10 marzo, 2023
Los incendios forestales se iniciaron en octubre de 2022 y se extendieron hasta inicios de 2023. El fuego arrasó bosques nativos en la zona de montañas.
Texto: Yvette Sierra Praeli / Mongabay
Fotos: Greenpeace
ARGENTINA. – “Hubo un mes entero que no veíamos el Sol por las nubes de humo que teníamos. Un mes entero, entre octubre y noviembre, no pudimos ver el Sol”. David Sarapura, de la comunidad indígena Kolla Tinkunaku, recuerda así los incendios forestales ocurridos durante los últimos meses de 2022 en el departamento de Orán, en la provincia de Salta, Argentina.
Sarapura describe que “fue terrible, tanto, que la gente mayor nos decía que incendios así nunca habían ocurrido, por eso, ni los aviones hidrantes podían trabajar sobre el fuego porque no tenían visibilidad”.
Una situación similar se vivió en General José de San Martín, otro de los departamentos ubicados en la provincia de Salta, cercano a Orán.
Imágenes satelitales de la plataforma Global Forest Watch (GFW) muestran cómo, a partir del 1 de octubre de 2022, tanto en Orán como en General José de San Martín se encienden las alertas de deforestación en toda la zona afectada por el fuego.
Según un informe de Greenpeace Argentina, que incluye datos del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), solo en la provincia de Salta los incendios forestales afectaron a cerca de 95 mil hectáreas de bosques durante el año 2022. En todo el país, el fuego alcanzó a 1,8 millones de hectáreas en 23 de los 24 distritos.
A mediados de diciembre hubo precipitaciones que frenaron el avance del fuego, aunque siguió activo en algunos lugares. A fines de diciembre se registraron más lluvias que apagaron los incendios. Para inicios de 2023 quedaban algunas zonas puntuales con fuego, pero era muy poco, asegura Sarapura.
“El año pasado, Salta tuvo una importante cantidad de incendios. Es un problema que está creciendo y que ha sido fuerte los últimos tres años con la sequía que tenemos”, explica Hernán Giardini, coordinador de las campañas de Bosques y Cambio Climático de Greenpeace Argentina, quien revisó tres zonas en las que la plataforma GFW registró alertas de deforestación y constató que se trataba de áreas afectadas como consecuencia de los incendios forestales.
Giardini advierte que no es usual que se incendie una gran cantidad de áreas en Salta, como ocurrió el año pasado, sobre todo en la selva de yungas, una zona de montaña, donde esta vez sí hubo muchos incendios.
De acuerdo con datos de la plataforma GFW, entre octubre de 2022 y enero de 2023 se registraron 548 alertas de incendios en el departamento de Orán; mientras que en el departamento de General de San Martín las alertas por fuego llegaron a 990.
El coordinador de las campañas de Bosques y Cambio Climático de Greenpeace Argentina recuerda que Argentina atraviesa por una intensa sequía, lo que propició que “muchos focos de incendio se terminaron expandiendo”.
Desde el año 2019, gran parte del territorio argentino está experimentando sequías. “El año pasado (2022) fue un 12,8 % más seco que el promedio, y se ubicó así entre los 14 años más secos desde 1961 en Argentina”, indica el informe Clima en Argentina 2022: temperaturas extremas, sequía y récords, realizado por el Servicio Meteorológico Nacional.
Otro reporte de la misma institución, publicado en febrero del 2023, indica que a inicios del mes las temperaturas extremas se concentraron principalmente en la Patagonia, pero que a partir del 6 de febrero el calor se desplazó de sur a norte. Las imágenes registradas para el reporte muestra cómo las altas temperaturas van cubriendo todo el territorio argentino.
En Argentina, el 95 % de los incendios es ocasionado por el ser humano. Giardini explica que algunos incendios son intencionales, otros accidentales o de negligencia. “Cuando digo accidentes me refiero desde un asado mal apagado o una colilla de cigarrillo, también mal apagada, hasta las quemas del pasto para el rebrote, una práctica que en época de sequía se expande con facilidad. Después de un desmonte se quema, o se quema justamente para evitar el permiso de deforestación”.
El otro 5 % de los incendios —continúa Giardini— se produce por tormentas de rayos que caen en medio del bosque y prenden el fuego que se expande en la época de sequía. “Eso también sucede a veces en zonas de difícil acceso para los brigadistas y se complica más en la montaña”.
Las áreas que se quemaron en Orán y General José de San Martín son zonas de selva en la montaña, afirma el experto de Greenpeace. “Estuvimos con las comunidades ayudándolos para luchar contra el avance del fuego. Las causas del fuego aún no se saben”.
“Si se pregunta a las personas mayores, a los abuelos, el cambio climático ha sido impresionante en poco tiempo; desde la pérdida de agua hasta la pérdida de algunas especies o el traslado de los animales silvestres de un lugar a otro”, comenta Sarapuran y menciona algunos ejemplos. Nunca antes, dice, se había visto un yaguareté (jaguar) sobre los 3 mil metros de altura, porque normalmente están por debajo de los 2 mil 500; pero en estos últimos años y con este incendio, se vieron yaguaretés a esa altura.
El indígena de la comunidad Kolla Tinkunaku asegura que muchas especies de fauna silvestre huyeron por el incendio, pero otras murieron calcinadas.
“Tenemos jaguares (Panthera onca), tapires (Tapirus terrestris), corzuela (Mazama gouazoubira), de Vanzolini (Saimiri vanzolinii). Esta región tiene muchos animales porque es una de las regiones de Argentina más pobladas con vida silvestre”, comenta Sarapura.
