alcanzando niveles preocupantes en el país. Se producen dos casos de pornografía vengativa al día, según un informe de noviembre del Servicio de Análisis de la Dirección Central de la Policía Criminal. En noviembre de 2020, había 1083 investigaciones en curso.
Biancamaria Furci, además de brindar apoyo a las compañeras que encontraron sus fotografías expuestas en el grupo, empezó a analizar los perfiles de los hombres inscritos, empezando por Génova, su ciudad.
“Decidí centrarme solo en los que llevaban más tiempo registrados y que habían comentado o publicado activamente en el grupo. Lo que descubrí me sorprendió: a la luz del sol, los perfiles de estos hombres eran absolutamente reales. Fotos con sus hijos, con sus esposas, en el trabajo. Y precisamente las muchas profesiones en contacto con personas y mujeres, puestos de poder, me han consternado. No es una cuestión de clasismo: no creo que un abogado sea más insospechable que un herrero. Soy una colaboradora escolar hija de la clase trabajadora, estoy libre al menos de este sesgo.”
“Lo que me angustió fue observar cómo todas estas figuras profesionales tenían que ver con la seguridad, la salud, la protección y la educación de las mujeres: policías, militares, médicos, ginecólogos, directivos sanitarios, profesores, doctores universitarios, abogados. Los hombres en los que se dice a las mujeres que confíen. Para sus denuncias, para su salud, para buscar justicia, para recibir educación. ¿Cómo podemos confiar en quienes tratan nuestros cuerpos como mercancía de intercambio, como propiedad, como si fuéramos objetos y no personas?”, denuncia la activista.
En todo el mundo ocurren casos similares, que hacen cada vez más difícil para las mujeres confiar en las figuras de autoridad. En México, resaltó el caso de los grupos de Telegram expuestos en 2020 por la activista y defensora mixe Sandra Domínguez, en los que servidores públicos intercambiaban contenido íntimo de mujeres indígenas. Posteriormente al escándalo, Domínguez desapareció y fue hallada muerta el 28 de abril.
Por su parte, Carolina Capria, activista cuyo llamado levantó la atención de la opinión pública y permitió desmantelar el grupo, en sus redes sociales analiza las decenas de mensajes y propuestas obscenas de sus participantes. “La excitación deriva siempre de la falta de consentimiento”, escribe.
“Manon Garcia, en su ensayo sobre el caso Pelicot”, prosigue, “afirma que el problema del consentimiento no es tanto jurídico, ya que la ley francesa asimiló hace años el concepto de que la violencia se consume cuando no hay consentimiento explícito; el problema es sobre todo social. Los hombres enjuiciados, culpables de haber abusado a una mujer en estado de inconsciencia, no tenían ninguna familiaridad con el concepto de consentimiento en las relaciones sexuales.”
“Una mujer desmayada que no se agita, asiente. Una mujer propiedad del marido, asiente. El consentimiento es implícito. Las mujeres no tienen por qué expresarlo, las mujeres están a disposición. La mayoría de los hombres no ve el consentimiento como algo imprescindible, fundamental en una relación. Al contrario, muy seguido lo que excita la sexualidad masculina es justo la falta de consentimiento y la idea de que se puede poseer a una mujer en contra de su voluntad”, afirma la activista.
La investigadora Karine Tinat llevó el caso al conversatorio Pensar en Diálogos con Rita Segato, y recordó que el mismo Dominique Pelicot, durante su juicio, afirmó que había “tratado de someter a una mujer insumisa”.
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En el grupo de Facebook “Mia Moglie ♥️♥️♥️” eran numerosas las invitaciones a castigar, someter, quebrar a las mujeres cuyas fotos habían sido difundidas sin consentimiento. Se trata de 32 mil personas cómplices solo en ese grupo, probablemente más individuos regados en otros canales afines de más difícil localización. “El caso de Gisèle Pelicot no es una anomalía en el sistema, es el mismo sistema”, afirma Capria. “Un hombre convencido de poder disponer de la sexualidad de su esposa y para el cual la sexualidad está estrictamente ligada a la opresión, es el sistema. Porque así educamos a nuestros hombres: a reconocerse en una masculinidad que conquista, ocupa, toma con la fuerza.”
Biancamaria Furci, en este sentido, afirma que “la violencia de género no se basa en el hombre individual que comete actos violentos, sino en todo el sistema patriarcal de la cultura de la violación, que se sustenta en el silencio y la connivencia. Es un problema sistémico y sistemático, por lo que la respuesta no puede ser individual. Se puede empezar por aquí, volver a empezar, dar espacio. Pero hay que ampliar la mirada para darnos cuenta de que esto no se trata de una fisura del sistema: es el sistema mismo. Estos hombres no están enfermos, son hijos sanos del patriarcado.”
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