México está pasando de la primera fase de alerta por COVID-19, la importación de casos, a la segunda etapa de la contingencia, la de transmisión comunitaria. ¿Estamos preparados para ello? La respuesta del gobierno federal está en un sistema de vigilancia epidemiológica usado a nivel nivel mundial
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: María Ruiz
¿Cuántas pruebas se han hecho en México? ¿Por qué no han hecho más prubeas? ¿En realidad estamos detectando todos los casos? Las mismas preguntas se han repetido durante la última semana, cuando el gobierno federal empezó a aplicar algunas medidas para detener la propagación del COVID-19. La respuesta, como han repetido las autoridades de Salud, es el sistema de vigilancia centinela.
“Lo primero que se va a buscar ya no serán sólo casos de antecedente de viaje al extranjero, sino el modelo centinela buscará casos en la comunidad”, explicó el director de general de Epidemiología de la Secretaría de Salud, José Luis Alomía hace una semana, en una de las conferencias de prensa que realiza esa dependencia cada tarde.
La idea del programa es que “en vez de recopilar grandes cantidades de datos de calidad deficiente, hay que concentrarse en recopilar datos de buena calidad de un número reducido de centros centinela seleccionados cuidadosamente”, dice la guía operativa para la vigilancia centinela, un documento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizado en 2014.
En otras palabras, en vez de hacer miles de pruebas para COVID-19, como lo hizo Corea del Sur, la vigilancia centinela lleva registros y monitoreos regulares de infecciones respiratorias aguda para detectar nuevos brotes de alguna enfermedad.
Mismo modelo que en la influenza H1N1
Este método de vigilancia se empezó a desarrollar durante la última pandemia de enfermedades respiratorias (de 4 en las últimas décadas), la de la influenza AH1N1.
Actualmente el mismo modelo se usa para detectar brotes de influenza entre la población. Cuando en alguno de los hospitales que son parte del sistema de vigilancia encuentran un caso con temperatura mayor a 38 grados, tos fuerte y cuyos síntomas lo hayan llevado al hospital en los últimos 10 días, entonces se vuelve un sujeto sospechoso.
A estas personas sospechosas se les hace una prueba para un virus determinado, normalmente influenza. Si da negativo, se hace la prueba con otros virus de temporada, ahora en en vez de buscar influenza, la primera prueba que hace centinela es la del coronavirus.
Línea de contagio
Hasta el momento, el gobierno ha llevado un registro de los casos de los que puede rastrear la línea de contagio, es decir, que saben de dónde vino y quién es la persona la que importó la enfermedad y si la transmitió a otras personas. Sin embargo, por la viralidad de la enfermedad, dicho rastreo será imposible.
La OMS llama a este método vigilancia basada en eventos, que sirve para detectar rápidamente “eventos respiratorios inusuales”, como la aparición de un nuevo virus. A pesar de que este tipo de vigilancia se usa para detectar nuevas cepas peligrosas para la humanidad, no es bueno detectando brotes del mismo virus, es decir, cuando en una comunidad varias personas tienen la enfermedad. Para ello, es mejor llevar a cabo sistemas de vigilancia basados en indicadores, como la vigilancia centinela.
“Lo primero que se va a buscar ya no serán sólo casos de antecedente de viaje al extranjero– como se ha hecho hasta hoy–, sino que el modelo centinela buscará casos en la comunidad que cumplan con diagnósticos o criterios de una infección respiratoria aguda”, explica el director de Epidemiología José Luis Alomía.
Primero, el sistema de vigilancia detecta los casos sospechosos (personas en el hospital con fiebre y tos severas). Después recopila datos esenciales de los pacientes como sexo, edad, fecha de inicio de la fiebre y otros factores de riesgo y los pone en una base de datos. Además toma de muestra de vías respiratorias para hacerles pruebas, que ayudan a entender las diferencias diversos varios tipos. En el último paso, el sistema analiza los datos de los pacientes y arroja resultados para entender la enfermedad a una escala mayor.