En los últimos 15 años la presencia de inversiones chinas en Centroamérica se ha multiplicado, a tal grado que muchos la ven como la única alternativa para escapar de su histórica miseria
Por Alberto Nájar / X: @anajarnajar
Le llaman “Diplomacia de chequera”.
Es la estrategia que desde hace más de una década emplea China para colocarse indefinidamente en Centroamérica.
Consiste en financiar grandes proyectos de todo tipo, otorgar créditos sin reembolso y hasta pagar la deuda externa de los países socios.
El mecenazgo de China se nota en Costa Rica, que en 2020 utilizó su Estadio Nacional como sede para la Copa del Mundo Femenina Sub20.
El estadio fue donado por China como “muestra de amistad” por el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países.
La huella de Pekín es evidente en Panamá, cuyo gobierno pretende establecer como obligatoria la enseñanza del mandarín en todas las escuelas de educación básica.
Otro ejemplo se encuentra en Honduras que recibió un aval para renegociar préstamos con bancos internacionales, como parte de un proceso para comprar deuda externa por parte de financieros chinos.
El caso más reciente es El Salvador. En ese país el gobierno de Xi Jinping construyó la Biblioteca Nacional, que fue inaugurada en noviembre pasado por el presidente Nayib Bukele.
Es una construcción de 24 mil metros cuadrados en el centro de la capital salvadoreña, con capacidad para más de 360 mil libros, conexión a internet, salas temáticas y de juegos, simuladores de vuelos y hasta una estancia especial para la primera infancia.
La Biblioteca está abierta 24 horas los 365 días del año. Bukele, quien busca reelegirse en los comicios del próximo 4 de febrero, la presume como símbolo del nuevo país que, jura, se ha construido durante su administración.
No es lo único. China ha iniciado la construcción de un nuevo Estadio Nacional con capacidad para 52 mil espectadores, una potabilizadora de agua en el Lago Ilopango y un muelle turístico en La Libertad, un pueblo pesquero a 30 kilómetros de la capital salvadoreña.
También hay planes para un tratado de libre comercio entre ambas naciones, algo que ya existe en Nicaragua y está por establecerse en Costa Rica y Panamá.
Hay más. El Ministerio de Cultura tiene un activo programa de relaciones públicas, para organizar visitas guiadas de periodistas, intelectuales, políticos y académicos para recorrer gratis el territorio chino.
El resultado es una nueva clase de analistas políticos, funcionarios, intelectuales y medios que cotidianamente defienden a China y con ello crean una opinión pública favorable para la aceptación social, cultural y comercial del gigante asiático.
Es parte del riesgo. La chequera abierta nada tiene de generosidad y sí un alto componente de interés puramente comercial y sin escrúpulos.
Aunque conserva el mayor poderío militar del planeta la influencia económica de Estados Unidos está en declive, entre otras razones por el crecimiento acelerado de China.
Hay una soterrada guerra comercial que depende, en buena medida, de la expansión territorial de los contendientes.
Por eso el interés en Centroamérica, donde tras los estadios y bibliotecas se construirán plantas maquiladoras, granjas agrícolas, puertos marítimos y compañías mineras.
De hecho, en las negociaciones para el respaldo financiero al gobierno del expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, China solicitó la concesión exclusiva de toda la explotación de minerales en suelo hondureño.
En Panamá hay un fuerte cabildeo para conseguir acceso prioritario de embarcaciones chinas al canal transoceánico, mientras que en El Salvador el interés primordial es geopolítico:
La estridencia de Nayib Bukele es útil a Xi Jinping en su proyecto de aislar diplomáticamente a Taiwán, el país que China considera como territorio propio y que desde hace décadas es el mayor punto de enfrentamiento con Occidente.
Por eso el recelo de Estados Unidos ante el beneplácito con que Centroamérica recibe la inversión china. Joe Biden ha dicho que es una trampa.
Pero la trampa “ya está dada”, responde el ministro de la Presidencia de Honduras, Rodolfo Pastor.
El país, recuerda, mantiene una cuantiosa deuda con bancos internacionales de Occidente.
Además, la histórica relación comercial de Centroamérica con Estados Unidos ha servido muy poco para sacar a la región de la pobreza. “Hay que apostarle a algo nuevo”, insiste Pastor.
Así, más que una trampa comercial el crecimiento de China se ha convertido en un callejón sin salida.
Y así seguirá por largo plazo.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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