Para construir una gasolinera, la iniciativa privada y gobierno de Chihuahua han cometido distintos atropellos, desde cambiarle el estatus ecológico hasta violar amparos. Pero la sociedad civil no quita el pie en la defensa de uno de sus últimos espacios naturales en la ciudad
Texto y fotos: Raúl Fernando Pérez Lira
CHIHUAHUA.- Desde la cumbre del Cerro Grande se alcanza a ver cómo la mancha urbana se extiende hacia el norte y al poniente, forzada por dos largas serranías que limitan su crecimiento. Como en cualquier fin de semana, una familia compuesta por abuela, madre de dos niños pequeños, se toman fotografías con la ciudad al fondo, una de tantas recompensas por haber llegado a la cima de este cerro. Al llegar a este lugar natural, sobre el “Periférico R. Almada” se ve una obra que lo destruye.
Levantándose 430 metros sobre la ciudad, el Cerro Grande es visible desde casi cualquier punto en el valle que es la capital. Sus pronunciadas laderas habían prevenido cualquier intento de urbanización, hasta ahora.
Los intereses económicos lograron cambiar el estatus de “Preservación Ecológica Primaria” a una franja de 9.774 hectáreas en la base del cerro; esto para permitir el desarrollo comercial.
El anuncio de la construcción de una gasolinera a principios de 2019 provocó el rechazo de grupos ciudadanos y ambientalistas. La gasolinera dañaría permanentemente uno de los símbolos más importantes de la ciudad. El Cerro Grande forma parte de su escudo, junto con dos grandes montes, el Coronel y Santa Rosa. El Ayuntamiento dice que la obra de gasolinera cuenta con los permisos necesarios.
Fue entonces que se inició una larga batalla legal que sigue sin resolverse. Mientras, se erigen las estructuras de la gasolinera y sus acompañantes de cajón: una farmacia y una tienda de conveniencia.
“Con el pasar de los años hemos podido observar el crecimiento de las colonias y de la ciudad”, dice un vecino de la colonia Díaz Ordaz, aledaña a Cerro Grande. “Es un daño y una profanación a nuestra historia, tierra, antepasados y a la naturaleza”.
La construcción de la gasolinera se detuvo por primera vez a principios de 2019. Durante la primera audiencia pública celebrada en el estado, los grupos ciudadanos Salvemos de los Cerros de Chihuahua y Wikipolítica Chihuahua demostraron que la empresa Cimarrón Lubricantes S.A. de C.V. obtuvo la licencia de construcción irregularmente.
Ante unas 250 personas sentadas entre el Palacio Municipal y la Plaza de Armas, el Gobierno Municipal presentó un diagrama. Ahí explicó paso a paso el proceso legal con el que se obtuvo el permiso. Ahí quedó evidenciado. Los ciudadanos inconformes señalaron que el gobierno municipal otorgó la licencia de uso de suelo 10 días antes de que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) avalara el Estudio de Impacto Ambiental.
Para realizar este reportaje se agendó una entrevista con la Dirección de Desarrollo Urbano y Ecología del municipio de Chihuahua, pero ésta se ha postergado hasta la fecha.
Aunque no tenía carácter vinculante, fue a raíz de esta audiencia y del debate público que se logró detener la construcción de la gasolinera en 2019, provisionalmente.
“Nosotros pensamos que era una victoria y que habíamos logrado que se conservara el cerro, a la vez que buscábamos una propuesta para un uso más sustentable del espacio”. Así lo dice en entrevista Georgina Gaona Pando, abogada y miembro del equipo legal de Salvemos los Cerros de Chihuahua. “Nos tranquilizamos un poco hasta que en marzo de este año, que estaba más fuerte la pandemia, vuelve a salir el tema”.
En mayo de 2020, Cimarrón Lubricantes S.A. de C.V. reanudó la construcción después de interponer un amparo en contra de la “inacción del municipio”. Alegó que éste nunca otorgó una negativa absoluta contra el permiso de uso de suelo, sino que sólo dejó pasar el tiempo.
Como respuesta, Georgina Gaona y otros miembros del colectivo interpusieron un amparo para detener la gasolinera, con el apoyo y firmas de habitantes aledaños al Cerro Grande.
El amparo consistió en cuatro recursos: la suspensión provisional de la obra por violar el decreto federal y estatal que prohibía trabajos no esenciales durante la pandemia; la suspensión definitiva de la obra por falta de consulta, ya que esa área pasó de ser Zona de Conservación Ecológica a Zona Especial de Desarrollo Controlado (ZEDEC) sin hacer una consulta entre los vecinos, como se supone que debería de hacer el Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN); la suspensión por el impacto ambiental; y la suspensión por el impacto social o cultural, al ser el Cerro Grande emblemático para la ciudad.
