La alcaldía Azcapotzalco resulta estratégica para el robo de hidrocarburos porque por ahí pasa la mayoría de combustibles que recibe la Ciudad de México. Se trata de un territorio urbano que se desarrolló bajo el cobijo de la refinería de Pemex y que ahora vive a la sombra de las tomas clandestinas de combustible
Texto: José Ignacio de Alba, con información de Andro Aguilar
Foto: María Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO.- A inicios de abril el gobierno de México dio a conocer que en Azcapotzalco se encontró una toma clandestina de combustible. El sitio del hallazgo se supo por una inspección que hizo Petróleos Mexicanos (Pemex) en el ducto Tuxpan-Azcapotzalco, donde detectaron ocho tomas clandestinas; siete en el Estado de México y una en Ciudad de México.
Ésta no es la primera vez que algo así ocurre en Azcapotzalco. En esta alcaldía al norte de la capital mexicana, el robo de combustible resulta frecuente. Hace dos años fue descubierto un túnel dentro de una bodega que ocultaba tomas desde cinco ductos. Medio año antes, se supo de otro caso cuando cinco personas que extraían combustible debajo de una maderería se intoxicaron. Siete meses atrás, una bodega con tres tomas clandestinas explotó y dejó cuatro heridos…
Cuando el gobierno de López Obrador dio a conocer, en conferencia matutina, el descubrimiento de una nueva toma clandestina se publicaron los datos de la ubicación (coordenadas 19.47388104, -99.20102957): un camellón entre las avenidas Tezozómoc y 5 de mayo, en la colonia San Miguel Amantla.
Según explicaron las propias autoridades, la toma tenía tres ramificaciones que distribuían el combustible a igual número de propiedades privadas. La “ordeña” del ducto está en un sitio demasiado obvio. Son dos avenidas con mucho paso vehicular, frente a colonias habitacionales y a un costado de una cámara de vigilancia del gobierno capitalino, conocidas como C5 (con el número 12788).
También en el sitio hay una gasolinera de la compañía Estación de Carga Vía Láctea, donde se rehúsan a dar entrevistas, pero explican que no es raro encontrar tomas clandestinas en el lugar. Incluso uno de los despachadores recuerda que: “aquí hasta en el panteón hay tomas clandestinas”. A 500 metros del lugar de “ordeña” encontrado por las autoridades federales está el Panteón Santa Lucía.
En uno de los extremos del pequeño cementerio Pemex encontró en 2019 una toma clandestina, también conectada al ducto Tuxpan-Azcapotzalco. La improvisada manguera de “ordeña” estaba disimulada en una tumba vacía. Según relata uno de los sepultureros, que pide no ser identificado, en las noches llegaba una pequeña pipa de 5 mil litros para llenar su tanque de carga.
El hombre, que da muchos detalles, asegura que acaba de llegar a trabajar al panteón. Pero dice que en algunos parques de Azcapotzalco se utilizan también para robar combustible. El llamado «huachicol» es un secreto a voces, del que los vecinos cuentan anécdotas con facilidad.
Otro habitante de las inmediaciones de avenida Tezozomoc platica que no es raro que hasta su casa llegue el olor a gas o gasolina que están robando. El sexagenario vive en un dilema difícil.
“Siempre he querido denunciar porque me da miedo que haya un accidente en la colonia, pero también sé que si denuncio es muy probable que a los malandros les digan que fui yo”.
La huella de Petróleos de México es visible en todo el rumbo. Bajo la sombra de Pemex se construyó la colonia Petrolera con viviendas para los trabajadores de la refinería que operó más de medio siglo hasta que fue cerrada en 1991 y causó el despido de más de 5 mil empleados. La planta dio nombre a la estación del Metro Refinería.
El sello de Pemex alcanzó a escuelas primarias con el nombre de la empresa del Estado. Uno de los dos hospitales centrales de Petroleós de México en la capital mexicana opera aquí.
La presencia de la refinería -hoy convertida en un parque- influenció, incluso, la gastronomía de la zona. Son varios los lugares que venden antojitos llamados “petroleras”: una enorme tortilla de maíz, gruesa que se sirve con frijoles, salsa, queso y otros ingredientes. La historia popular dice que los miles trabajadores de la refinería que salían a comer insistieron que las prepararan de ese tamaño para que lo compartieran y les diera tiempo de volver a su jornada.
La ausencia de la refinería desde hace tres décadas impactó también en la economía de la zona. Significó en algunas familias el cese de más de un integrante. Algunos antiguos petroleros iniciaron negocios propios, otros salieron como taxistas a las calles o se iniciaron en el comercio informal. Pero el combustible siguió fluyendo a unos metros de las viviendas. En ese entonces poco se hablaba del ahora conocido «huachicoleo».
El presidente Andrés Manuel López Obrador decidió acabar con el robo de combustible, también conocido como “huachicol”, porque según las autoridades federales este ilícito les costaba a las arcas públicas cerca de 81 mil millones de dólares anuales.
Después del anuncio del Plan Conjunto del Gobierno de México para Combatir el Robo de Hidrocarburos de Pemex, apenas 20 días de que López Obrador tomara protesta como presidente, inició la ofensiva en varios estados del país.
La mayoría del robo de combustible lo concentraron entidades como Puebla, Guanajuato, Hidalgo y Tamaulipas. El operativo que coordinó a diferentes dependencias del gobierno se dedicó a localizar la “ordeña” de ductos, sobre todo, localizados en lugares despoblados. Pero las autoridades federales empezaron a alertarse de que dentro de algunas poblaciones también hay tomas clandestinas.
La alarma se prendió, después de que el 18 de enero de 2019, en el poblado de Tlahuelilpan, Hidalgo, una fuga de combustible fuera aprovechada por los pobladores del lugar, quienes se dedicaron a recortar la gasolina en bidones y cubetas, mientras el hidrocarburo salía a borbotones del ducto. Horas después el sitio explotó y mató a 137 personas, además dejó a decenas de lesionados.
Así que el gobierno de López Obrador puso especial cuidado en detectar las tomas de combustibles que se encuentran en zonas pobladas, con la idea de prevenir accidentes. Apenas diez días después de los ocurrido en Tlahuelilpan las autoridades federales encontraron en Azcapotzalco varias tomas clandestinas; ubicadas en medio de zonas urbanas y colonias populares.
La alcaldía Azcapotzalco resulta estratégica para el robo de hidrocarburos, por ahí pasa la mayoría de combustibles que recibe la Ciudad de México dentro del ducto que lleva el nombre de la zona envuelta dentro de la metrópoli. De hecho, la toma clandestina encontrada en abril por el gobierno está a unos metros de este importante centro de distribución.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona