Texto y fotos: Ángeles Mariscal / Chiapas Paralelo
Las mujeres que se reunieron en el Primer encuentro de artesanas por la defensa de sus diseños, buscan que empresas de México y trasnacionales no se apropien de los símbolos plasmados en los textiles y artesanías donde expresan su ideología, sus pensamientos y su historia. Demandan el reconocimiento de la propiedad intelectual de sus diseños
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS.- Son mujeres, son indígenas, son artistas y artesanas que conservan el patrimonio cultural de sus pueblos, a través de sus bordados.
Ahora, buscan que empresas de México y trasnacionales no se apropien de los símbolos plasmados en los textiles y artesanías donde expresan su ideología, sus pensamientos y su historia, y demandan el reconocimiento de la propiedad intelectual de sus diseños.
“Como mujeres luchadoras, como mujeres con dignidad, estamos luchando para conservar nuestros propios diseños, diseños que nuestras abuelas nos han heredado”, explicó Marina Rodríguez, una mujer indígena maya originaria de Guatemala.
Marina, de 58 años, porta una blusa bordada por ella misma, donde viene la historia de su pueblo. “Esto significa cumatzin, que es serpiente emplumada; esto significa las estrellas; esto tziquin, los pájaros; esto es el relámpago, coyopá; esto ecotzig, la reproducción femenina”, dice mientras muestra un símbolo que semeja a una vagina. “Para nosotras esto tiene un gran significado, una gran ideología, son pensamientos, son historia. Son pensamientos ancestrales que nuestras abuelas nos heredaron”.
Al igual que las más de cien artesanas de México y América Latina que asistieron al Primer encuentro de artesanas por la defensa de sus diseños, Marina aprendió desde niña a reproducir su historia con hilos que forman blusas, faldas, vestidos, tapetes, aretes, pulseras.
Los diseños de estos productos que ellas mismas visten y que venden en mercados locales, donde los consumidores desvalorizan su trabajo y les regatean los precios. Por una blusa cuya elaboración les lleva 15 días de trabajo, solo les llegan a pagar 400 pesos, explica Micaela López Gómez, originaria de Pinotepa de Don Luis, Oaxaca.
En contra parte, en años recientes han sido plagiados por empresas de ropa como Zara, Mango, Liverpool, entre otras; por la Nestlé que los comercializa a través de tazas, por editoras de libros que los copian en sus portadas; por particulares que comercializan diseños e imágenes a través de internet; e incluso por empresas de cine como Disney Pixar, cuyo éxito más reciente fue Coco, película basada en las tradiciones mexicanas a las que nunca les dio el crédito ni especificó su origen, y por las que han obtenido ganancias que superan los 800 millones de dólares, explicó el especialista Carlos Lima.
Ante este panorama, Lima subrayó que “el gobierno está obligado a generar los instrumentos para que se les permita crear sociedades de gestión colectiva –como la de los compositores, escritores- que reclamen el derecho de comunicación pública que están explotando las empresas, y exigir que un porcentaje de las ganancias se destinen a los propietarios de esos bienes culturales intangibles”, detalló en el encuentro.
Explicó que en México el marco jurídico a través del que puede proteger el patrimonio cultural de las mujeres indígenas, está en tres dependencias: en el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) a través de los que se puede incidir en las legislaciones internacionales; en Indeautor y en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), donde se vigila la no violación a los derechos culturales.
Lograrlo requiere del cabildeo que puedan hacer legisladores y representantes en el Senado de la República. Las mujeres bordadoras, de México y América Latina, hicieron una alianza con artistas, tejedoras, legisladoras del Congreso de las Unión y la CNDH, para impulsar leyes que protejan el patrimonio intangible expresado en sus textiles.
“No queremos solo las regalías de las empresas, no queremos que digan: ya te vendí ya te regreso una parte. Eso no resuelve el problema. Lo que queremos es que no sigan haciendo esos plagios”, dijo Roselina Santiz Díaz, presidenta de la Red de Cooperativas del Sur.
“Lo que no queremos es que se sigan copiando los diseños de nuestros símbolos. Por eso queremos denunciar, queremos pedir al gobierno que nos ayude, que nos ayude con las leyes. No es justo que ellos se roben nuestros símbolos que para nosotros es una reliquia que nuestras abuelas nos han heredado”.
En el encuentro de artesanas, las mujeres también hicieron un llamado a consumidores, para que conozcan quienes son las artesanas, cuáles son sus cooperativas, y quienes son intermediarios.
“El patrimonio cultural nos pertenece a nosotras y por lo tanto, si alguna diseñadora quiera usarlos, que haga trámites para pedir permiso y de lo contrario que las sancionen e indemnicen a las comunidades a las que pertenecen los diseños (…) que nos respeten como pueblos indígenas, porque nuestros diseños forman parte de nuestra historia, de la historia de nuestras ancestras. Pedimos que no nos roben, que nos respeten porque para nosotras es algo sagrado”, demandó a nombre de las artesanas, Romelia Pérez Gómez, indígena tzeltal del municipio Amatenango del Valle.
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