American Factory: la disyuntiva laboral

29 agosto, 2020

Fotos: tomadas del trailer

En 2008, la planta General Motors en Dayton, Estados Unidos, cerró; y con ella miles perdieron su empleo. En 2016, en el mismo espacio abrió Fuyao Glass American: los dueños, chinos, esperaban el éxito. No contaban con el choque cultural con trabajadores estadunidenses.

Texto: Ricardo Olayo G.

Fotos: Tomadas del tráiler.

El choque de dos colosos, China y Estados Unidos, se refleja con claridad en el documental American Factory que cuenta la historia de una planta de producción de vidrio para autos, instalada por un empresario chino –el número 163 en la lista de Forbes en su nación- en Dayton, Ohio, en la que quedan atrapadas expectativas y frustraciones del sueño americano, esta vez transgredido por una cultura laboral diametralmente distinta.

El documental obtuvo el Óscar al mejor largometraje. Fue producida por Barack y Michelle Obama, quienes fuera de la Casa Blanca han extendido su presencia y con estas producciones –para millones de suscriptores de Netflix en el mundo, que no incluye a China- se mantienen como parte de la narrativa global dominante. Hoy la pareja apoya a Joe Biden, que en semanas tendrá la prueba de fuego contra Donald Trump en la elección por la Presidencia de EU.

American Factory concluye su narración en 2018 -a mitad de la gestión de Trump-, momento en que un supervisor chino de la fábrica reclama en solitario la actitud de los trabajadores estadunidenses y proclama que hay que crear de nuevo la grandeza de esa nación (EU), justo el lema de campaña que utilizó el magnate en su campaña de 2016.

La frase del supervisor chino es una de muchas que se van destilando contra el rendimiento y disposición que ven en los trabajadores de la planta en Estados Unidos. A cada paso germina el conflicto cultural de ambas partes por su concepto hacia el trabajo.

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La historia tiene como origen el cierre en 2008 de la planta General Motors y la pérdida de empleos para miles de personas en Dayton. Tras mirar opciones, en 2016, en el mismo espacio abre Fuyao Glass American, una empresa china en expansión que controla buena parte del vidrio utilizado por diversas armadoras de vehículos en el mundo.

Así, la recesión en Estados Unidos a finales de la primera década del siglo, da paso a un modelo de producción proveniente de China, nación donde los trabajadores son capaces de cualquier sacrificio para marchar con la compañía y lograr sus metas.

Lo que parece ser la fusión de dos culturas (incluida la llegada de chinos para trabajar en la fábrica) y el venturoso retorno del capital para abrir una planta, así como generar nuevos empleos, y dirigirse al sueño americano, se convierte en una mezcla de oposiciones, cuyo punto culminante es la votación de los trabajadores para crear un sindicato.

Un sindicato, dice el dueño, significaría afectación a la eficiencia y el cierre de la empresa. El modelo sindical que funciona en China es conocido por una comitiva estadunidense integrada por personal de mandos, que viaja en 2017 a aquella planta. 

Se trata de una representación sindical totalmente en sintonía con la empresa. En la visita a la planta, los estadunidenses miran a los trabajadores motivados (siempre parecen motivados) cantar el himno de la empresa durante las celebraciones, las bodas colectivas que se realizan entre los empleados y conocen que los chinos pueden laborar hasta 12 horas continuas, tener solo dos días de descanso al mes y trabajar los domingos.

A la salida del empleo se trasladan sincronizados, sin cruzarse en el camino. Me recuerda esos videos de Instagram o Youtube en que se ve la destreza de los orientales para hacer grandes coreografías o preparar alimentos rápido y sin error.

La “disciplina” china es totalmente opuesta a la cultura laboral de los  estadunidenses, que piden mayor seguridad ante accidentes, mejor salario y un trato equitativo, pues son dirigidos cada vez más por directivos chinos.

La verdad es que piensan más en ganar dinero que en hacer cristal, suelta a la cámara uno de los coordinadores chinos. 

En contraste los estadunidenses cuentan que obtienen un salario de 14 dólares la hora, muy distante de los 29 que podían ganar en la antigua planta que cerró General Motors. 

La tensión aumenta cuando no se logran los objetivos y hay pérdidas por dos años. En este punto no se trata del dinero, dice el dueño, sino de cambiar la percepción de China. Sin embargo hay despidos, surge la iniciativa de fundar un sindicato, se coloca como premio para los mejores trabajadores ir a China y llega la automatización que sustituye trabajadores.

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fotos: tomadas del trailer

Para 2018 la empresa Fuyao Glass American obtiene ganancias de más de dos dígitos; tiene 2 mil 200 trabajadores de Estados Unidos y 200 de China. No todo el personal fustiga al empresario chino, mientras éste dice extrañar la época anterior sin la modernidad de ahora, pero lleva adelante la automatización.

Los chinos que viajaron desde su país para trabajar en la planta han recibido como información que en EU se hacen bromas contra el Presidente sin represalias, que los estadunidenses tienen un estilo despreocupado en su vestimenta, y van confirmando en su autoconcepto que son superiores al trabajador estadunidense y que pueden guiarlo y apoyarlo.

American Factory retrata ese conflicto cultural. Muestra esa parte de Estados Unidos que no llega con facilidad a nuestras pantallas ni dispositivos. Ese padecer del trabajador estadunidense, que no está en el mainstream que tanto efecto hace en el imaginario para envidiar la vida en el vecino país.

El reto laboral que plantea para obtener trabajo es enorme. 

Así que el prometido cierre de TikTok, por parte de EU, solo es un pasaje en el conflicto entre esos dos colosos. La meta debe ser no quedarse mirando.

Los directores del documental son Steven Bognar y Julia Reichert, ambos candidatos al Óscar con un corto documental realizado en 2009, precisamente del cierre de la planta de General Motors en Dayton. Mostraron su proyecto a la pareja Obama y lo acogieron, como también los óscares acogieron lo políticamente correcto al premiar American Factory, dicen sus críticos.

Razonan igual que aquellos que infirieron que Pantera Negra (Chadwick Boseman, su protagonista, murió esta semana) fue incluida entre las candidatas al Óscar por mejor película en virtud de una corrección política. 

La obra de los directores se inclina a retratar la organización sindical. El documental vale la pena por sí solo por su calidad narrativa que conecta con un problema geopolítico.

* Al cierre de este texto, Cao Dewang participaba en el foro de Forbes que se realiza en China. 

Ricardo Olayo
Ricardo Olayo G.

Observador de una parte del pasado para vivir el presente. Suma experiencias en el periodismo y anexas desde hace 30 años. Recién redescubrió el daño que hacen las noticias falsas #fakenews. Quedó de enviar su CV

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