8 noviembre, 2021
La crisis climática afecta todas las actividades, incluidos los deportes, cuyos eventos deportivos empiezan a experimentar las presiones del clima y de la contaminación. Por ello, varios atletas advierten a empresas y organizaciones deportivas que pueden perder dinero si no invierten en acciones climáticas
Texto y fotos: Aleida Rueda
GLASGOW, ESCOCIA.- El británico-sudafricano Lewis Pugh tenía 17 años cuando hizo su primer nado en aguas abiertas extremadamente frías. Hoy, a sus 51 años, sentado en uno de los escenarios de la COP26, en Glasgow, y habiendo recorrido decenas de kilómetros en las aguas gélidas del Polo Norte, la Antártica y Groenlandia, Pugh reflexiona sobre lo que significa hacer deporte sin que la recompensa sea subirse a algún podio, ganar una medalla o un patrocinador.
“Te quitas la ropa, estás ahí de pie, vas a entrar a esa agua; se necesita toda la concentración para decirte a ti mismo: hay una razón por la que estoy aquí, llevar un mensaje muy simple de lo que está sucediendo aquí en el Ártico”.
Pugh habla del momento previo a sumergirse en las aguas del glaciar Ilulissat, en la costa oeste de Groenlandia, a una temperatura de cero grados. El glaciar es uno de los más estudiados y, por ello, se tiene evidencia de que es uno de los que han sufrido más cambios en las últimas décadas. En los años 50, el glaciar se movía a una velocidad promedio de 20 metros por día y se mantuvo estable durante varias décadas, pero un estudio publicado en 2006 por investigadores de la Universidad de Tecnología de Dresden reveló, gracias a imágenes digitales de alta resolución, que ha habido un dramático retroceso del frente del glaciar. Ahora se sabe que su velocidad es de 40 metros por día, lo que lo hace el glaciar que se mueve más rápido del mundo.
El 7 de septiembre de 2021, Pugh se convirtió en la primera persona en completar un nado de varios días en ese lugar; recorrió 7.8 kilómetros en 14 sesiones durante 12 días. Con ese récord recién alcanzado llegó a la COP26 para mostrar la velocidad con la que avanza el cambio climático:
“Les estoy pidiendo a los líderes del mundo que tengan el coraje, que tomen las difíciles decisiones que deben tomar (…) que no hagan compromisos para 2050, 2060 o 2070”.
Pugh pide acciones ya. Y no es el único. Forma parte de un grupo de deportistas cada vez más grande que se han convertido en activistas climáticos y que han encontrado en sus respectivos deportes una forma de conectar con las personas para diseminar mensajes a favor de la protección ambiental, la reducción de emisiones y el transporte sustentable.
En la COP-26, están algunos de ellos: la exjugadora de cricket Ebony-Jewel Rainford-Brent, la atleta olímpica de velero Hannah Mills y el exjugador de rugby Martin Offiah. Todos se dedican a liderar acciones climáticas. Rainford-Brent se ha convertido en una ambientalista que ha aparecido en distintas campañas publicitarias y documentales; Mills es una activista en favor de la reducción del uso y consumo de plástico, un problema que afecta a muchos de los cuerpos de agua en los que ha competido; mientras que Offiah es la imagen de una de las principales marcas de autos eléctricos del Reino Unido.
Aunque parecerían acciones limitadas, la preocupación que comparten Rainford-Brent, Mills, Offiah y Pugh es la velocidad con la avanza el cambio climático y cómo sus efectos afectarán a algunos deportes a tal grado que podrían desaparecer.
Uno de esos efectos es el calor extremo. Rainford-Brent recuerda a una de sus colegas, la jugadora de cricket y capitana del equipo británico en 2018, Joe Root, cuando tuvo que ser llevada al hospital mientras su equipo disputaba un partido contra Australia. Su cuerpo sucumbió ante los 57 grados que había en Sidney. Y no es un caso aislado. Con cada vez más frecuencia los partidos de cricket en Australia son suspendidos debido al calor, por lo que el país ha adoptado una “política de calor extremo”, que permite detener un juego si las condiciones de calor ponen en riesgo a las jugadoras o jugadores.
