Texto y fotos: Daliri Oropeza
Fotos: Lucila Sandoval y Daliri Oropeza
Los habitantes alrededor del lago de Chapala atestiguan una epidemia de enfermedades renales que matan a sus jóvenes. La autoridad asegura que el agua está bien. Pero cuando agentes de Conagua se han presentado, los pobladores los interpelaron para que tomaran un vaso. ¡Y no lo hicieron!
SAN PEDRO ITZICAN, JALISCO. Jaime González, pescador, ve en el reflejo del Lago de Chapala la enfermedad de su pueblo, San Pedro Itzicán, del municipio de Poncitlán.
Esta comunidad de ascendencia del pueblo Coca ofrece una vista envidiable del oleaje y las montañas que rodean el agua, pero sufre la expansión de una enfermedad que ha incrementado los niveles de mortandad en la región.
Desde hace cuatro años, Jaime González se dedica a alertar a aquellos que tienen síntomas notorios de enfermedad renal, y a llevar enfermos de San Pedro Itzicán al Hospital Civil para recibir tratamientos de diálisis y hemodiálisis cada 3 días.
Ahora su trabajo es comunicar sobre la enfermedad, atender a medios de comunicación, e incluso acudir a foros y conferencias.
Sólo en octubre de 2018, González ha contado siete muertes de jóvenes.
A la fecha, ninguna autoridad gubernamental les ha dado explicación alguna sobre qué ocasiona las enfermedades renales que lapidan a toda una generación.
Por su parte, y tras ver centenares de casos, González piensa que la causa puede ser multifactorial, pero sobre todo coincide en la contaminación del agua: “todo lo que baja por el Río Lerma: Estado de México, Querétaro, Michoacán”.
Todos estados mencionados por Jaime tienen corredores industriales que tiran sus desechos al río.
A esto le suma el vertedero en El Salto, zona industrial de Jalisco, que da continuidad a la contaminación de la cuenca del Río Santiago. Ambos ríos confluyen en el lago Chapala, vaso regulador de la Cuenca Lerma Santiago.
Jaime tiene más de 12 años que no se mete al agua y que no saca un solo pez.
La relación de su pueblo con la laguna se ha roto.
“Antes te veías en el agua, era clara y limpia, ahora el agua es oscura, el que se mete se enroncha, se les carcome la piel”.
Jaime asegura que la siembra y la pesca se han acabado poco a poco.
Hoy se acerca a cada persona del pueblo que identifica con enfermedad renal para advertirle que puede morir. Describe que lo sabe por la piel: «se ve como si fuera un globo lleno de agua, las personas se ven hinchadas».
Además, recuerda que los primeros casos se dieron en los años 80, pero se ha agravado notoriamente durante los 10 últimos años.
Mujeres convocadas por Jaime ofrecen su testimonio en la Oficina de Bienes Comunales de Itzicán.
Sus casos tienen cosas en común: el alto costo del tratamiento, la muerte rápida de los pacientes, y la juventud de los enfermos: “es como una peste. Si no se detiene, el pueblo se va a vaciar”.
“Se está perdiendo toda una generación”, advierte Jaime.
Después de años de mortandad, integrantes del Comisariado de Bienes Comunales de Mezcala y Pobladores de San Pedro Itzicán se unieron para demandar al presidente de México, al gobernador de Jalisco, al presidente municipal de Poncitlán, así como a instituciones públicas de los tres nieves de gobierno, ante el Tribunal Latinoamericano del Agua, un tribunal ético que sesiona en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Guadalajara, Jalisco, del 22 al 26 de octubre.
Su argumento principal son las afectaciones a la salud y el deterioro en su calidad de vida ocasionados por la interacción con el Lago de Chapala contaminada por componentes químicos, físicos y biológicos. Los pueblos denuncian la violación de su derecho al agua, a la salud, al medio ambiente sano.