El juzgado Décimo del Distrito de Chihuahua respondió positivamente y ordenó la suspensión provisional de la obra por el riesgo de infección de COVID-19. Sin embargo, la suspensión quedó sin efecto cuando el Gobierno Federal declaró a la construcción como actividad esencial.
“Si se sigue construyendo ya no va a haber materia porque el amparo perdería sentido”, concluye Georgina. Si la gasolinera termina de instalarse, el juez tendría que respetarla por “hechos consumados”.
Mientras continúa la construcción, el juzgado décimo primero ya ha negado dos recursos incidentales que la detendrían provisionalmente, alegando que los quejosos no tienen un interés legítimo en defender el cerro.
A Georgina siempre le ha interesado la defensa del medio ambiente. Así se acercó al movimiento de “Salvemos los Cerros de Chihuahua”; con el interés de conocer las serranías que rodean a la ciudad y que, como dice ella, gran parte de los chihuahuenses no conocen.
La organización se dedica desde hace cinco años a la educación ambiental en los cerros de la ciudad, con caminatas de identificación de especies, acciones de reforestación y apoyando luchas vecinales.
“Eso es una actividad de educación ambiental que me permitió sensibilizarme por los cerros,” dice la abogada. “Cuando surgió lo del Cerro Grande en febrero del año pasado, pues ya se me hizo que ya algo muy fuera de lugar, porque veo también cómo se están acabando los cerros al poniente. En la medida que la gente se apropie de su ambiente y le encuentre un valor, va a responder a su cuidado”.
Ciudad Chihuahua está rodeada por cerros que han moldeado la expansión urbana. Al oriente se encuentra la Sierra de Nombre de Dios, antes habitada por el extinto pueblo indígena Yoli, denominado Concho por los españoles. Ahí se ha instalado Cementos de Chihuahua, que poco a poco ha carcomido sus cumbres.
Decenas de personas suben el Cerro Grande todos los días por un sendero en su cara norte, especialmente en fin de semana. Ahí se dan cita amigos y familiares para pasar un rato en la naturaleza, antes del calor hiriente del mediodía o cuando el sol ya se ha metido un poco. Ya hay un área despejada que sirve de estacionamiento y un camino de terracería que sube hasta la mitad, aunque sin concreto.
En el sendero a la cumbre resaltan los encinos blancos (Quercus chihuahuensis), pero en una caminata más larga se pueden ver plantas y cactus como los vistosos Thelocactus bicolor, Echinocereus palmeri, Echinocactus horizonthalonius, Yucca schidigera, ocotillos (Fouquieria splendens) y el endémico Escobaria chihuahuensis, además de fauna como la particular ranita de cañon (Hyla arenicolor).
Esto es a lo que se refiere Georgina con educación ambiental. “Se siguen haciendo recorridos y se invita a la gente a que se sume. En la medida en que la gente se apropie de su ambiente y le encuentre un valor, va a responder a su cuidado”.
No fue posible localizar a Cimarrón Lubricantes S.A. de C.V. o a su representante legal, pero un supervisor de la construcción accedió a una entrevista con condición de anonimato.
“Aquí se van a poner tiendas que no hay en toda la colonia. Para todo eso tienen que ir hasta la calle 46. Va a haber una farmacia, una tienda de conveniencia y otros locales que sabrá Dios. Eso lo va a hacer la misma empresa que está haciendo la gasolinera, dependiendo de las necesidades de la gente se van a ir haciendo los locales”, dijo el trabajador, con la cara cubierta por un cubrebocas y lentes de sol.
La compañía ha declarado que no se trata de sólo una gasolinera, sino de un proyecto que incluye restaurante, farmacia y otros negocios, además de una franja reforestada de 150 metros que servirá de zona de amortiguamiento entre la urbanización y el resto del cerro.
El cambio de uso de suelo fue otorgado por la Dirección de Desarrollo Urbano del municipio en 2011, y este apareció en el Plan de Desarrollo Urbano 2040 en 2013, durante la gubernatura de César Duarte Jáquez, ahora detenido por las autoridades de EE.UU. y en proceso de extradición a México.
En esa sección, el documento omite mencionar al cerro y se limita a determinar “un corredor de uso Mixto moderado, sobre Periférico R. Almada”, reemplazando su uso como “Preservación ecológica primaria” con “Zona Especial de Desarrollo Controlado (ZEDEC)”.