Con la intensa deforestación que ha ocurrido en los últimos años en Salta, señala, los animales han ido migrando hacia las zonas más altas, justo a los lugares en donde ocurrieron los incendios del 2022. “Sin su hábitat natural tuvieron que migrar a otros sectores y ahí están sobreviviendo. Esperemos que este año no sea tan seco, porque si eso ocurre fulminará todo el bosque. Por ahora algunos árboles han quedado en pie”, agrega.
Ana Álvarez, presidenta de la Red Agroforestal Chaco Argentina, señala que en Formosa, Chaco y Salta —tres provincias del Chaco Argentino— hay mucha población indígena que vive en comunidades y mantiene una íntima relación con los bosques, por lo que depende directamente de ellos.
Por tanto —aclara Álvarez— la deforestación a la que está sometida la provincia de Salta, como consecuencia de la instalación de grandes extensiones de monocultivos (soya, maíz y otros) y de la ganadería, ha afectado la fuente de recursos de las comunidades originarias, generando conflictos en la región.
Álvarez cuenta cómo se dio el proceso de deforestación en la provincia de Salta y, en general, en la región del Chaco argentino. Primero hubo una expansión de la agricultura en los años setenta, pero fue aún más intensa a inicios del siglo XXI, cuando se instalaron cultivos de soya y llegó a la zona la ganadería que estaba asentada en la región de la Pampa.
La experta comenta que hace unos 20 años ocurrió un cambio de las condiciones climáticas en la región del Chaco, dándose un ciclo más húmedo que duró algunos años. “Fue entonces cuando toda esa región se abre primero para cultivos, principalmente de soya, pero también de frijoles, maíz y caña”.
Con el tiempo, cuando se redujeron las lluvias y los cultivos dejaron de ser rentables, las tierras que habían sido deforestadas para instalar los sembradíos se convirtieron en espacios ganaderos. Luego de la crisis económica en Argentina, ocurrida durante los primeros años del siglo XXI, y la subida de los precios internacionales de la soya propician la expansión de estas actividades.
“Se multiplica todo el proceso de deforestación en las provincias del norte, que son parte de la región chaqueña, donde había bosques nativos con maderas duras de un valor incalculable que terminan siendo taladas y quemadas para que esas tierras sean incorporadas a los campos de cultivo de la soya. Hay una expansión enorme del cultivo de soya en la primera década de este siglo”, explica Álvarez.
El Gran Chaco es el segundo bosque más grande de Sudamérica, después de la Amazonía, que se extiende por 110 millones de hectáreas en cuatro países: Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia.
Según el informe de Greenpeace, aproximadamente el 80 % de los desmontes se concentran en cuatro provincias del norte de Argentina: Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa. Estas provincias forman parte del “Gran Chaco, el segundo ecosistema forestal más grande de Sudamérica y una de las áreas más ricas en biodiversidad del mundo, con 3 mil 400 especies de plantas, 500 aves, 150 mamíferos, 120 reptiles y 100 anfibios”, dice en el estudio.
El reporte también indica que las principales causas de la pérdida de bosques son el avance de la frontera agropecuaria —ganadería intensiva y soya transgénica, que en gran medida se exportan a Asia y Europa— y los incendios forestales.
La Ley de Bosques fue promulgada en el año 2007, luego de que la sociedad civil presionara al Congreso Nacional mediante un millón y medio de firmas. Con esta norma que obligó a todas las provincias a realizar el Ordenamiento Territorial de sus Bosques Nativos (OTBN) se prohibieron los desmontes en casi el 80 % de las zonas forestales. Sin embargo, algunos ordenamientos como los de Salta y Chaco fueron modificados por sus gobiernos provinciales y, como consecuencia, se redujeron las áreas en donde se prohibieron los desmontes. La ley también ordenaba la actualización del OTBN cada cinco años, pero no todas las provincias han cumplido con hacerlo.
“Desde que se promulgó la Ley de Bosque, en la provincia del Chaco se han perdido una 400 mil hectáreas de bosque, estamos cerca del medio millón. Si agrandamos la lupa y hablamos de todo el Gran Chaco, en los últimos 13 años, desde 2004 hasta 2017, se perdieron siete millones de hectáreas. Esta cifra incluye a Paraguay y Bolivia, pero gran parte de estos siete millones de hectáreas está en Argentina”, menciona el físico italiano Ricardo Tiddi, integrante de la plataforma ciudadana Somos Monte.
En Salta, una de las provincias que integran el Gran Chaco Argentino, el desmonte alcanzó las 15 230 hectáreas entre enero y diciembre de 2022 . Si se suma la pérdida de bosques de las provincias de Santiago del Estero, Chaco y Formosa la cifra sube a 112 545 hectáreas en el norte de Argentina. “Ha sido tanto el desmonte en Argentina que casi no quedan corredores para que los animales puedan desplazarse entre lo que es el Gran Chaco argentino y el resto del Gran Chaco en los otros países”, agrega Tiddi.
Para Lecko Audencio Zamora, defensor de los derechos de los pueblos indígenas e integrante del pueblo Wichi, los incendios ocurren principalmente por el avance de las empresas de soya. “Siempre han predicado que trae salud y progreso, pero en realidad, para los pueblos indígenas, han traído todo lo contrario, desalojo de la tierra, más pobreza, más hambre y menos salud”.
Este trabajo se publicó originalmente en MONGABAY. Aquí puedes consultar la publicación original.
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