A las brujas las persiguieron sobre todo por saber hacer pociones anticonceptivas o pócimas que provocaran impotencia. Y por supuesto porque sabían provocar abortos.
@lydicar
Cuando yo era adolescente pensaba que la cacería de brujas, su tortura y esas imágenes terribles de mujeres quemadas en la hoguera eran la herencia del llamado oscurantismo de la Edad Media. O eso me hicieron creer. Tuvieron que pasar varios libros para entender que la bruja maligna y esa tortura sexual a la que era sometida son un invento de la Edad Moderna, la edad de la Razón y el sentido de la historia, y no de oscuros aldeanos medievales.
Las luces inventaron a las brujas y toda la violencia contra ellas. Y entre los principales motivos para ello estaba el aborto.
Los poderes llamados femeninos asustaban a los hombres. Poderes muy específicos: los del control natal, la contracepción, el aborto, la fertilidad, la impotencia provocada y, en casos contados, el infanticidio.
Esa bruja solitaria, una vieja solitaria que vive enmedio de bosque, era en realidad una curandera. Eran las mujeres sabias, a veces admiradas, y muchas veces temidas, pero dejadas en paz, que conocían las hierbas que podían alentar la fertilidad, cuando se deseaba; o generar la impotencia sexual, cuando una mujer no quería seguir teniendo que “cumplir sus deberes de esposa”. Y también estaban los menjurjes que funcionaban como anticonceptivos, cuando una mujer no quería o podía traer al mundo un bebé, pero quería o debía mantener relaciones sexuales; y cuando todo eso fallaba, plantas abortivas.
Sí también, en ocasiones, había infanticidio. Esto no es privativo de Europa, ni tampoco de las curanderas con conocimientos de hierbas. Fueron acciones que mujeres desesperadas cometieron.
Los libros lo documentan, en las edad oscura, la Edad Media, el aborto, si bien no estaba propiamente permitido, estaba tolerado. Católicas por el derecho a decidir publicó hace tiempo un cuadernillo bastante completo sobre la historia del aborto desde un punto de vista teológico. Y ahí narra aquellos primeros siglos de cristiandad: el aborto, coincidían todos, era considerado un pecado de origen sexual; es decir, era evidencia de que una pareja tuvo sexo sin la finalidad de procrear. No se ponían de acuerdo si el aborto era además un homicidio. Ahí, las opiniones se dividían: había teólogos que consideraban que no, y otros que sí.
Por ejemplo, para San Agustín (354-430 d.C) el alma humana llegaría al vientre de la mujer solo hasta el día 45 de la concepción. Ya en las postrimerías de la Edad Media, Santo Tomás de Aquino (1225-1274) decía que el alma humana sólo estaba cuando el embrión ya contaba con forma humana.
A pesar de todo, la poca documentación que hay sugiere que si bien estaba penado, había cierta tolerancia respecto al aborto.
Tuvo que llegar la modernidad para que el mundo se horrorizara.
Esta condena sobre el aborto llevó a lo que algunos autores consideran el peor genocidio contra un grupo humano sin que hubiera una guerra de por medio: la cacería de brujas. Es difícil calcular una cifra cercana, pero las y los estudiosos creen que entre 200 mil y 500 mil personas fueron asesinadas acusadas de brujería, esto, entre las primeras décadas de XIV y 1650. El 83 por ciento de las víctimas fueron mujeres. Mujeres pobres, la gran mayoría. Mujeres viejas o solitarias.
Mujeres que salían de la norma.
O que no se habían casado.
Mujeres que quizá habían abortado o probablemente habían ayudado a abortar.
Mujeres a quienes alguien quería quitar de enmedio.
Madres o hermanas que dejaron niñas y niños en la orfandad y la pobreza, y con su nombre manchado de por vida.
El origen de la misoginia, la tortura sexual y el feminicio, como los conocemos, tienen raíces bien comunes con la Modernidad, y en ello un rechazo violento contra el control natal y la interrupción del embarazo.
El Malleus Maleficarum, publicado en 1487 por los alemanes dominicos Heinrich Kramer y Jacob Sprenger (de este último hay dudas sobre su autoría) da ejemplo de ello:
“Las mujeres son más adeptas que los hombres para el culto al diablo… embrujan a los hombres para que adoren a Satanás”.
“Los adoradores del Diablo se postran ante él y le rinden culto… aceptan ser bautizados en nombre de Satanás… celebran orgías y bailan entre los demonios. Bailan con los demonios al son de una música diabólica… ofrecen a sus niños recién nacidos al demonio. Ofrecen a los demonios a los hijos de otras personas… preparan pociones mágicas con los cuerpos de los niños que roban… vuelan por los aires montando sobre chivos y cabras…”.
“Ahora bien, el hecho de que las rameras y prostitutas adúlteras se entreguen ante todo a la brujería está confirmado por los hechizos efectuados por las brujas sobre el acto de engendrar”.
En Europa, entre las primeras décadas del siglo XIV y hasta 1650, entre 200 mil y 500 mil personas fueron “ejecutadas” por brujería. El 85 % de estas personas eran mujeres (Cfr. Nachman Ben-Yehuda, The European Witch Craze of the 14th to 17th Centuries: A Sociologist’s Perspective).
Un dato que las expertas discuten y siguen sin ser aclarados: para algunas autoras la mayoría de las cacerías y asesinatos de brujas más cruentos no ocurrieron en tierras católicas, sino en lugares con raíces puritanas. Por ejemplo, Alemania fue sede de las peores cacerías. En comparación, la terrible España quemó a relativamente pocas brujas.
Es en las tierras puritanas, por cierto, donde el capitalismo avanzó más profusamente. Es en tierras puritanas, ahora –EEUU– que la despenalización del aborto es un derecho humano derrumbado.
Bibliografía:
Fe, M. (Ed.). (2014). Mujeres en la hoguera: representaciones culturales y literarias de la figura de la bruja. Programa Universitario de Estudios de Género, UNAM.
Federici, S., Hendel, V., & Federici, S. (2010). Calibán y la bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva. Traficantes de Sueños.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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