De acuerdo con estudios solicitados a las instancias de salud por los pobladores, de 600 mil personas con enfermedades renales, alrededor de 8 mil viven a lo largo de la ribera del Lago de Chapala. Seiscientos son habitantes de San Pedro y Mezcala. La mayoría oscila entre los 20 y 30 años.
Sólo de enero a marzo de 2018, los registros oficiales confirman 18 muertes por insuficiencia renal, y en los últimos 10 años, registran 3 mil 285 personas afectadas por la contaminación del lago de Chapala.
Durante su participación en el tribunal, el abogado Agustín Verdusco aseguró que, de acuerdo con los parámetros de Conagua obtenidos por medio de una solicitud de información pública, investigadores independientes del caso determinaron que todo el lago (1740.8 km2) tiene un registro de coliformes fecales siete veces arriba de la NOM-001 emitida por SEMARNAT en 1996 para proteger la vida acuática. También encontraron sustancias altamente tóxicas como arsénico, mercurio, plomo, llamados popularmente “metales pesados”, en los 37 puntos de estudio en diferentes niveles.
Sofía Macías Ascanio investigadora del ITESO explicó que, respecto al arsénico, la NOM 127 es más laxa que lo que recomienda la OMS, y en el caso del Lago de Chapala, el 70% de las estaciones de monitoreo rebasa 0.01miligramos de arsénico por litro.
El 60% del agua que recibe la ciudad de Guadalajara viene del Lago de Chapala.
El pueblo de Mezcala es enclave de la resistencia indígena. Esta comunidad vecina de San Pedro Itzicán tiene fama por su lucha contra el caciquismo en la región y las leyendas de lucha contra la colonización. “Aquí nos unimos para vencer a los Españoles”, cuenta Salvador Magañón, presidente de Bienes Comunales, al detallar que son comunidades Cocas que tienen Danzas a la laguna y basan sus actividades en relación con la Isla de Mezcala, estratégica para la defensa del territorio.
A pesar de esta memoria ancestral, Salvador asegura que no los han querido reconocer como pueblo indígena porque perdieron la lengua y la vestimenta.
“Nunca pensé que se fuera a acabe el pescado”, dice en contraste de su infancia, cuando metía los pies y nadaban los charales a su alrededor, a la orilla del lago.
Al malecón de Mezcala llegan crecidas olas turbias. Los lancheros ofrecen servicios turísticos para visitar la isla, hay pescadores en la orilla, aseguran que se comen los peces y que no saben de ninguna contaminación.
Frente al lago, Manuel Jacobo, comunicador originario de Mezcala, ha publicado en diversos medios y también en espacios como el Congreso Nacional Indígena las afectaciones en su pueblo. Por los pueblos han pasado coordinadores de salud estatal, personas que prometen clínicas. Agentes de Conagua visitaron la comunidad y negaron que el agua estuviera contaminada, narra Manuel.
“El pueblo los interpeló para que tomaran un vaso. ¡Y no lo hicieron! No hay lugar de la ribera de Chapala donde no haya enfermos renales.”
Niños en traje de baño se sumergen en la laguna. Aunque hay personas pescando, la realidad es que la mayoría del pueblo ya no come el pescado de lago y se la piensa antes de comer las verduras que se cosechan en sus orillas.
“A nosotros nos enseñaron a defender. Generaciones aprendieron en la laguna de Mezcala a pelear desde hace más de cinco siglos”. Sin embargo, se lamenta: “lo que no lograron hacer los españoles con su conquista, lo está haciendo el capitalismo con su contaminación”.
Esta fue la tercera vez que el Tribunal Latinoamericano del Agua sesionó en México. Las tres veces ha conocido casos relacionados con la Cuenca Lerma Santiago, donde se encuentra el Lago de Chapala.