De acuerdo con el trabajador, el oponerse a la gasolinera obedece a intereses políticos, por “echar bronca a Maru Campos”, más que por un interés real de defender el medio ambiente, haciendo referencia al conflicto entre la alcaldesa María Eugenia Campos y el gobernador del estado Javier Corral, ambos del Partido Acción Nacional (PAN).
“Los que están defendiendo los cerros, se supone que es por la apariencia del cerro, pero entonces ¿por qué no defienden lo de todos los fraccionamientos, lo de Cementos de Chihuahua que ya tienen todo el cerro allá atrás todo acabado, o cuando ponen las antenas que dan más mala apariencia?”, argumenta.
Desde hace un par de años han surgido diferentes agrupaciones de vecinos que buscan cuidar de sus espacios naturales aledaños, como ha pasado en la Sierra Nombre de Dios y el Cerro Coronel, al oriente, y en la Sierra del Mogote y Cerro del Pinacate al poniente, por ejemplo. Pero la gasolinera en el Cerro Grande atrajo los reflectores y el apoyo de otras organizaciones, como Cooperación Ecológica A.C., debido a su valor cultural como emblema de la ciudad.
Ciudadanos protestan entre las máquinas utilizadas para la construcción de la gasolinera en el Cerro Grande
De acuerdo con Luis Rivera, uno de los fundadores de Salvemos los Cerros de Chihuahua, el cerro y las especies de plantas y animales que ahí habitan forman también parte del patrimonio de los chihuahuenses, pues han influido en el estilo de vida y mantienen presencia en la cultura del centro del estado.
“Le comento a la Secretaría de Cultura que el Cerro Grande forma parte de nuestro patrimonio biocultural pero no pueden entender que el amole, la tronadora, el mezquite y el huizache forman parte de nuestro patrimonio, usados por las comunidades indígenas tarahumara y apaches nde,” comenta Luis en entrevista.
La relación entre el ecosistema y las personas es lo que define el tejido socioambiental, afirma Luis.
“La relación y la percepción del territorio es como un espejo de los valores y las relaciones humanas. Es ver cómo te afecta en tu cultura, forma de vida, e identidad, las acciones u omisiones que ocurren sobre el suelo, cerro, parque o calle”, explica Luis. “Todo esto no lo vemos como una esfera aislada, sino como una especie de unidad”.
Enrique Servín, políglota, activista y funcionario de la Secretaría de Cultura del estado, asesinado en su casa en 2019, ya había propuesto la creación de un “Parque Natural Cerro Grande” o “Arewákawi” que abarcara todo el cerro desde su base, con el fin de evitar daños por un posible desarrollo inmobiliario. Proponía la elaboración de senderos y descansos acordes a la apariencia del cerro, el cual consideraba “uno de los más hermosos del estado” y reconocía como emblema de la ciudad.
Una idea similar fue propuesta por Maru Campos durante su segunda toma de protesta en 2018, aunque sólo mencionó un mirador. Dos años después, en una conferencia de prensa el 8 de julio de 2020, “Maru” recordó el proyectó.
“Por algunas cuestiones, específicamente por la incertidumbre jurídica por la propiedad del terreno, no se ha podido establecer un proyecto ejecutivo ni ir más allá. Estamos en deuda en Chihuahua con este proyecto”, dijo la alcaldesa, mientras se realizaba una protesta virtual en Twitter bajo el hashtag #SalvemosElCerroGrande.
Gran parte del cerro es propiedad privada, con enormes terrenos pedregosos que han sido vendidos y heredados por la familia Terrazas, los grandes terratenientes del estado. A finales de mayo, pequeños y grandes propietarios del cerro, apoyados por grupos ambientalistas y unidos bajo el nombre de “Frente Unido de Propietarios Privados del Cerro Grande”, le ofrecieron al gobierno municipal vender los terrenos para la creación de un parque ecológico y evitar su deterioro.
“Hacemos énfasis en que desde ya podemos dar inicio a este proceso de compra y reconocimiento del Cerro Grande, que ya cuenta con la categoría de área natural de valor ambiental como uso de suelo”, dijeron en una rueda de prensa.
La propuesta no ha sido retomada públicamente por ninguna autoridad del municipio.
El Cerro Grande ha sido objeto de varios proyectos y urbanizaciones a lo largo de su historia. Cada diciembre, la Subdirección de Alumbrado Público instala 92 lámparas de alto en su cara más visible, dando forma a una “Cruz Ecuménica” cristiana. En 2020, la cruz permanecerá encendida desde el 1ro de mayo hasta enero de 2021 con la intención de dar esperanza a los chihuahuenses ante la llegada del COVID-19.
