Ante la necesidad de sostener y preservar su derecho a la memoria y a la verdad, los Árboles para la memoria buscan hacer presentes a las mujeres víctimas de feminicidio y a las y los potosinos desaparecidos en México, colocando alguna frase, deseo o recuerdo dedicado a sus hijas, hijos, esposos, hermanas y hermanos en el espacio público
Texto:: Narrativas dignas
Fotografías: Cecilia Guerrero (@cegroguerrero), Alan Martínez de El Candidato MX y Narrativas dignas
SAN LUIS POTOSÍ. – “Cuando un ser querido se convierte en recuerdo, la memoria se convierte en un tesoro”, escribió Yolanda Rodríguez tras la pérdida de su hija Nataly Alonso, víctima de feminicidio el 15 de junio del 2019, en la ciudad de San Luis Potosí, México.
Esa frase, escrita en letras cursivas blancas sobre un fondo morado y decorada con mariposas de plástico, acompaña la última selfie que la adolescente de 16 años se tomó. Ambas impresiones cuelgan de un gran árbol, ubicado en la Plaza de Armas, enfrente del Palacio de Gobierno, en la capital potosina.
Yolanda comenta que habla de su hija menor en presente porque su recuerdo la acompaña en todo momento. Para ella es importante evocar a Nataly de forma feliz, siendo libre y amorosa; de manera contraria a cómo ha sido tratada por las autoridades, la academia y los medios de comunicación, que la han revictimizado y culpado de su muerte.
“El asesinato de mi hija fue cubierto por un periódico de nota roja (el diario San Luis Hoy). En el contenido se hace una descripción de cómo le arrebataron la vida y qué signos de violencia había cuando encontraron su cuerpo, además adjuntaron una fotografía de su cuerpo. Esta información no debió haber sido publicada, la dignidad de mi hija no debió nunca lastimarse de esa manera”, piensa Yolanda, y señala que estas prácticas lucran con la muerte y con el dolor que se queda en las familias.
“Yo tengo allá arriba, entre las estrellas, a alguien que nunca olvidaré”, escribió la mamá de Nataly detrás de su foto, durante la conmemoración del Día Estatal por la Justicia para las Víctimas de Feminicidio, el pasado 14 de mayo.
Yolanda soñaba colgar la frase y la foto de su hija en un árbol lleno de mariposas.
“Nataly quería ser libre, sin pensar que por esa libertad iba a perder la vida. Ella era un capullo y ahora se convirtió en una mariposa. Ahora es libre y anda volando por todos lados”, imagina la madre.
El proyecto Narrativas dignas nace como respuesta a la necesidad de las familias de personas desaparecidas y mujeres víctimas de feminicidio de sostener y preservar su derecho a la memoria y a la verdad. Re apropiándose de sus historias y el recuerdo amoroso de sus hijas e hijos, frente a las narrativas revictimizantes que los culpan del delito y a la política de borramiento de la memoria, estrategias utilizadas por el Estado para justificar su inacción.
Árboles para la memoria fue la primera intervención del proyecto Narrativas dignas, apoyado por el Fondo Resiliencia de Global Initiative against Transnational Organized Crime (GI-TOC), que fungirá como puente para que las familias de víctimas de feminicidio y de personas desaparecidas den sus parámetros sobre cómo quieren que la vida y los casos de sus seres queridos sean narrados, trabajando en la creación de historias que coloquen a sus familiares al centro.
Los Árboles para la memoria buscan hacer presentes a las mujeres víctimas de feminicidio y a las y los potosinos desaparecidos en México. Colocando alguna frase, deseo o recuerdo dedicado a sus hijas, hijos, esposos, hermanas y hermanos en el espacio público.
Más de noventa fotografías de personas desaparecidas, cuyas familias integran el colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros, once fotografías de las hijas de la colectiva Por ellas, por nosotras y por todas y cuarenta nombres de mujeres víctimas de feminicidio fueron colocados en los árboles frontales de los edificios que albergan el Poder Ejecutivo y Legislativo, en la capital de San Luis Potosí. Recordando la deuda histórica que el Estado tiene con las víctimas y sus familias.
Para el proyecto Narrativas dignas es fundamental que las historias de desaparición y feminicidio sean contadas desde el recuerdo amoroso y respetuoso de las familias de las víctimas. Y señalar que la narrativas revictimizantes utilizadas por el Estado, la academía y los medios de comunicación vulneran la dignidad, borran la identidad y culpan a la víctima del delito sufrido.
La primera intervención se realizó con el colectivo de búsqueda de personas el 10 de mayo de 2023, durante la manifestación por el Día de la Madre, y con el colectivo de familias con hijas víctimas de feminicidio, el 14 de mayo, en la conmemoración por el Día por la Justicia para las Víctimas de Feminicidio.
En San Luis Potosí, durante el Día de la Madre, la manifestación anual de buscadoras comenzó alrededor de las 11 de la mañana. Las madres, hermanas y esposas de personas desaparecidas que integran el colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros, partieron de la Caja del Agua y caminaron por Zaragoza, una calle peatonal en el Centro de la ciudad. La primera parada fue en el Edificio Benito Juárez, recinto del Poder Legislativo.
