En la víspera de la fiesta nacional, las mujeres que ocupan las instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos organizan una protesta con música y baile: la antigrita, como le llaman, es una respuesta a la falta de soluciones de las autoridades
Texto: Vania Pigeonutt
Fotos: María Ruiz
En los balcones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) reconvertida en la Okupa Casa de refugio Ni una menos, madres gritan exigiendo justicia. A este acto de protesta le llaman la antigrita por los casos de feminicidio y desaparición forzada, sobre todo de mujeres.
Madres vinieron de Guerrero, del Estado de México, de Coahuila. “¡No estás sola!”, ¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más!”, apoyan las demás chicas, apostadas en bloque, organizadas, frente al edificio con una bandera morada feminista en la punta, desde el cual se aprecia la frase de Benito Juárez, en la entrada: “Entre los individuos y las naciones el respeto al derecho ajeno, es la paz”.
Los rostros de mujeres desaparecidas y asesinadas inundan el edificio. Del balcón de en medio cuelga una bandera de México: “México feminicida”.
Una mujer, ataviada de negro con morado, sale del balcón principal. Da la bienvenida a las demás y contundente dice: “No hay mujer en este país que no haya sufrido violencia… La patria no nos representa, es la matria, la que nos acompaña y nos abraza, una matria feminista”.
Todas las calles que rodean al inmueble de República de Cuba están cerradas por policías de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México. Desde las calles adyacentes al Zócalo, como Moneda, Del Carmen, República de Perú, de Chile están ocupadas por policías con equipos antimotines, hasta las que conectan con Eje Central.
Hay mucho tráfico en el Centro. Para llegar a la protesta que podría considerarse antipatriótica, se da toda la vuelta esquivando bloques de más de 20 policías.
En la Okupa está el bloque negro, chicas vestidas de negro abiertamente anarquistas a quienes arropan las mamás esta tarde. “Todas somos el bloque negro”, dice Yesenia Zamudio, mamá de María de Jesús Jaimes Zamudio, una chica asesinada a los 19 años en la alcaldía Gustavo A Madero.
Hay poquísimos hombres y los pocos -algunos camarógrafos de medios de comunicación- son abucheados en ocasiones.
“Este 15 no es de fiesta, es de lucha y de protesta”, “No estás sola, no estás sola”, “Ni una más ni una más, ni una asesinada más”, son las consignas más sonadas durante todo el acto político.
La chica que da la bienvenida dice que la antigrita es una respuesta a la falta de soluciones de las instituciones. Las víctimas de violencia en México no tienen acceso a la justicia. Por eso vinieron las madres y familiares que buscan a sus seres amados hasta en la tierra. Durante varios bloques del acto de protesta hay música y baile.
Están las madres y familiares de víctimas y colectivas feministas que el 4 de septiembre okuparon las instalaciones de la Comisión, en exigencia de que emita una recomendación para que las autoridades reconozcan e implementen medidas contra la violencia hacia las mujeres.
A ellas se han sumado mujeres de Chilapa y de la Montaña de Guerrero; de Ciudad Madero, de Ecatepec, de la capital. Todas con historias de impunidad, porque este 15 de septiembre, “no hay nada que festejar”.
Una colectiva de Texcoco lamenta la violencia policiaca que vivieron el 11 de septiembre pasado sus compañeras en Ecatepec, Estado de México, en la toma de la Comisión de Derechos Humanos de ese municipio, uno de los que cuenta con la tasa más elevada en casos de feminicidio en el país. En Texcoco, dicen, hay 13 casos de feminicidio que no fueron registrados como tal, y no tiene alerta de violencia de género.
Luego, se presenta una defensora que porta una playera morada:
“Somos del rincón de la Montaña de Guerrero, donde no llega la justicia. Donde hay familiares de desaparecidos y asesinados, donde son abandonados a su suerte. Soy del Centro Regional de Defensa de Derechos Humanos, me acaban de asignar la dirección general, me llamo Teodomira Rosales, acompaño a víctimas de desaparecidos, así como desplazadas, desplazados. No necesito ser víctima para sentir su dolor, el dolor de ellas es nuestro, su dolor es nuestro”.
Habla por mujeres desplazadas, viudas por la violencia de zonas en la sierra de Guerrero. Les pide que también vayan a ese estado, que acompañen la lucha por el acceso a la justicia de estas mujeres. Cuenta su historia personal de violencia y dice que después de superar ese episodio estudió Derecho y se hizo defensora de derechos humanos. Desde allí ayuda a otras mujeres.
Después hablan madres de Chilapa que han buscado a sus hijos en fosas clandestinas.
“Ya sabemos que en nuestro estado de Guerrero impera la impunidad, la desaparición sin duda. Es una muestra, sus hijos no alcanzan a recibir educación. Cuando hay una desaparición en la familia, quedan desarticuladas. Esa es la impotencia que sentimos. Siento el dolor de cada una de las que llega a pedir ayuda, cuando a nosotros también nos ponen trabas. Las víctimas con las víctimas no pueden, buscan a alguien que los ayude”, narra Teo ante mujeres que le gritan: “¡No estás sola”!
Hay carteles de Fuck Police. El piso se llenó de esténciles pintados “México feminista. Justicia”. Hay espuma, humos verdes. Leyendas de aborto legal ya. Los carteles pegados en el edificio: “Desde acá las pienso y acompaño”. Los avisos en las mesas: «14 de septiembre por el momento no habrá despensas. Evento antigrita 17:00 Okupa”.
En el aire ondea una bandera verde, blanco y morado. En todo momento la bandera de más de dos metros de México feminicida ondea hasta llegar casi al piso.
“¿Dónde están mis compas?”, “¿Viva Méxica!”, que es un águila con un pañuelo a favor del aborto, corriendo a un policía mordido por una serpiente, son folletos que se reparten durante la protesta.
Las mujeres cantan y corean juntas cuando sale al balcón la cantante Vivir Quintana:
“Que tiemble el Estado, los cielos, las calles
Que tiemblen los jueces y los judiciales
Hoy a las mujeres nos quitan la calma
Nos sembraron miedo, nos crecieron alas
A cada minuto de cada semana
Nos roban amigas, nos matan hermanas
Destrozan sus cuerpos, los desaparecen
¡No olvide sus nombres, por favor, Señor Presidente!
Por todas las compas marchando en Reforma
Por todas las morras peleando en Sonora
Por las comandantas luchando por Chiapas
Por todas las madres buscando en Tijuana”
Antes gritan exigiendo justicia por las desaparecidas y asesinadas al ritmo de rap, hip hop y con standups.
Durante la protesta suenan otras voces: “Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por toda America Latina. Y tiemblen, y tiemblen, y tiemblen los machistas que la lucha será toda feminista”. Mujeres con carteles: “¡Por qué los buscamos: porque los amamos. ¿Dónde están, donde están, nuestros hijos, donde están?”, “Las niñas no se tocan, no se violan, no se matan”.
Hay cabezas moradas, gritos potentes, pañuelos verdes. “¡Aplaudan aplaudan, no dejen de aplaudir, que el pinche gobierno se tiene que morir! Pasan madres como Erika Martínez; voces emblemáticas durante esta toma de la CNDH como Jessenia Zamudio. Están a la venta playeras de “Nunca más nuestro silencio”, las mujeres aclaran que estos recursos han servido para traer a otras.
Pasa al balcón Cecilia García Pacheco, quien busca a su marido, pero la CNDH no quiere seguir su caso como unitario, Luz María Guadarrama García, quien busca a su hermano desaparecido el 28 de julio de 2017 y a su prima en Guerrero. Dice al final: “¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.
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