28 febrero, 2022
La doctora Debora Ley, una de las integrantes del brazo científico de la ONU en materia de Cambio Climático, destacó que aun cuando el más reciente estudio del equipo sobre la crisis climática parece muy pesimista, conserva un rayo de esperanza si es que políticos y sociedad realizamos acciones en esta década
Texto: Arturo Contreras Camero
Foto: Roxanne Desgagnes / Unsplash
CIUDAD DE MÉXICO.- “Ciertamente (el informe) es alarmante”. Dice con seguridad Debora Ley en una entrevista por videollamada. “La parte de la que hablamos nosotros como autores de que no todo es gloom and doom (fatal y pesimista) es que hay una ventana, muy pequeña, de que todavía podemos tomar opciones”.
La doctora Débora Ley es parte del grupo de 270 científicos internacionales que, desde el 14 hasta el 27 de febrero de este año sostuvieron reuniones para elaborar el reporte sobre de Evaluación del Cambio Climático, el Assessment Report 6, según su nombre en inglés. También formó parte del reporte especial publicado apenas el año pasado en el que el IPCC señaló que la meta de detener el Calentamiento Global a menos de 1.2 grados centígrados ya era imposible, por lo que se establecía una nueva meta de 1.5 grados; misma que ahora pareciera escapar de las metas ambientales posibles.
La doctora Ley habla sobre los impactos de la crisis climática en la sociedad y las esperanzas que aún nos quedan como opciones para adaptarnos y aminorar todos esos efectos perniciosos. Este fin de semana el Panel Intergubernamental de expertos sobre Cambio Climático de la ONU publicó la segunda entrega del Sexto Reporte de Evaluación.
El documento toma todo el conocimiento científico sobre la Emergencia Climática con el que cuenta la humanidad hasta el momento, y lo reúne para trazar medidas científicamente sustentadas de cómo hacer frente a sus embates. Según el reporte ya estamos viviendo los efectos catastróficos de la Emergencia Climática, un fenómeno provocado por la explotación industrial de los recursos, pero estos podrían agravarse durante las siguientes décadas y cobrar saldos cada vez más letales si no se hace nada al respecto.
“En el estudio se ve que todavía hay esa posibilidad, lo que tenemos que hacer son esas transiciones en las siguientes décadas. Tiene un rayito de esperanza de que tenemos en nuestras manos poder tomarlas, para dar un paso en la dirección correcta. Las transformaciones grandes se tienen que dar en esta década, todavía hay opciones que si no implementamos ahora, tal vez después sea demasiado tarde. Tenemos una década para tomar acciones en las que se hable de justicia climática y del papel que tiene la sociedad civil, del papel de todos como sociedad y del papel del humano con la naturaleza, que no es solo adaptarla, sino que hay que proteger la naturaleza”.
Debora Ley.
Estos reportes, como explica la misma doctora, buscan dar recomendaciones que son policy relevant y no policy descriptive, es decir: que el IPCC no puede decirle a los gobiernos del mundo exactamente qué hacer, pero sí puede brindar herramientas para saber qué hacer frente al Cambio Climático.
En el informe se advierte que las regiones más vulnerables al Cambio Climático son, de momento, las ciudades costeras y las comunidades ribereñas, sin embargo advierte que los efectos podrían trasladarse a muchas otras comunidades o ciudades en los próximos años gracias no solo a meteoros climáticos cada vez más catastróficos, sino a los efectos en cadena que pueden provocar.
Por ejemplo, la sequía que actualmente se vive en el suroeste de Estados Unidos afecta también a las zonas en el norte de México. “La sequía del suroeste de Estados Unidos ya se considera una megasequía, pero esto no es raro. Por cada décima de grado que aumente la temperatura del planeta, los impactos van a ser peores”, advierte, y después añade. “El Cambio Climático llega a exacerbar otro tipo de conflictos. Los que hemos visto son sequías y falta de agua, pero estos podrían escalar, no porque los genere el mismo Cambio, sino que es el factor de fondo que contribuye”.
La doctora participó en la segunda entrega del sexto reporte del IPCC; la primera entrega, que se publicó en agosto del 2021, ya advertía que todos los grandes cataclismos meteorológicos que estamos viviendos guardan una relación con el Cambio Climático, mismos que provocarán profundas sequías y problemas de seguridad alimentaria que podrían causar hambrunas generalizadas entre los sectores más pobres de la población.
“Lo que estamos viendo es que se puede tener un evento climático extremo y hay una falta de infraestructura resiliente (que pueda sobrellevar estos eventos); esto empeora la situación. Algo importante que resalta el reporte es ese vínculo de la naturaleza con el ser humano. No podemos estarla tomando en cuenta como algo utilitario, sino que hay protegerla por lo que es, porque a medida en que podamos preservarla vamos a poder disfrutar de sus servicios por más tiempo”.
Si bien durante las últimas décadas en diferentes puntos del mundo se han llevado a cabo proyectos de adaptación al cambio climático, muchos de estos no han seguido los procesos adecuados según los climas y las necesidades naturales del lugar, lo que lleva a que tengan un efecto contrario, el de la “maladaptación”, una medida que no solo falla en resolver lo que buscaba, sino que tiene efectos aún peores.
“Lo que se ha visto en otros países, por ejemplo, es cuando se habla de reforestación. Cuando se quitan bosques ya maduros para plantar otro tipo de árboles, que cambian el ecosistema en cuanto al tipo de biodiversidad y fauna”, dice sobre el concepto que se incluye en la segunda entrega del sexto reporte.
La científica ejemplifica con la irrigación eficiente o reforestar a gran escala con plantas equivocadas lleva a la «maladaptación».
«Muchos de los proyectos que han fallado son los de alivio de pobreza sin tomar en cuenta las necesidades de las comunidades. Por ejemplo, después de un huracán se ayuda a la población a partir del nivel de ingreso y no del nivel de vulnerabilidad, que es decir, eres vulnerable si vives a tantos metros de la costa, pero cuando se toma por nivel de ingreso, igual se ayuda a los más pobres pero no a los más vulnerables”.
Una de las grandes conversaciones durante la COP 26 que se llevó a cabo en noviembre del año pasado en Glasgow, Escocia, es la falta de fondos internacionales que se destinan a dos efectos primordiales del Cambio Climático: la adaptación y la reparación de pérdidas y daños.
Mientras los grandes países industrializados envían carretadas de dinero dirigidas a paliar los efectos negativos que dejan sus procesos productivos, es decir a mitigar sus efectos, las metas de financiamiento internacional respecto a la adaptación y a las pérdidas y daños no son suficientes.
“Encontramos un enorme vacío de financiamiento, lo que ha hecho que en los últimos años no se cumpla con la meta necesaria”, añade la doctora Ley. “Se destina más dinero a la mitigación que a la adaptación, pero esta es igual de importante. Ya estamos sintiendo los impactos, y la situación sólo va a ir empeorando. Las acciones de adaptación tienen que ir de la mano con las de mitigación. Incluso, las necesidades de adaptación actualmente, son mayores a las acciones que se hacen en mitigación. El reporte se enfoca en esta parte financiera, sobre todo por la de pérdidas y daños, porque hay sistemas (ecosistemas) que podrían llegar a tener cambios reversibles, pero hay otros que ya se perdieron”.
A pesar de que la última entrega de este reporte está enfocada en las acciones que se pueden tomar desde las posiciones políticas de los tomadores de decisiones, no deja de mencionar el importante papel que juega la sociedad civil en cuanto a la Emergencia Climática.
“Una tendencia o algo que se encontró en el reporte sobre los 1.5 grados de 2018 decía que hay un papel grande para toda la sociedad. No hay una sola opción (de acción) que lleve al 1.5 por si sola y este reporte vuelve a decir eso, que involucra el papel de todos, que se reconozca la importancia de la sociedad civil, de las movilizaciones, como las que se hacen cuando se hacen movimientos para salvar un área natural protegida, esto está tomando más auge, se ve cuando en otros países la gente sale a votar, o incluso hasta cuando va uno de compras”, asegura la doctora.
“Cada vez más hay que tener en mente los conceptos de Justicia climática en estos espacios, incorporar a los más marginados y a los más vulnerables a estas conversaciones; a los que han sufrido algún evento climático. Que ellos sean parte de esta conversación, cuando hablamos de que las más vulnerables son las comunidades más aisladas, las mujeres y los niños, pues entonces es importante que estos sectores se involucren. Es necesario promover que haya más participación de poblaciones indígenas para saber cómo se integra su conocimiento ancestral, porque estas son las comunidades que han permanecido tanto tiempo en el planeta por su relación con la naturaleza”.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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