Dormir se ha convertido en una de las preocupaciones para millones de personas en todo el mundo. Hay un sinnúmero de inquietudes acerca del futuro cercano. En estos tiempos, dormir es un bien preciado, soñar… un paraíso en pausa
Twitter: @tuyteresa
“Sólo cuando no podemos dormir,
sabemos cuán larga es la noche”.
Proverbio chino
Todas las noches, en una casa de la calle contigua, un hombre grita, solloza, aúlla, a veces solo, otras, invita a un grupo de amigos a gritar colectivamente… Cuando está solo, definitivamente son alaridos de dolor. También durante las noches, la vecina del piso de abajo arrastra muebles hasta las dos o tres de la mañana y afuera, el sonido de las ambulancias es cada vez más frecuente. Estos relatos sonoros, forman parte de mis días de insomnio. Es sabido que, durante estos tiempos de confinamiento, millones de personas lo hemos sufrido.
Este fenómeno ha sido estudiado en todo el mundo y la conclusión es más o menos la misma: más allá de las neurociencias, atravesamos por uno de los momentos más críticos de los últimos tiempos y el mal dormir es una de las manifestaciones más evidentes de este malestar colectivo.
Hablar de soñar/dormir es narrar lo que hacemos la tercera parte de nuestra vida, escudriñar lo que sucede durante la noche, ese territorio imperceptible y vital. Neurocientíficos, psiquiatras y expertos en la ciencia del sueño lo han documentado ampliamente. Datos de la OMS revelan que el 40 por ciento de la población mundial padece insomnio, esto se ha incrementado en los últimos meses.
Actualmente se reconocen cerca de 80 trastornos del sueño, entre los que se encuentran dificultad para iniciar o mantener el sueño, la somnolencia diurna, los ronquidos, pausas respiratorias, también conocidas como apnea del sueño; movimientos periódicos de las extremidades, sonambulismo, pesadillas y otros trastornos que se presentan en diferentes etapas del sueño y ocasionan diversos efectos en la salud que van de leves a severos.
Especialistas de diversos campos del conocimiento han adelantado escenarios acerca de las repercusiones económicas y geopolíticas de la covid-19. Sin embargo, del insomnio aparecen notas esporádicamente. No obstante, dormir se ha convertido en una de las preocupaciones para millones de personas en todo el mundo.
Conversando con amistades y colegas, hay un sinnúmero de inquietudes acerca del futuro cercano.
Algunas de las interrogantes que nos asaltan durante la noche: ¿Y si enfermo, o, tal vez alguien de mi familia? ¿Alcanzaremos camas, tratamiento? ¿Si alguno muere, cómo enfrentaremos no tener posibilidad de despedirnos mediante un velorio? Gran tema: los rituales de despedida, como funerales, velorios y por supuesto, la inminente cremación.
¿Qué nos depara el futuro? ¿Cómo será la interacción en lugares tan densamente poblados como la Ciudad de México y el área Metropolitana? ¿Cuándo acabará este suplicio – aquellas mujeres que conviven con sus agresores-?
¿Qué implicaciones tendrá el distanciamiento físico en campos como la sexualidad, la socialización cotidiana, incluso los servicios que requieran proximidad?
¿Volveremos a abrazarnos algún día?
Los efectos emocionales de estas tribulaciones son diversos: miedo a salir a la calle, miedo a morir, miedo a no poder despedirnos de nuestras personas amadas, miedo al desempleo, o, a no conseguir un trabajo en el futuro cercano.
El sueño -ampliamente estudiado desde la ciencia- dispone de varias herramientas para el buen dormir, aquí algunas:
– Respetar los tiempos del sueño -el horario habitual de cada persona.
– Contar con un espacio cómodo, obscuro, silencioso y fresco para dormir.
– No llevar dispositivos móviles a la cama.
– Quitar la TV, o, cualquier otro dispositivo que interfiera con el buen dormir.
– No dormir durante el día -supuestamente para compensar las horas perdidas en la madrugada- y así poder recuperar el ciclo del sueño.
– Cenar ligero, tomar líquidos tres horas antes de ir a la cama -para no tener que pararse al baño en la madrugada.
– Usar la cama sólo para dormir, hacer el amor y descansar.
– Y muy importante: no automedicarse.
Si el insomnio se vuelve crónico, asistir a una evaluación especializada para no caer en la adicción a fármacos.
Ese fragmento en el que permanecemos suspendidos en el mundo onírico es mucho más que las ocho horas recomendadas por la OMS. Se trata del momento donde nuestro cuerpo y psique se abandonan para repararnos, saciar nuestra necesidad de desconexión y abrazar el silencio.
El sueño también es un catalizador de nuestros miedos y subjetividades.
En estos tiempos, dormir es un bien preciado, soñar… un paraíso en pausa.
La medicina del sueño, una disciplina relativamente nueva, crece aceleradamente. Y a diferencia de otros temas como la macroeconomía y la epidemiología, las dificultades para dormir han sido poco cubiertas durante esta crisis. Sin embargo, urge hablar de nuestro insomnio, de nuestros miedos y de los sueños que dejamos en pausa.
Lo más curioso es que cada día, más o menos a la misma hora, miles de personas intentan dormir… algunas sin conseguirlo…
¿Iniciaremos sociedades secretas del insomnio, grupos de estudio para el buen dormir? ¿Cuántos insomnes anónimos estaremos viendo la luna a las tres de la mañana? ¿Cómo manejar la ansiedad, el miedo y la zozobra e interrumpir el círculo vicioso del insomnio y la irritabilidad?
Lo que he aprendido de mi propio desvelo es a no temerle o repelerlo. He optado por dejarlo transcurrir sin mirar el reloj, tomar una taza de té, leer un poco, fantasear con las historias que transcurren a mi alrededor, y a veces, cuando tengo energía… llevar un diario de insomnio, abrazarlo hasta quedarme dormida.
También es cierto que no podemos pasar más de tres días sin dormir, y ahí es cuando tenemos que recurrir a los profesionales de la salud, no a la psiquiatría, o a los fármacos, sino a los expertos en la Ciencia del Sueño.
En Ciudad de México, hay una Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina de la UNAM, donde profesionales, atienden las necesidades específicas de cada insomne. Sería bueno que hicieran tutoriales para el buen dormir sin fármacos.
Por lo pronto, como dije en otra de mis columnas, hagamos la vida un día a la vez, con el más sincero deseo… de no volver más a la “normalidad” del ayer.
¿Y a ti… qué te quita el sueño?
“Estamos hechos de la misma materia que los sueños, y nuestra pequeña vida termina durmiendo”.
William Shakespeare
Guionista, reportera, radialista. Cubre temas culturales, sexualidad, salud, género y memoria histórica. En sus ratos libres explora el mundo gastronómico y literario. Cofundadora de Periodistas de a Pie.
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