«El Tribunal abre la posibilidad de diálogo de las contrapartes, uno de los mayores logros», dice su actual presidente, Phillipe Texier, quien describe que las personas agraviadas tienen un espacio para expresar las injusticias cometidas contra su territorio, y ser escuchadas.
En la audiencia del ITESO, personas de Mezcala y de San Pedro pudieron exigir al presidente municipal de Poncitlán entrante, Luis Miguel Núñez, que haga algo para solucionar la epidemia, aunque cuando le tocó comparecer ante el juzgado, Núñez ya había abandonado la sala. Así, un ingeniero enviado de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) escuchó y aseguró que el agua subterránea está limpia, aunque del subsuelo viene el agua del lago.
Para Texier, el Estado Mexicano es insensible al tema, pues las autoridades han hecho caso omiso de las sentencias previas en diferentes partes de la cuenca, y no se han cumplido las recomendaciones hechas desde 2006.
Durante el tercer día de audiencia, tres demandantes (Río Atoyac, Lago de Chapala y cuenca del Río Sonora) se unieron para solicitar al Tribunal a pronunciarse respecto a la reiteración de violaciones del Estado Mexicano por constituir un patrón repetitivo de conducta criminal de las autoridades responsables del manejo de agua.
Desde 2006, los habitantes de la cuenca piden al tribunal que exija al Estado mexicano implementar programas de tratamiento de los residuos industriales, urbanos y domésticos, y realizar un plan de compensación a nivel federal y estatal para las comunidades y personas afectadas
En específico para el Río Santiago hay recomendaciones del Tribunal desde 2007, como proteger a las comunidades, la realización de estudios epidemiológicos e interdisciplinarios, relacionar el tema de la degradación de con los problemas de salud con diálogo entre gobierno y afectadas, o que las autoridades respeten los plazos de saneamiento de las descargas.
Este año, la recomendación de este Tribunal ético determinó en sus recomendaciones que el Estado mexicano debe cumplir sus obligaciones respecto a proteger el derecho a un medio ambiente sano, actualizar las normas de calidad del agua y de descargas de agua de origen industrial, agroindustrial y minero para empatar con estándares internacionales, sanear integralmente la cuenca Lerma Santiago Pacífico con énfasis en Chapala, y también deberá realizar un estudio epidemiológico de todos los pueblos de las cuencas, así como un plan de apoyo para concretar la reparación integral del daño de todas las comunidades afectadas.
Y finalmente, el Tribunal ordenó al Ejecutivo federal emita acciones urgentes para que el nuevo pozo de San Pedro Itzicán y la planta tratadora funcione en óptimas condiciones.
En México, hay menos de 5 mil metros cúbicos de agua por habitante en los ríos y lagunas. Esto cataloga a nuestro país como uno de baja disponibilidad de agua. México depende en un 65% de las aguas del subsuelo, arriba de la media de los países en América Latina. Por la escasez de agua en poblaciones, se le cataloga con estrés hídrico, una sexta parte de los acuíferos mexicanos son sobre explotados.
“Esto tiene más muertos que un temblor, pero no ha hecho polvo. A nosotros nadie nos pone atención”, explica Jaime González.
En la semana en la que fue hecha esta entrevista, narra que murieron dos personas. Jaime ve en este hecho un embate contra la existencia misma de los pueblos coca: “Se defendieron de los españoles. Hubo resistencia en la isla. El mal sigue. A alguien le interesa que nuestros pueblos se acaben y desaparezcan”.
Las enfermedades, cuenta, han causado que las familias vendan sus terrenos y estos, a su vez, sean revendidos. Mientras, el expresidente municipal ya tiene una casa en la colina. Por eso, para estas dos comunidades Cocas, el Tribunal representa la posibilidad de extender la alarma respecto a la muerte de todo un pueblo con su lago.
“Si no cambia la situación, nos vamos a sentar a morir enfermos mientras vemos nuestra laguna enferma”, dice, antes de bajar a mostrar el alto oleaje del mar de Chapala.
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