Una promesa rota, un recordatorio de lo difícil que es conseguir justicia en este país. A 10 años, la falta de verdad y justicia en el caso Ayotzinapa nos recuerda las heridas que decenas de luchas sociales nos han dejado.
Texto: Redacción Pie de Página
Fotos: Isabel Briseño, Jesus Almazán, Andrea López, Victor Pérez, Camilo Ocampo
CIUDAD DE MÉXICO.- Ayotzinapa no es solo un momento de movilización nacional. Representa la pérdida de la credibilidad, la pérdida de total liderazgo, la pérdida completa de confianza en el Estado mexicano. Eso es lo que representa la frase «Fue el Estado».
«Fue el Estado en el reconocimiento, efectivamente, de que no era sólo el crimen organizado, sino que era el aparato de Estado, más allá de los personajes, más allá incluso del propio Peña Nieto, sino que la estructura de gobierno estaba involucrada», aseguró el politólogo César Enrique Pineda, durante un análisis hecho para Pie de Página.
La marcha de este jueves 26 de septiembre, a 10 años de la tragedia que sigue impune y sin esclarecimiento completo, fue un llamado a toda la población mexicana a que no deje de exigir justicia, en esta fecha emblemática, que ya es parte de un ciclo histórico de lo que algunas personas analistas han denominado el levantamiento de las víctimas.
«El movimiento por la paz, con justicia y dignidad se había levantado ya desde 2011, despue´s vino un reflujo y viene una segunda movilización mucho más potente en efecto, en 2014, que creo que es cuando el régimen (de partidos aliados que pactaban con grupos del narcotráfico) se quebró», añadió César Pineda.
Ese hartazgo se transformó en un apoyo popular masivo ante una propuesta política, la del entonces canidato a la presidencia López Obrador, que propuso un cambio radical en la atencióna este caso y prometió buscar lo que otros gobiernos habían desdeñado: Verdad y Justicia. A pesar de que entre 2018 y 2022 se lograron avances significativos en ese sentido, después de esa fecha, no se logró avanzar más.
«Lo que ha sucedido en los últimos dos años es inaceptable, es intolerable y por esa vía no hay camino. Es decir, es literalmente, hay que decirlo con todas sus palabras, lo que hizo el presidente es inaceptable. Esta investigación ha sido descarrilada, el fiscal y los padres han sido perseguidos y el propio normalismo ha sido denostado», añade César Pineda.
De alguna manera, el reclamo que vemos en las calles, no solo de la Ciudad de México, sino en muchas otras de decenas de ciudades que se sumaron al clamor, es el reflejo de proceso de descomposición creciente de la relación de este movimiento con la Cuarta Transformación.
«Todo esto se ve en el contexto de un gobierno progresista fuertemente asediado por el poder mediático, por los poderes fácticos, eso es cierto, pero que también es interpelado desde otro lugar», comenta al respecto Teresa Rodríguez de la Vega, académica y analista «Todo esto no se ha entendido allá arriba, en la 4T, donde hoy encontramos con dichos en la conferencia y en una carta que se dio a conocer, que refuerzan una narrativa presidencial en la que se entiende Ayotzinapa en el contexto del asedio de la derecha a la 4T, algo que no tiene ni pies ni cabeza».
La crítica de Rodríguez de la Vega es que pareciera que, desde hace dos años, cuando se dejó de tener avances en la investigación, hay una construcción de una narrativa de reconciliación del pueblo mexicano con el cuerpo militar, algo que es incompatible con una ruta de memoria y verdad para Ayotzinapa y otras causas.
«Ahí andamos exigiéndole a la corona española que pida perdón por la conquista de hace cientos y cientos de años, pero a los militares los enaltecemos y parece que los militares no tienen que pedir perdón», comenta Rodríguez de la Vega
Fotos de la galería : Andrea López, Isabel Briseño, Jesus Almazán, Victor Pérez
Ese maelstar e incompatibilidad de narrativas es evidente. Fue el sentimiento que acompañó a los clectivos que marcharon este jueves del Ángel de la independencia al Zócalo. En su camino las madres y los padresd e los estudiantes desaparecidos se detuvieron en el AntiMonimento +43, donde realizaron el tradicional pase de lista coronado con el clamor «¡Justicia!».
Los familiares fueron acuerpados por estudiantes, ciudadanos y otros colectivos que reclamaron al Gobierno, pero sobre todo al Éjercito mexicano por este crimen.
Pareceira, comenta la filósofa Diana Fuentes, que en estos 10 años pareciera que esta herida social, que sigue abierta, se ha intentado ocultar en la tersura de una nueva historia, la de la aquisencia del Ejército, institución contra la que la izquierda mexicana había luchado históricamente.
«No hay que olvidar que a esas familias les desaparecieron a sus hijos en condiciones de una violencia extrema, eran jóvenes que iban a marchar en la marcha del 2 de octubre», comenta Duana Fuentes. «Yo creo que estamos de alguna manera en un luto constante sobre este tema. Todo duelo requiere que hay un proceso de cierre y en este caso no hay proceso de cierre, entonces no podemos transitar de ese perpetuo duelo a algo que nos permita pasar a otra cosa como nación».
Ese malestar, esa herida abierta, se traduce en un choque que genera una oposición entre varios sectors sociaes y la narrativa que se quiere construir desde el gobireno, por eso, la demanda de verdad y la presetnación de los normalistas cobra fuerza aún a 10 años.
«Hasta que no haya verdad y no haya justicia, esta será una fecha de lucha de la gente de izquierda desde abajo y con los pueblos, junto a la gente menos favorecida», añade al análsis Gabriela Arévalo. «Yo hoy veo a una 4T muy preocupada por lo que creen es el bien mayor (la aceptación del Ejército) y para ellos creo el bien mayor es consolidar las condiciones para el no regreso de la reacción y del conservadurismo. Y creo que Ayotzinapa, como otras causas, quedan atrapadas en ese cálculo político».
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