América Latina es central en el nuevo paradigma energético. Los minerales estratégicos lanzan a las corporaciones a una guerra por recursos de América Latina. Aunque desde los albores del neoliberalismo la tierra quedó habilitada para el gran capital, sobre estos territorios hay una disputa entre corporaciones, estados y pueblos originarios
Por José Ignacio De Alba / X: @ignaciodealba
En los últimos años la explotación del litio se volvió fundamental para lograr las metas de descarbonización que se han propuesto los países del norte global. La crisis ecológica y el agotamiento de hidrocarburos provoca que los minerales sean centrales para la acumulación e innovación de capital.
El “capitalismo verde” y la búsqueda de minerales raros están en expansión. Para ponerlo en números, en 2022 Tesla aumentó en un 700% su cotización en el mercado bursátil gracias al incremento hde la venta de automóviles eléctricos, ese mismo año la tonelada de litio pasó de 7 mil dólares por tonelada a 70 mil.
Aunque Tesla nos sirve para ejemplificar la potencialidad que tiene el litio, lo cierto es que China es el gran jugador mundial. Desde el 2008 -después de la crisis financiera global- el gobierno de ese país se propuso incursionar de lleno en la transición tecnológica. El plan quinquenal rindió buenos frutos.
China es el principal productor de paneles solares, molinos de viento y de movilidad eléctrica. La potencia tecnológica de Asia ha puesto a Europa y Estados Unidos en una posición de desventaja que resulta interesante. Paradójicamente, los promotores del libre mercado están bloqueando la entrada de tecnológica desde Asia.
Por poner un ejemplo. La Comisión Europea decidió arancelar en un 36% la importación de autos chinos, Estados Unidos tomó una medida más drástica al imponer un impuesto del 100% a los vehículos del gigante asiático. Aunque los límites comerciales de China no están agotados, solo satisfacer la demanda interna es una hazaña.
Somos testigos de un relevamiento del predominio industrial, que en los siglos XIX y XX estuvo en manos de Europa y Estados Unidos. La relevancia de China no es nueva, este gigante fue el imperio económico más importante hasta el siglo XVIII.
Un reporte de la Agencia Internacional de Energía señaló, en 2021, que la demanda de litio aumentará 42 veces si se quieren lograr las metas de emisión cero para el 2040. Es decir, el dominio tecnológico, depende del acceso a este mineral. Aquí es donde América Latina se vuelve central, la región contiene casi el 60% del mineral ubicado en salares.
Son pocos los sitios donde se concentra. Solo en Bolivia, Chile y Argentina se ubica el llamado “triángulo del litio”; la reserva más grande del mundo. Hay quien llama a esta región la Arabia Saudita de la transición energética. Brasil, México y Perú también cuentan con reservas, aunque de una riqueza mucho menor.
El doctor y académico de la Universidad de Buenos Aires, Bruno Fornillo, explica en un artículo titulado Las Fronteras Latinoamericanas del Litio:
“La región está desprotegida frente a este asedio, fundamentalmente por las reformas neoliberales de la década de 1990 que modificaron el armazón jurídico minero para garantizar que las tenencia se conviertan en activos inmobiliarios -financieros-”
Es destacable el papel decisivo que juega China en la extracción del mineral, no solo el gigante asiático controla la elaboración de autos, sino que ha logrado conformar una estrategia de Estado para asegurarse de la cadena de producción. Empresas chinas controlan 11 de los 48 proyectos ubicados en Argentina, en Chile la empresa Tianqui participa en el paquete accionario de SQM, en México Ganfeng tenía la concesión para la extracción -hoy en disputa- y en Bolivia la empresa CBC participa con el gobierno de ese país para usufructuar yacimientos.
Aunque hay corporaciones estadounidenses y europeas que también quieren jugar del pastel, el propio presidente de Argentina, Javier Miliei ha promovido allanar el camino a empresas estadounidenses, él mismo viajó a Texas para reunirse con Elon Musk. En Argentina hay inversores conocidos en los proyectos ligados al litio: BlackRock, JPMorgan, HSBC. Es destacable que este sea el único país que no ha declarado al litio como mineral estratégico.
En Chile, Argentina y Bolivia las comunidades indígenas, sobre todo poblaciones atacameñas y aymaras contienen la última línea de defensa contra estos proyectos extractivos. Se protegen los territorios contra el despojo, la contaminación y el acaparamiento. Se estima que para extraer una tonelada de litio se requieren dos millones de litros de agua.
América Latina ocupa un lugar central en la economía de las nuevas, viejas y renovadas potencias del mundo. Pero la región debe aspirar a dejar de ser un satélite de las metrópolis industriales, donde se busca que su papel se limite a una mera subordinación, en la producción de materias primas con poco valor agregado. Ser una economía de encalve no debería signar nuestro futuro. Pero más allá de eso, en este momento la región debe fijar los puntos para una amplia reflexion sobre la desigualdad, la crisis climática y el neocolonialismo.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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