Lo mismo ha sucedido con el tenis. En el Abierto de tenis de 2018, con 36 grados en la ciudad de Nueva York, el tenista serbio Novak Djokovic estuvo a punto de retirarse del partido que enfrentaba contra el húngaro Marton Fucsovics. Tuvo que pedir varias toallas heladas para refrescarse. Y aunque logró terminar el partido, el calor hizo que otros tres jugadores decidieran retirarse.
Los grandes eventos deportivos también empiezan a experimentar las presiones del clima. El calor extremo orilló a los organizadores de los pasados Juegos Olímpicos de Tokio 2021, que ocurrieron en pleno verano japonés, a recubrir algunas de las rutas para maratonistas con un material reflejante para poder reducir la sensación térmica al menos en 8 grados. Ni siquiera eso fue suficiente para que se llevara a cabo el maratón olímpico en la capital japonesa; nueve meses antes del evento, el Comité Olímpico decidió cambiar la sede a Sapporo, una ciudad al norte del país con temperaturas más bajas. También tuvieron que preparar distintas instalaciones con ventiladores, aire acondicionado e incluso máquinas de hielo para ofrecer a los aficionados espacios con una temperatura aceptable. Los organizadores del Mundial de Futbol 2022, que será en uno de los lugares más calientes del mundo de Medio Oriente, Qatar, ya se preparan para llevar a cabo estrategias parecidas y evitar la suspensión de los partidos debido a las altas temperaturas.
Pero el calor no es la única preocupación climática de los atletas de alto rendimiento. La contaminación del aire se ha vuelto una amenaza para quienes hacen deportes al aire libre, como maratonistas y tenistas. Varios maratones y partidos han tenido que suspenderse debido a la mala calidad del aire, y en otros casos el aire contaminado ha afectado visiblemente a los deportistas. Así le ocurrió a la tenista eslovena Davila Jakupovic en el Abierto de Australia de 2020, cuando el humo procedente de incendios la hizo toser tan intensamente que tuvo que salir precipitadamente del encuentro.
“Me resultaba muy difícil respirar durante todo el partido. Después de los primeros 20 minutos, ya tenía dificultades (…) no pude dar más que dos o tres golpes corriendo de izquierda a derecha porque ya estaba teniendo un ataque de asma. Normalmente no sufro de asma”.
Tenista Davila Jakupovic en entrevista con CNN.
Aunque el cricket y el tenis podrían verse como deportes de élite, relativamente alejados de la realidad latinoamericana, los especialistas consideran que solo es cuestión de tiempo para que empecemos a ver estragos similares en la mayoría de los deportes y en cualquier parte del mundo; desde lluvias intensas que provoquen inundaciones en estadios de futbol o campos de golf hasta la reducción de la nieve que ponga en jaque a los deportes de invierno.
“Cada comunidad que sea sede de algún deporte profesional, estadios o arenas, va a ser afectada por el cambio climático, ya sea por tormentas, aumento en la precipitación, huracanes más intensos, incendios forestales, sequías”.
Allen Hershkowitz, asesora ambiental de los Yankees de Nueva York. Entrevista con The Climate Reality Project.
Ni siquiera tiene que tratarse de un deporte profesional para que se sientan los efectos de la emergencia climática. En los próximos años, quienes quieran jugar un partido de soccer al aire libre, entrenar para una carrera o nadar en aguas abiertas, muy probablemente tendrán que evaluar las condiciones climáticas para saber si es conveniente hacerlo o no.
El panorama poco halagüeño para muchos deportes es lo que ha llevado a varios atletas a compartir el mismo mensaje: “los deportes son solamente una parte de un cuadro global más grande”, dice la atleta de remo qatarí, Tala Abujbara, en un video lanzado hace unos días en el que participan deportistas de distintos países advirtiendo de la emergencia climática llamado “Dear Leaders of the World” y en el que exigen acciones urgentes.
