La Barra Feminista nació en el contexto de la pandemia y se ha mantenido como un espacio seguro para las mujeres que aman el futbol
Texto: Adrianelly Hernández / Lado B
Fotos: Cortesia Barra Feminista
CIUDAD DE MÉXICO. – La lluvia no silenció las consignas ni ahuyentó a las camisetas moradas que comenzaron a reunirse en la explanada del Estadio Azteca. Sobre Calzada de Tlalpan, cientos de personas corrían entre charcos y puestos atestados de camisetas americanistas, en medio de aquello estaban ellas, decenas de mujeres con lienzos y banderas moradas, algunas con playeras amarillas, pero todas con un común denominador: ser la Barra Feminista, ese grupo que nació en el contexto de la pandemia y se ha mantenido como un espacio seguro para las mujeres que aman el futbol.
Dentro del estadio, las banderas feministas de la Barra ondeaban en la parte baja de la cabecera norte, el espacio que el club América destinó a este grupo de animación. El futbol sin violencia ganó terreno en una noche histórica. «¡Ahí están las de la Barra Feminista!», «se alcanza a ver el ‘si gana una, ganamos todas’», se escuchaba decir en las gradas, entre las más de 58 mil personas que acudieron a la cita entre Águilas y Tuzas para la gran final.
El pasado 5 de junio se estableció un nuevo récord de asistencia en el futbol femenil mexicano: 58 mil 156 personas presenciaron el segundo campeonato de América, en un contundente 4-2 sobre las Tuzas del Pachuca. Entre las asistentes se encontraba la Barra Feminista, un grupo de mujeres que surgió en 2020 para apoyar a las jugadoras, un apoyo sin distinción de colores, pero con el objetivo de enfatizar que la sola presencia de mujeres en las canchas es hacer añicos otro techo de cristal, de esos que frenan su desarrollo en distintos ámbitos.
Lo especial de la presencia de la Barra el pasado 5 de junio fue que por primera vez un club, en este caso el América, abrió las puertas para que acudiera al partido como grupo de animación, una meta alcanzada si se considera que en distintos estadios ha sido señalada o se ha obstaculizado su presencia.
«El acercamiento con América se dio mediante un correo electrónico que enviamos a Claudia Carrión, le dijimos qué hace la Barra y le contamos las complicaciones que tuvimos la final pasada para poder estar juntas por la numeración de los boletos, lo que complicó nuestra logística (…) la intención de este proyecto es el acompañamiento seguro en los espacios, lo que implica que estemos todas juntas y no siempre podemos hacerlo», explicó Pilar Tlatempa, una de las coordinadoras de la Barra, quien narró cómo se acercó a la directora deportiva de las Águilas del América.
“Al día siguiente recibimos una llamada por parte de Sandra, la encargada de ‘grupos y porras’ del club y nos comentó que estaban interesadas en que América Femenil tuviera su propia afición y abrirle la puerta a otro tipo de aficiones”, añadió Pilar.
Ella y el resto de coordinadoras de la Barra Feminista lanzaron la convocatoria mediante los chats privados del grupo, para poder organizar a quienes se sumarían a esta invitación, la primera que un club les ha hecho en poco más de tres años de existencia, por lo que también representó un reto.
La experiencia para las integrantes de la Barra es descrita como positiva, sobre todo porque pudieron estar en conjunto y disfrutar de un futbol sin violencia, tal como lo explican los principios del grupo; no obstante, el contexto sigue dejando en duda cuánto falta por hacer para cambiar el concepto que se tiene de las aficiones y sobre todo de las barras en el futbol, así lo explica Pilar:
“Nos toca reflexionar qué tipo de relación queremos tener con los clubes, porque aunque Claudia y Sandra entienden cuál es la esencia y el objetivo de la barra, a nivel estructural, las barras y porras somos vistas como peligrosas, por ende, los protocolos de seguridad terminan siendo violentos, como el hecho de estar rodeadas de granaderas, la revisión exhaustiva al entrar al estadio, medidas extremas que toman con las personas equivocadas (…) entendemos que esta lógica apela a las prácticas violentas de las barras y grupos de animación en los últimos años, pero tocará dialogar para que estos protocolos puedan modificarse con base en las características de cada grupo, como en este caso nosotras”.