“Es el día más triste del año. Un día fuimos muy felices al ser madres y otro día nos rompieron el alma. Una madre no abandona jamás a su hijo (…). Somos la voz de nuestros hijos desaparecidos porque la dignidad se tiene que proteger”, gritó Edith Pérez Rodríguez, directora del colectivo y mamá de Alexis y José Arturo Domínguez, que fueron desaparecieron en la carretera que atraviesa El Mante, Tamaulipas, cuando regresaban de viaje junto a su hermano Ignacio Pérez y sus sobrinos Aldo Pérez y Milynali Piña, el 14 de agosto de 2012.
Desde julio de 2022, a los diez meses de la llegada de Ricardo Gallardo Carmona al mando del gobierno estatal, Edith ha denunciado la falta de sensibilidad y el mal manejo de la información que hace el Estado cuando sucede una desaparición, revictimizando y culpando a las víctimas.
“Cada sexenio estamos batallando con la lengua viperina de los gobernadores y funcionarios públicos”, señaló la directora de Voz y Dignidad por los Nuestros
La caravana partió rumbo a la Plaza de Armas, la plaza principal de la capital. Las familias se concentraron en la explanada frontal de Palacio de Gobierno, edificio que se encuentra protegido por vallas metálicas. Ahí, buscaron la foto de sus ausentes y, en la parte posterior, escribieron algún recuerdo, deseo o pensamiento dedicado a ellas y ellos. Al terminar, de un listón amarillo fueron colgando las fichas de búsqueda en las ramas de tres frondosos árboles.
“Qué difícil la vida sin ti, hija. Mi 10 de mayo no es día de fiesta, es de lucha y de protesta. Mientras unos me esperan en casa, yo no puedo sentarme a celebrar este día. Por eso, salgo gritando tu nombre. ¡Hasta encontrarte!”, escribió Tere Medina a su hija Perla Padrón, que fue desaparecida junto a su esposo, José Alberto Gallegos, el 14 de junio de 2013, en el municipio de Rioverde, en la zona Media del estado.
“Yo siempre tengo a mi hija presente, pero el fin es hacerla presente ante la sociedad, ante el gobierno. Que no pase desapercibida. A pesar de que pasa el tiempo, pasan los años, ella permanece”, dice Tere, y agrega que la presencia de su hija y las decenas de personas desaparecidas en la plaza principal de la capital potosina debería de ser tomada en cuenta por las autoridades.
En los últimos dos años se ha disparado la violencia y, con ella, la cifra de personas que han sido desaparecidas en San Luis Potosí. En ese tiempo se han integrado al colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros más de 80 familias de Villa de Reyes, Rioverde, Ciudad Fernandez, Cerritos, Ciudad del Maiz, Matehuala, Tamasopo, Tamuín, San Luis Potosí, entre otros municipios más .
Las instituciones encargadas de la búsqueda de personas se encuentran rebasadas, y el Estado no se ha preocupado por robustecerlas ni ha dotado de condiciones laborales dignas y seguras a sus trabajadores. Personal de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CEBP), en la zona Media y el Altiplano potosino, fueron atacados por el crimen organizado en tres ocasiones.
A la par del aumento del delito, las autoridades han cooptado las historias de muchos de los casos: culpando a las víctimas y a sus familias de la desaparición, y colocando la narrativa de que no merecen ser buscados, “porque andaban en cosas malas”. De esta forma, justifican la inacción de sus instituciones de búsqueda y se garantiza la impunidad en los casos.
La cooptación de narrativas no es una estrategia nueva, ha sido utilizada por los gobiernos de todo México durante más de 10 años, desde que se dispararon los niveles de violencia a raíz de la llamada Guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderon.
“Estos ejercicios de criminalización son una forma de revictimización que afecta profundamente a las familias de las personas desaparecidas. Además, es una clara muestra de la falta de compromiso y responsabilidad de las instituciones encargadas de la búsqueda y localización de los desaparecidos”, detalló el comunicado número diez del Consejo Ciudadano de la CEBP, emitido el 8 de mayo.
A la semana de la instalación de los Árboles para la memoria, fueron retiradas las fichas de dos de los tres árboles, únicamente quedaron 15 fotografías de las más de noventa que se hicieron presentes en la instalación. Autoridades estatales las resguardaron después de ser retiradas por servicios municipales.
“Es muy triste, primero los desaparece el crimen y ahora los desaparece el mismo gobierno”, comentó la señora Verónica Vargas, el pasado 19 de mayo. Ella busca a su hijo Alan Michael Martínez, desaparecido el 26 de julio de 2021, cuando viajaba por trabajo a Lagos de Moreno, Jalisco, junto a Calep Adonai Maldonado, Jorge Rodríguez e Israel Andrade.
