¿Se define la elección de Estados Unidos en el primer debate de Kamala Harris y Donald Trump? No. Pero es una nueva oportunidad de ver las tres íes del magnate: ignorante, infantil e irrespetuoso
Por Alberto Nájar / X: @anajarnajar
La cita es a las 21:00 tiempo del este, las siete de la noche en México. Martes 10 de septiembre.
A esa hora inicia el primer debate entre Kamala Harris y Donald Trump, candidatos a la presidencia de Estados Unidos.
Será un encuentro radicalmente distinto al que sostuvo el magnate en junio pasado, cuando fulminó a un desorientado Joe Biden.
En ese momento, al concluir el evento, Trump aceleró el paso hacia la reelección presidencial, carrera que recibió un fuerte impulso cuando semanas después sufrió un atentado contra su vida.
Por esos días el regreso a la Casa Blanca parecía inevitable. Pero como todo en su vida personal, política y empresarial, en poco tiempo quedó claro que todo era una burbuja en proceso de desinflarse.
El Partido Demócrata, compañero de habitación en el hospital donde Biden convalecía políticamente, ha resucitado y ahora está algunos metros por delante del polémico empresario.
De hecho, Kamala Harris aventaja al republicano en la mayoría de las encuestas, inclusive en estados donde su partido suele perder las elecciones, como Georgia y Pensilvania.
El promedio de los sondeos señala que la vicepresidenta cuenta con el respaldo del 49 por ciento de los estadounidenses, contra 46 puntos del magnate.
Harris también aventaja al millonario en otro tema, la recaudación de fondos para su campaña.
En agosto su equipo logó recaudar 361 millones de dólares contra 130 de su contrincante. En dos meses de campaña la candidata demócrata acumula 615 615 millones.
Trump se encuentra atrás en otros aspectos, como la evaluación de analistas políticos sobre su desempeño en la campaña.
Cuando competía contra Joe Biden el expresidente se mostraba agresivo, con un discurso que parecía fluido –aunque dijera mentiras- ante la confusión e incoherencia del demócrata.
Meses después se cambiaron los roles. Ahora el magnate luce rebasado y confundido ante una candidata que en sus primeras intervenciones lo ubicó con claridad:
Ella, dijo, es una fiscal que dedicó la mayor parte de su carrera a perseguir y encarcelar infractores de la ley. Trump, recordó, es un delincuente convicto.
El equipo del empresario no ha superado el golpe de realidad, y un ejemplo es que para este 10 de septiembre exigió a la cadena ABC, encargada de organizar y transmitir el debate, que mantenga los micrófonos cerrados cuando no toque el turno de hablar a los candidatos.
Los republicanos dicen que es para mantener el orden en el encuentro. Kamala Harris y varios analistas dicen que es una desesperada forma de evitar que Trump meta la pata y se muestre como realmente es, un personaje ignorante, infantil e irrespetuoso.
Este es el escenario previo al primer debate presidencial en Estados Unidos. ¿Hasta dónde el resultado del encuentro definirá el resultado de las elecciones? La historia política del país dice que muy poco.
Pero no deja de ser un ejercicio interesante en varios aspectos: para Donald Trump es la oportunidad de relanzar su campaña. A Kamala Harris le servirá para fortalecer su imagen presidencial.
Y para México será una nueva ventana que confirme la orfandad de banderas de la oposición, presta desde ahora para aprovechar políticamente las críticas del magnate hacia el país.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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