«Es que no pueden entrar como Barra», fue el comentario que recibieron en el Estadio Olímpico, el 14 de marzo de 2020, cuando acudieron organizadas por primera vez a un juego de la Liga MX Femenil, al Pumas contra Cruz Azul del torneo Clausura 2020, que además era el primero de las universitarias en el estadio, sin embargo sí les permitieron la entrada en grupo y, aunque las mandaron a la parte alta del recinto, ese fue el histórico día de su debut.
En medio de aquel juego, la Barra Feminista lanzó sus primeras consignas: “¡futbolista, hermana, aquí está tu manada!”, “¿en dónde están, en dónde están los directivos que van a pagar igual?”, mensajes que llamaron la atención del resto de asistentes y de medios de comunicación que retomaron su presencia:
“Desde minutos previos al partido se podía observar a diversas mujeres que portaban en las muñecas el símbolo de la lucha feminista, es decir, el icónico pañuelo verde”, publicó el portal ContraRéplica; “Colectivo feminista se manifiesta en juego de la Liga MX Femenil”, tituló Mediotiempo.
Luego del debut la pandemia detuvo al futbol femenil durante varios meses y la presencia de afición en los estadios. Sin embargo, cuando fue posible el regreso, la Barra Feminista se encontró con que ingresar en grupo a las tribunas no sería sencillo. La imposibilidad de que las integrantes se sentaran juntas, el no poder mostrar lienzos con consignas feministas o portar la camiseta morada que las identifica fue una constante.
Y es que sin conocer cuál es la dinámica de la Barra Feminista (futbol sin violencia y apoyo sin distinción de colores), las autoridades de los distintos estadios del país toman medidas bajo el precepto de que una Barra representa conflicto y violencia, aunque estas mujeres lo combatan.
En el estadio Nemesio Díez, para el partido entre México y Puerto Rico del 12 de abril de 2022, la seguridad impidió que varias integrantes de la Barra entraran con sus camisetas moradas, les pidieron cambiarlas o cubrirlas con chamarras. ¿La razón? No pudieron explicarlo, no con algún reglamento o artículo que lo estipulara, pues aunque la Liga MX tomó medidas a partir del altercado entre barristas de Gallos y Atlas en el estadio Corregidora de marzo de ese año, la aplicación en casos de futbol femenil quedó incierta.
Otra situación vivida en el Estadio Hidalgo fue impedir que mostraran sus lienzos, los cuales tienen frases como “si gana una, ganamos todas”, “barra feminista”, “futbol sin violencia”, no obstante, el cuerpo de seguridad decidió vigilarlas, con el prejuicio de que algo violento podría suceder.
Por otro lado, no solo son los cuerpos de seguridad de los estadios los que obstaculizan la presencia o expresiones de la Barra Feminista, también han recibido agresiones verbales o abucheos por parte del resto de la afición, que al verlas con colores distintos a sus equipos, las considera enemigas, además de que la presencia de un grupo de mujeres en un territorio considerado masculino, como el futbol y los estadios, es señalado y visto como ajeno.
Shelma Cerrillo es parte de la Barra Feminista prácticamente desde su primera aparición. La describe como una comunidad segura en la cual las mujeres pueden compartir su afición por el futbol, pero donde también se comparten valores e ideologías relacionadas con la exigencia de mejores condiciones para las jugadoras.
Gracias a una invitación por whatsapp, Shelma pudo integrarse al chat privado, donde se comparte información y se organizan las idas a los estadios. “Vi a la Barra Feminista en el Estadio Olímpico el 14 de marzo, cuando las escuché gritando consignas que me hacían sentido y las vi con sus pañuelos verdes y playeras moradas, me sentí identificada, yo llevaba una manta, porque aún tenía el ímpetu de la marcha del 8M que había sido días atrás; me sentí identificada por la exigencia de mejores salarios y porque se nombraron feministas (…) ese día me acerqué y me uní a sus porras, ese es mi primer recuerdo con ellas”.
Acerca de la invitación de América al Estadio Azteca, Shelma destaca que les favoreció el no tener complicaciones para entrar juntas al partido. “Esto ayudó a que otras compas se animaran a ir con nosotras porque buscan un espacio seguro y eso buscamos en la Barra”. Para Shelma, la invitación del club azulcrema es un logro, ya que al estar juntas, sus voces pudieron escucharse más. “No solo nuestras voces, sino los mensajes, los cuales queremos que lleguen a más personas, la única forma de conseguirlo es teniendo cada vez más mujeres en la Barra, más presencia en los estadios”.
Sobre las sensaciones de vivir esta experiencia en el Azteca, con el récord de asistencia y en una final inédita, Shelma lo cuenta así: “es indescriptible, sucedió en uno de los estadios más importantes a nivel mundial, en una final inédita, por primera vez con una final de vuelta en Cdmx, también fue nuestra primera vez haciendo nuestras banderas (…) fue muy emocionante, me quedo con un gran sabor de boca, aunque hay otras cosas que hay que reflexionar”.
Shelma se refiere a lo mencionado anteriormente por Pilar: la seguridad extrema, el que encapsulen a las barras con granaderas y también que al estar en la zona de grupos de animación, se encontraban junto a la Monumental y a la Imparable (grupos de apoyo a América Femenil), pero al no compartir las mismas prácticas, se sintieron en riesgo.
“Nosotras gritamos consignas a favor de ambos equipos, eso puede incomodar a las barras locales, por apoyar a las rivales (…) festejamos el gol de América y también el de Pachuca y eso es algo que la gente no lo entiende tan fácil (…) aunque éramos un gran número, no era tan fácil hacernos escuchar, ya que las otras barras eran más grandes, hasta cierto punto, pensamos que puede llegar a ser peligroso convivir con ellas”.
El concepto de ‘barra’ se refiere a un grupo de personas que comparte ciertas características, que apoya a un club y que, por lo tanto, se considera un colectivo.
Además de ello, distintas líneas de investigación social señalan que las barras encarnan lo que la sociedad identifica como transgresiones, vandalismo y conductas fuera de la norma, lo que incluye actos violentos y agresivos contra “el otro” o “la otra”, es decir, aquellas personas que no son “de mi equipo”.
Sin embargo, la Barra Feminista va en contra de todo ello, y aunque usa el concepto de ‘barra’, es un hackeo a la palabra para demostrar que se puede ser barrista sin caer en la necesidad de humillar o violentar a quien está enfrente.
De acuerdo con autoras como Luisa Miranda, Ingrid Urrego y Diana Vera, las barras entran en el imaginario social como un espacio de identidad colectiva, cuyas expresiones son simbólicas y en las que no hay respeto por la diferencia, es decir, existe una enemistad o rivalidad hacia ‘el otro’, en este caso, el equipo de frente y su afición, lo que suele generar actos de violencia, pero la Barra Feminista ‘hackea’ este concepto y si bien dentro de ella hay mujeres que apoyan a América, Pumas, Chivas, Pachuca, Rayadas o Tigres, pueden convivir sin inconvenientes porque el objetivo del colectivo es apoyar a todas las mujeres que participan en el futbol.
“La esencia de la Barra Feminista es generar un espacio de sororidad, un espacio seguro, donde hay empatía por la otra, por las rivales, un espacio en el que se busca apoyar a las futbolistas, resaltar las desigualdades no solo salariales sino de las condiciones que tienen, la esencia de este grupo es de lucha y unión”, lo explicó Shelma Cerrillo.
La Barra Feminista ha venido a cambiar el paisaje de la afición al futbol femenil y a resignificar el concepto de barra, para alejarlo del prejuicio de violencia y humillación a las rivales, para convertirlo en un lugar en donde “otro futbol es posible”.
Esta nota fue publicada originalmente en LADO B, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.
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