A finales de los años 1990, cuando era presidente municipal Gustavo Ramos Becerra, una inmobiliaria pretendió construir un fraccionamiento privado en una de sus laderas, pero el rechazo popular logró detenerlo.
“Como ciudadanos, nos juntamos y hablamos con el director de obras públicas, le dijimos que no podía estar construyendo en un cerro histórico, paisajístico y emblemático de la ciudad de Chihuahua”, dice en entrevista José Alfredo Bermeo, uno de los fundadores de la organización Amigos del Cerro Grande, que en esa época logró impedir la construcción del fraccionamiento.
En ese año, cuenta José Alfredo, era muy difícil acceder a los planos de desarrollo urbano de la ciudad, debido al hermetismo político priísta que dominaba en la entidad. Sin embargo, un conocido suyo, que en aquel entonces era regidor de la oposición, se los facilitó.
“Entonces vemos el plan urbano de la ciudad y descubrimos que a esa altura no podía construirse un fraccionamiento porque los reglamentos no permitían subir servicios, agua o drenaje”, continúa José Alfredo. “Hicieron unas dos reuniones de consulta, asistimos, documentamos todo, llevamos firmas ciudadanas de gente que subía al cerro, de niños de escuelas, y bueno, al final les aguamos el pastel”.
Una década antes, José Alfredo había sido presidente de la asociación de vecinos de una de las colonias ubicadas en las faldas del cerro, la cual terminó por expulsar el relleno sanitario de la zona.
“Eso sí era una tragedia, ver a tu colonia envuelta en una niebla que era el tiradero municipal cuando lo quemaban”, recuerda.
Con el paso de los años, resultó natural para José Alfredo sumarse al esfuerzo por detener la construcción de la gasolinera. Después de ayudar a detener la construcción del fraccionamiento y junto con un equipo de biólogos y ingenieros forestales, bocetó un plan de gestión ambiental para darle sustentabilidad al Cerro Grande como parque urbano y poder declararlo Área Natural Protegida (ANP). Ahora, presentó ese mismo plan a Salvemos los Cerros de Chihuahua.
“Los empresarios no son muy sensibles a las causas del medio ambiente o la salud ambiental. Van por la plusvalía de los terrenos y de los desarrollos habitacionales que puedan darle rendimiento a los negocios, entonces tienes que presentarles un plan de gestión ambiental que te de servicios ambientales”, dice José Alfredo.
El abandono del Cerro Grande por parte de las autoridades es evidente. Sus laderas se incendian varias veces al año, hay tiraderos improvisados en sus faldas y en la cara surponiente continúan trepando algunos asentamientos irregulares. Desde su cumbre se puede ver como la ciudad lo rodea poco a poco.
De acuerdo con los activistas, el deterioro tiene que ver con la falta de interés de parte de las autoridades y el sector privado en cuidar el medio ambiente y el paisaje inmediato a la ciudad. En el Estudio de Impacto Urbano y Ambiental, alega Luis, se declara como “no aplica” a la clasificación del suelo de las faldas del Cerro Grande, siendo que en el mapa de edafología del INEGI aparece como leptosol.
“Lo hicieron mal a propósito, con saña”, dice el activista. “Niegan la existencia de arroyos siendo que ahí nace el arroyo de La Manteca. Todas las colonias por las que pasa ese arroyo están en riesgo de inundación, como la colonia El Rosario”.
Luis comenta que el Cerro Grande ya está en proceso de convertirse en una reserva ecológica de acuerdo a declaraciones de la Dirección de Desarrollo Urbano y Ecología del estado, aunque desconfían de estas promesas.
“Básicamente todas las instancias dicen que sí, pero lo hacen como una simulación,” dice. “Tenemos que ver que el polígono no deje abierta la puerta para los desarrollos capitalistas como la gasolinera y que se respete la integridad del Cerro Grande”.
El movimiento asegura que la zona perturbada puede ser regenerada si se toman las medidas necesarias, pues la naturaleza tiene sus propios medios para resurgir.
“Se ha propuesto una comisión de diálogo para un proyecto alternativo para la zona donde ya hay estructuras de metal, tanques de gasolina y unos cuartos que se tendrían que demoler. Toda esa zona es un banco de germoplasma, ahí se encuentran semillas de pastizales, estacas y raíces de arbustos y árboles, además de esporas de helechos. Como es un arroyo, se transporta todo este material genético a las partes bajas de la cuenca. Con un poquito de ayuda se puede volver a poner como estaba”, dice el activista.
La audiencia final en la que se revisará el fondo del amparo, el cual argumenta que la construcción de la gasolinera daña el patrimonio biocultural de los chihuahuenses, se ha pospuesto varias veces. La siguiente fecha es en septiembre.
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