A diferencia de otras historias sobre el fin del mundo, esta serie animada no se centra en la crisis y el pánico de la supervivencia, sino que nos ofrece una mirada en las reacciones y cuestionamientos que surgen en la población y provocan un cambio de sistema
Texto: Andi Sarmiento
Foto: Tomada del Trailer oficial
CIUDAD DE MÉXICO. -Carol y el fin del mundo es una miniserie animada de Netflix que nos muestra una Tierra la que tiene sus días contados, pues un enorme meteorito se avecina y acabará con la humanidad.
A diferencia de otras historias sobre el fin del mundo, esta no se centra en la crisis y el pánico por la supervivencia, más bien tiene una mirada sobre el sentido que le damos a la vida al saber que esta terminará inevitablemente en su totalidad. No habla de las consecuencias ambientales o de salud que este fenómeno podría ocasionar, sino que se enfoca en las reacciones y cuestionamientos que surgen en la población y provocan un cambio de sistema.
En un inicio, predomina el miedo ante el objeto gigante que se encamina a la Tierra, pero al conocer el tiempo que queda (algunos meses), la gente comienza a ver la situación de manera distinta. El meteorito ya no representa una muerte inminente, sino una nueva esperanza para vivir, experimentar y disfrutar.
El dinero, que ha regido nuestra forma de convivencia durante siglos, se vuelve irrelevante dado que en un futuro no servirá para nada; las propiedades, los cargos públicos y también, las normas morales dejan de tener sentido alguno si se enfrentan ante algo que acabará con todo y todos por igual. Al tener una fecha de impacto marcada, la gente cambia su sistema de valores.
Entonces reina la libertad. Se pierden las restricciones y los prejuicios sociales dando a cada quien la oportunidad de expresarse como realmente quiere. En otros relatos, esta eliminación de las leyes suele desatar un caos más aterrador, pero en esta serie lo que se genera es un ambiente de ánimo donde las personas buscan hacer lo que nunca han podido o se han atrevido a hacer: andar desnudo por la calle o viajar por el mundo hasta resolver algún conflicto con alguien o mejorar en general nuestras relaciones interpersonales.
La historia es protagonizada por Carol, una mujer que no reacciona con el mismo entusiasmo de la mayoría.
Carol está en un punto de su vida en el cual no encuentra sentido. Sin aspiraciones o metas que concretar, la rodea la incertidumbre de no saber qué será de ella los siguientes meses y la abruma la idea de no hacer nada con su vida porque no tiene motivación para ello.
Pero todo comienza a cambiar cuando encuentra algo que hacer: un trabajo de oficina.
Un día, llega por casualidad a un edificio y al explorarlo descubre que en un piso están las oficinas de una empresa funcionando. Es contratada inmediatamente, sin pedirlo, y aún sin saber a qué se dedican o tan siquiera cuál es nombre de la corporación. Inesperadamente, este se convierte en un lugar seguro para ella, una nueva motivación para vivir.
En este sitio trabajan personas que, como ella, no tienen a dónde más ir, gente que tampoco tiene interés en buscar grandes aventuras. Por el contrario, la rutina de oficinista les da cierta estabilidad y seguridad ante la destrucción.
La serie se burla del funcionamiento de estos oficios en los cuales no se da importancia a la convivencia o al bienestar de los trabajadores. Nadie conoce el nombre o el contexto de nadie, los empleados entran y salen y nadie ve más allá de la pantalla de su escritorio. No hay comunicación, son como máquinas que se dedican a hacer cuentas que ni ellos saben de qué, por qué o para qué.
Aún así, la empresa es como un refugio en el que no se habla del fin del mundo y por ende sirve como distracción para sus trabajadores, que se dedican a sacar copias y redactar informes como si todo estuviera en la normalidad.
Esto comienza a cambiar desde que Carol se une al equipo. Ella es una mujer observadora, que escucha y pone especial atención a los detalles de su alrededor; esto se ve reflejado en sus ganas de que convivencia, pues ella no entiende esta monotonía individualista de sus compañeros. Esa es otra razón por la que llegar a esta empresa ayuda tanto a Carol en su desarrollo personal. Su reto, más que escalar una montaña, es romper el hielo, confiar más en sí misma e interactuar con los demás. Sentirse visible.
Eventualmente logra hablar con Donna y posteriormente con Luis, que se convierten en sus mejores amigos. Poco a poco esa amistad se convierte en el impulso que Carol necesitaba para explotar su personalidad y, sin darse cuenta, se convierte en un punto clave para el desarrollo de quienes la rodean.
Carol inicia por algo tan básico y su vez tan desvalorizado como lo es llamar a las personas por su nombre. Deja de ver a los demás como simples personas trabajando, lo cual paulatinamente provoca que el ambiente laboral cambie y comiencen a tener interacciones más humanas. Entonces, el trabajo ya no es un refugio por el hecho de apagar su emociones, sino que ahora la distracción es la convivencia. Las personas resisten a partir del compañerismo.
La serie no solo se enfoca en la historia de Carol ni en la oficina, igualmente se desarrollan situaciones fuera de esta así como el trasfondo de varios personajes secundarios. Cada capítulo es un relato que, si bien está conectado a la trama principal, se puede ver individualmente y el mensaje es el mismo.
A pesar de estar escrita bajo una visión muy estadounidense y privilegiada, Carol y el fin del mundo nos permite reflexionar sobre lo verdaderamente relevante en la sociedad. El valor de la vida no está en lo material, sino en las relaciones que hacemos, en la importancia que le damos a lo que nos rodea y en la percepción que tenemos sobre nosotros mismos.
No existe una forma ideal o predeterminada de vivir, es el sistema societal capitalista lo que nos obliga a pensar que debemos seguir un rumbo, y que lo esencial solo es el trabajo o la posición económica que tengamos. Pero al final, meteorito o no, nos vamos a morir y lo que nos construye como personas son los vínculos, los sentimientos, la imaginación, el pensamiento.
No hay que esperar a que ocurra una catástrofe para empatizar con quien está al lado, ni para expresar nuestras emociones o resolver los conflictos; vivir, dentro de lo que se puede, de una forma más humana.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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