Para Rainford-Brent si bien esas acciones individuales o en colectivo son necesarias y loables, la verdadera responsabilidad no está en los atletas sino en la industria del deporte y las grandes organizaciones que lo conforman.
“Son las organizaciones deportivas [FIFA, Liga Premie, NBL, etcétera), las que tienen el poder de cambiar el curso del deporte”, dijo en la COP26.
Para comprometerlas, y como resultado del Acuerdo de París, en 2015, la Organización de Naciones Unidas lanzó la iniciativa “Deportes por la Acción Climática, con el fin de que haya un cambio de juego en la industria del deporte, un sector que representa entre 0.6% y 0.8% de las emisiones globales, según datos de David Goldblatt, autor de libro Playing against de clock.
“Las organizaciones deportivas pueden mostrar su liderazgo climático comprometiéndose juntas en el camino de la neutralidad climática. Pueden lograrlo asumiendo la responsabilidad de su huella climática, lo que a su vez incentivará la acción climática más allá del sector del deporte y, por lo tanto, ayudará a que la ambición global aumente ante la amenaza que supone el cambio climático”, dice el documento.
A la fecha, la iniciativa ha sido firmada por 273 organizaciones, equipos y comités, desde el equipo de futbol soccer Arsenal, de Inglaterra, hasta la Fórmula E. Pero a seis años de la formulación de la iniciativa, los avances aún son minúsculos. En México, por ejemplo, no ha habido prácticamente ningún posicionamiento de las empresas ni de las organizaciones del sector deportivo nacional para mostrar sus compromisos a favor del medio ambiente.
Para hacerlo, se necesita voluntad, pero también dinero. El documento de la ONU incluye cinco principios específicos para que las organizaciones deportivas muestren su compromiso frente al cambio climático: llevar a cabo esfuerzos sistemáticos para promover una mayor responsabilidad ambiental; reducir el impacto climático total; educar para la acción climática; promover un consumo sustentable y responsable; y presionar para la acción climática a través de la comunicación. El documento también aclara que todas las acciones en estos sentidos deberán ser financiadas por las mismas organizaciones o por fondos colectivos. Para los deportistas que participan en esta COP-26 si hay algo en lo que se deben invertir las ganancias que genera el sector deportivo, eso es actuar frente al cambio climático.
Mientras esto sucede, hay algo que pueden hacer tanto las organizaciones deportivas, como empresas y atletas, y que puede tener implicaciones financieras significativas en la industria del deporte, dice Rainford-Brent en la COP26.
“Hay que hacer acuerdos con empresas publicitarias y marcas que representan tus motivaciones y principios. Y no promover a compañías que sabemos que han causado daño ambiental”.
De acuerdo con ella, si son muchos los atletas que empiezan a hacer este cambio, puede servir como presión para que empresas y organizaciones deportivas se den cuenta de que pueden empezar a perder dinero si no invierten en acciones climáticas.
Offiah considera que esos cambios sólo pueden ocurrir a través de las juventudes. Se requiere la fuerza de los deportistas jóvenes; que los deportes jóvenes les enseñen a los deportes más consolidados; que haya más jóvenes en las organizaciones deportivas y en la toma de las decisiones importantes, y por supuesto, en la comunidad de aficionados.
“El deporte tiene un poder increíble para conectar con las personas, estamos usando historias de alegría, historias de éxito, para conectar con la gente. Hay aprovecharlo ahora para hablar del cambio climático”.
Rainford-Brent.
Para David Garrido, moderador del encuentro y presentador deportivo en Sky Sports News, el mensaje de cierre es claro: “el deporte no tiene que ser solo deporte. No tenemos que conformarnos con saber el resultado de nuestro equipo favorito. El deporte puede ser y hacer mucho más”.
Periodista de ciencia. Es comunicadora de la ciencia en el Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, cofundadora y expresidenta de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Escribe para SciDev.Net, Salud con Lupa , Fundación Gabo, entre otros. Estudió Periodismo en la UNAM y tiene estudios de posgrado en periodismo por la universidad española Rey Juan Carlos y el Instituto Indio de Comunicación de Masas, en Nueva Delhi.
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