Los mexicas hicieron en el cerro del “chapulín” un centro astronómico, en ese mismo sitio el monarca Nezahualcóyotl vivió y se dedicó a la poesía. En el lugar sagrado había una puerta al inframundo, que de poco le sirvió a Moctezuma en sus días más desesperados
@ignaciodealba
Chapultepec fue habitado por los primeros habitantes del Valle de México, hace miles de años. Con los primeros asentamientos humanos el lugar resultaba ventajoso como punto de vigilancia para la guerra y como refugio por la densa arbolada del sitio, eso provocó que fuera disputado por las tribus que habitaban a las orillas del lago de Texcoco. Incluso, teotihuacanos y toltecas se asentaron en el lugar, pero al final nadie logró poseerlo por mucho tiempo. Ni siquiera los aztecas.
Los aztecas intentaron fundar ahí su ciudad, pero fueron desplazados por los chalcas y otros vecinos. La pobre tribu tuvo que seguir peregrinando por las orillas del lago para encontrar el sitio indicado por su dios tutelar Huitzilopochtli. Sólo convertidos en imperio, en el siglo XIV, los mexicas lograron hacerse del codiciado Chapultepec.
El topónimo de Chapultepec procede del idioma náhuatl chapul: saltamontes, y tepe: cerro o montaña. En los bosques del sitio nacía una serie de manantiales que el sabio Nezahualcóyotl, Tlatoani de Texcoco, ayudó a diseñar. Se construyeron acueductos para surtir de agua a la creciente Tenochtitlan.
La ayuda del aliado Nezahualcóyotl le fue retribuida con la concesión de poder vivir en las faldas del cerro. El monarca y poeta vivió en Chapultepec, en el sitio donde después se construyó el Museo de Arte Moderno.
Nezahualóyotl es uno de los monarcas más venerados por los texcocanos y por el pueblo aliado mexica. Se le tenía por un hombre muy sabio que amaba la naturaleza. En Chapultepec el monarca se dedicó a la poesía, pero también a la siembra de ahuehuetes en el bosque. Algunos aún siguen en el sitio, quizá el más famoso es uno llamado el Sargento, que sigue de pie a pesar de estar seco.
El emperador Moctezuma II también gustaba de nadar en los estanques que estaban en el lugar; cazaba liebres, pájaros y ciervos. Chapultepec fue el lugar de descanso de la realeza mexica. Aún se puede visitar uno de los estanques utilizados por la realeza mexica.
Los mexicas aprovecharon la cima de Chapultepec para construir observatorio astronómico. También se hicieron varios teocalis, para la adoración de sus dioses. Incluso en el mundo Mexica se pensaba que una de las entradas a Mictlán (el inframundo) se encontraba en una de las cuevas de las laderas del cerro. Se dice que en la llegada de los conquistadores, el supersticioso Moctezuma corrió a las puertas del inframundo para escapar, pero la entrada le fue negada. El hombre tuvo que resignarse a su destino.
En Chapultepec aún hay una serie de leyendas sobre la cueva, hay quien asegura que por ahí se encuentra escondido el tesoro de la realeza mexica. Es muy probable que dentro de las grutas haya tributos dejados a los dioses, pero los improvisados buscadores de tesoros se perdían en los linderos del inframundo en busca de oro. La afamada cueva fue definitivamente tapada. Ahora en el sitio se construyó un audiorama al que llegan los visitantes del parque.
Los europeos intentaron conquistar Tenochtitlán en varias ocasiones, pero fue hasta que sitiaron la ciudad cundo lograron vencer a su enemigo. Bloquearon las calzadas y destruyeron los acueductos de Chapultepec con los que se alimentaba la ciudad. Al final, Tenochtitlán cayó literalmente por el hambre.
En el parque aún se conserva un petrograbado, donde se retrató a Moctezuma. Aunque la piedra ha sido destruida desde los tiempos de la Colonia aún se conserva la imagen del emperador con su imperial tocado de plumas. El lugar se encuentra muy cerca de donde se aventó el niño héroe Juan Escutia, con la bandera.
Durante el Virreinato la corona española apuró los trámites para que Chapultepec se convirtiera en parque, el apuro le vino a Carlos V en 1530, cuando Hernán Cortés pretendió instalar su residencia en el prodigiosa cerro.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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