Mientras las madres y hermanas de Alan, Calep y Jorge se encontraban frente al árbol con los rostros de sus ausentes, una señora se acercó a preguntar sobre las fichas. El 26 de abril de 2018 su hijo, Lauro Arturo Licea Cedillo, fue desaparecido en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas, y ella quiere que su foto también esté presente en las copas de los árboles de Plaza de Armas.
Dora García, mamá de Ale García, víctima de feminicidio el 17 de enero de 2021, viajó desde el municipio de Rioverde para la conmemoración del segundo Día por la Justicia para las Víctimas de Feminicidio, el 14 de mayo de 2023.
En la mañana de aquel soleado domingo, Dora observó las decenas de fichas con los rostros de personas desaparecidas que fueron colocadas cuatro días antes, y buscó a su sobrino, Luis Miguel Martínez García, desaparecido el 30 de noviembre de 2021 en Rioverde.
“Mi niño, te seguimos buscando. No perdemos la esperanza de que algún día regreses. Te amamos y te extrañamos mucho. Que Dios te bendiga donde quiera que estés y que Dios perdone a las personas que te arrebataron de nuestro lado”, escribió Dora a su sobrino.
Ese mismo día, la madre de Ale y las familias que integran la colectiva Por ellas, por nosotras y por todas, dedicaron un pensamiento a sus hijas detrás de sus fotografías, que fueron colgadas de listones morados en las copas de los árboles de la jardinera derecha de Plaza de Armas, atrás del memorial para las víctimas de feminicidio.
“No descansaremos hasta que le den la pena máxima a tu feminicida. Te extrañamos y te necesitamos. La manada nunca se separa”, escribió Jazmín Rodríguez a su hija Fernanda Morán.
El 7 de septiembre de 2020, Fer fue llevada a la fuerza por su pareja y, horas después, asesinada. El cuerpo de la joven de 21 años fue encontrado 6 meses después, el 29 de marzo de 2021, enterrado en la casa del imputado, que fue, supuestamente, cateada por la Fiscalía unos meses antes.
La madre señala que se desestimó la desaparición de su hija y no se activó la búsqueda inmediata porque, cuando la familia puso la denuncia, las autoridades pensaban que se había ido con el novio y dijeron a la madre que ya regresaría.
Al igual que en las desapariciones, las narrativas de los casos de feminicidio también son cooptadas por el Estado. El caso de Odalis Anahí Hipólito ejemplifica la revictimización que realizan las autoridades para culpar a las mujeres de sus muertes y desestimar la búsqueda de justicia de sus familias.
“Después de 5 años, seguimos en la LUCHA. Todos los días te recuerdo. Tu familia te extraña”, escribió Carmelo Hipólito a su hija Odalis, víctima de feminicidio el 11 de marzo de 2018.
A los tres días de la muerte de la joven de 16 años, la Fiscalía declaró en conferencia de prensa que la primera línea de investigación, de acuerdo con la declaración de la pareja de Odalis, que es el principal sospechoso, indicaba que ella se había suicidado porque se encontraba deprimida y drogada.
El cuerpo de Odalis se encontró suspendido de una reja de la zona de transferencia del transporte público, una de las áreas más transitadas de la ciudad, a unos metros de la Fiscalía y Seguridad Pública Estatal. Los primeros en llegar a la escena fueron los medios de comunicación, donde se publicaron fotos de la joven.
Desde entonces, el señor Carmelo ha hecho todo lo posible por señalar estas acciones que dañaron la dignidad de su hija menor. La familia Hipólito tomó la reja donde se encontró el cuerpo y colocó fotografías de la sonriente Odalis.
La memoria es una de las semillas de la verdad. Para cada una de las familias que buscan a sus personas desaparecidas y para cada una de las familias de víctimas de feminicidio, la memoria es un acto vivo que le hace frente a todas las narrativas construidas desde la intención de invisibilizar, negar, borrar y olvidar.
Los Árboles para la memoria, también llamados Árboles de la vida, es una acción que se ha repetido en varias manifestaciones del colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros. La primera vez fue el 16 de marzo de 2020, durante la conmemoración de los diez años de la desaparición de más de 30 personas que viajaban de Ciudad Valles, San Luis Potosí, en un camión marca Pirasol, rumbo a la frontera.
“Hemos ido retomando acciones que vemos, que hizo un colectivo por aquí o por allá. Yo les dije a las compañeras que lo había visto y lo hicimos en Valles, la primera vez, y pues bien padre. Pero, fíjate, que cada vez sale mejor”, narra Edith Pérez.
La madre de Alexis y Arturo comenta que esta acción honra la vida y la memoria de sus familiares ausentes.
“El árbol es vida, es luz, es color. El árbol es nuestro oxígeno, es nuestra sombra, es nuestro alimento. Por eso, ellos están ahí. Nosotras no podemos permitir que se olviden de sus rostros, ellos no son un número, ellos tienen facciones y una figura. Ellos y ellas son vida”, piensa Edith.
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Si tienes algún familiar desaparecido o víctima de feminicidio, y deseas que su rostro y nombre sean parte de los Árboles para la memoria, envía su fotografía y nombre a narrativasdignas@gmail.com, nosotras nos contactaremos contigo.
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