Quizá lo mejor logrado de la película fue la parte musical. Las canciones que aparecen en la película fueron excelentemente bien interpretadas por Marisa Abela, aunque paradójicamente no aparece una de las canciones más conocidas de Winehouse: “You Know I’m No Good”
Por Évolet Aceves / X: @EvoletAceves
Cantantes con la potencia vocal de Amy Winehouse son contadas. La habilidad con la que contaba para interpretar sus canciones era asombrosa. Decía Tony Bennett que, de no haber muerto a los 27 años de edad, hubiera alcanzado a las legendarias Billie Holiday y Dinah Washington. Pues con sus 27 años, yo diría, las empató y hasta las superó sin ningún problema.
Es una lástima que a la película Back to Black no se le hayan dado los reflectores que se merece. Dirigida por Sam Taylor-Johnson —quien también dirigió Cincuenta sombras de Grey—, Back to Black es un largometraje de ficción biográfica en torno a la vida de la cantante y compositora británica Amy Winehouse (interpretada por Marisa Abela), una de las voces más reconocidas del R&B del siglo XXI.
Sin duda es una película que no deja paralizado a nadie, mucho menos a quienes escuchamos asiduamente su música.
Como toda película biográfica, especialmente en torno a figuras que forman parte del espectáculo, hay opiniones favorables y desfavorables que a menudo llegan a los extremos. Si bien, para la crítica de cine ha resultado una película a la que le faltaron muchos asuntos biográficos por abordar, yo creo que la directora hizo un buen trabajo.
Fue un acierto que la película diera inicio cuando la cantante ya muestra su talento desarrollado, a la edad de 18 años, sin embargo, poco se ilustran los intereses musicales de Winehouse, así como su formación musical. Sólo en un diálogo se alcanza a escuchar cómo ella no quiere ser una cantante comercial más, busca, en cambio, asemejarse a jazzistas talentosas, “Do you know what ‘girl power’ means to me? Sarah Vaughan, Lauryn Hill. You need to know this: I ain’t no a Spice Girl”. Fuera de ese diálogo, no hay rastro de esa pléyade de influencias musicales de la cantautora en la película.
La actriz Marisa Abela ha dicho en entrevistas cómo fue el proceso para llegar a interpretar a Amy. Abela buscaba traer a Amy Winehouse desde adentro, no tanto en su arreglo personal, por lo que en la audición no consideró necesaria la caracterización indumentaria de la cantante. Asimismo, afirma haberse sometido a un riguroso entrenamiento vocal, así como también haber recurrido a un maestro de movimiento corporal y, naturalmente, acudió a todos los documentos videográficos disponibles, con tal de lograr una inmersión en el personaje. Afirma Abela: “No puedes interpretar a un icono, tienes que interpretar a un ser humano”.
Quizá lo mejor logrado de la película fue la parte musical. Las canciones que aparecen en la película fueron excelentemente bien interpretadas por Abela, aunque paradójicamente no aparece una de las canciones más conocidas de Winehouse: “You Know I’m No Good”. La voz de Abela es exquisita. Realmente hay una profunda conexión con la vocalización de Amy Winehouse, su parecido es casi inmejorable, además de que los músicos de la película son los mismos músicos que tocaban junto a la cantautora en sus conciertos.
El vestuario, peinado y maquillaje son bastante elocuentes, sería una desgracia no sacarle jugo al tan representativo estilo de la londinense, y aunque se hizo un buen trabajo en el peinado, me quedé con ganas de ver más veces esa cabellera que volvió su apariencia tan icónica y distinguible; es como ver en la pantalla sólo por segundos los peinados de Elvis Presley o Bob Marley en sus respectivas películas biográficas…
La cúspide de la película llega en el momento de una escena memorable, misma que va acompañada de la canción que lleva el nombre del largometraje, “Back to Black”, en la que se observa, en el reflejo de un espejo de tres lunas, a la madre junto a su hija, la protagonista, coronando su cabeza con esa prominente nube de cabello, y quitándose una cadena de oro para abrocharla en el cuello de Amy, deseándole éxito en su próxima presentación, la imagen pausa y se nota el contraste: Amy, con su radiante juventud y su abundante cabellera; la madre, con un pañuelo en la cabeza a causa del cáncer de pulmón y un estado de salud debilitado. En seguida aparece la evocación del videoclip original de “Back to black”, un automóvil fúnebre que lleva adentro el cuerpo inerte de su madre y avanza lentamente mientras la cantante aparece con un traje sastre color negro que le da aún más dramatismo a su beehive.
Sin embargo, como suele suceder en el caso de muchas películas biográficas sobre mujeres, la película se estanca en las relaciones amorosas. La directora retrató a Amy como una joven ingenua y enamoradiza, sin excavar del todo su potencial artístico, como cantante y compositora —mucho menos como poeta, que también lo era—, así como tampoco logró deshilvanar el complejo ser humano que era.
Taylor-Johnson, la directora, afirma no haber tenido intenciones de contactar a la familia de la cantante, dado que quería permanecer alejada, distante, de los comentarios de los demás para poder hacer de la película una historia completamente suya, lo cual es respetable, aunque creo que la película hubiera dado más de sí al conocer otras facetas de la Winehouse interpretada por Abela. También queda cierto resquemor con la manera tan suavizada e inofensiva con que se retrató al padre y al novio.
Si bien, Back to Black es un largometraje de ficción de corte biográfico, en contraste con el documental Amy vale mucho por toda la labor investigativa y de contenido audiovisual que ofrece. Back to Black no es una mala película. Sí fue una decisión arriesgada el haberla hecho, dado que Amy Winehouse es una leyenda de fama mundial y que cobró aún más fama después de su escandalosa muerte, asociada al suicidio, a los 27 años, y es de reconocerse que Taylor-Johnson se haya atrevido a tomar ese riesgo que, si bien es mejorable, también es bastante disfrutable.
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Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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