No culpamos a quienes incurren en la seducción del individualismo, pero sí identificamos una obligación permanente de reconfiguración de nuestras fuerzas como cuerpos sociales. No podremos subvertir el estado del mundo sin configurar cuerpos versátiles y fortalecidos mediante la solidaridad horizontal y el enriquecimiento con las perspectivas del otro
Por Asamblea tenemos que hablar
Las manipulaciones del poder político contra la conciencia, la organización, el ejercicio de la vida son múltiples y violentan desde diversos frentes, no únicamente los evidentes e inmediatos.
Así, el neoliberalismo, etapa sui géneris del capitalismo, no sólo ha arrebatado derechos históricos a la clase trabajadora del mundo, sino que ha acompañado su agresividad de una apariencia de normalización de la ausencia de oportunidades.
Además del despojo material, esta fuerza política y económica convence de su presunta inapelabilidad desde la ideologización, que acostumbra a grupos humanos enteros a despolitizarse, a desligarse del asunto de la historia, a desconocerse, a asumir frecuente e invencible su circunstancia y, luego, adaptarse a los canales de movilización autorizada por un panorama deformado.
Libertad de diseño corporativo.En nuestra experiencia vital y militante, la Asamblea Tenemos que Hablar percibe que generaciones jóvenes de trabajadores que no accedieron a modelos de contratación indefinida, a organizaciones gremiales, a un ámbito laboral con perspectivas políticas de gremio, a posibilidades de estabilidad y futuro, tienden a sucumbir a la normalidad del individualismo, donde se accede al derecho de editar una cuenta de Instagram conforme al antojo personal de filtros pero se ha desnaturalizado la tendencia política a la organización, al criterio comunitario, a la solidaridad, a la articulación en cuerpos políticos firmes que obliguen al poder del abuso a concertar, negociar, reconsiderar, retroceder. A la conciencia de que los derechos se arrebatan y se ejercen, con Emiliano Zapata, Frantz Fanon, Ho Chi Minh o Luis Cardoza y Aragón.
No culpamos de manera superiorista e indolente a quienes incurren en la seducción del individualismo; por el contrario, creemos que es una manipulación inducida por diversidad de frentes y con millones de dólares de por medio en el proceso escandalizante de hacer parecer el capricho personal y abandonado como la única ruta posible del tránsito de vida. No culpamos, pero sí identificamos en este escenario una obligación permanente de reconfiguración de nuestras fuerzas como cuerpos sociales, una oportunidad de reconexión con la compleja tradición mexicana, latinoamericana y popular de transformar la realidad mediante la asociación, mediante los puntos en común, mediante la persecución de demandas colegiadas. Si nos han arrebatado la conciencia de la colectividad, hay que recuperarla mediante el estudio, la praxis, el ejercicio saludable de la colaboración.
Apuntó por ahí el Comité Invisible: “Organizarse verdaderamente nunca ha querido ser otra cosa que amarse”.
Tras la disolución de la Unión Soviética y el triunfo ideológico de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); tras la balcanización de Yugoslavia, la privatización de derechos sociales y la enajenación de bienes históricos del Estado en manos de privados; en los últimos 30 años fuerzas políticas definidas han dispersado insistentemente la noción de que el destino del trabajador es la precariedad invencible y atomizada, mientras los dueños de los medios de producción hacen de escenarios como la pandemia de coronavirus una oportunidad para multiplicar sus multimillonarias fortunas. Hay, al menos, algo raro en todo esto: ¿por qué las oportunidades de bonanza de los unos cuantos no son herramientas de estabilidad para las mayorías que, además, con su trabajo generan esa riqueza?
No obstante estas violencias normalizadas, que esperan que traguemos pasivamente, poco a poco vuelve a relucir la evidencia de que un mundo donde Jeff Bezos puede hacer viajes privados al espacio mientras millones de seres humanos sobreviven en pobreza no es un buen lugar, no es un espacio digno para la vida, no es un escenario que debamos permitir. Acostumbrarse es como estar muerto, dijo la protagonista de Desayuno en Tiffany’s, de acuerdo con Truman Capote, en circunstancias emocionalmente distintas a las que redondeamos en este texto pero que nos sirven para apuntalar nuestra postura.
Ante la evidencia de que las fuerzas a las que nos oponemos están organizadas en Estados burgueses protegidos por milicias de alto calibre y en aparatos ideológicos complejos, como el cine, el entretenimiento, las redes sociales, las editoriales trasnacionales y otros nodos de distorsión, no podremos subvertir el estado del mundo sin configurar cuerpos versátiles y fortalecidos mediante la solidaridad horizontal, mediante el enriquecimiento con las perspectivas del otro.
Por eso esta asamblea de periodistas llama a la configuración de un sindicato de gremio que ambicione articularse a lo largo y ancho de este irreductible país. Por eso, víctimas de la misma circunstancia histórica que busca cancelar las oportunidades de la colaboración, trabajamos en formarnos en esquemas diferentes de comprensión de la realidad y de articulación de nuestras capacidades de objeción y protesta. Por eso escribimos, por eso salimos a las calles, por eso dialogamos en festividad o en la plaza pública.
Esto es únicamente uno de nuestros comienzos, que siempre será mejor con la suma de los otros. Contra el individualismo.
Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona