Esta es la historia de Alejandra, quien vivió violencia familiar, un atentado feminicidio y múltiples secuestros de sus hijos por parte de su ex pareja. Según el informe Hallazgos 2023 de México Evalúa, la impunidad en los casos de violencia familiar se mantiene arriba del 95%
Texto: Laura Buconi
Foto: Archivo Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO.– Violencia vicaria, agresión sexual, intento de feminicidio, abuso sexual infantil. En seis años Alejandra y sus dos hijos han sufrido todas las violencias posibles. Juzgadores e instituciones, en cambio, la han juzgado a ella.
“Yo llegué a la fiscalía, levanté mi denuncia y también fui revictimizada. Son muy violentos ahí. Quién tomó mi primera declaración me pidió que me callara o que me retirara. ´Si no va a dejar de llorar, salgase. No me deja hacer mi trabajo. Así, yo no puedo escribir un testimonio si usted no deja de llorar’
“Me mandaron al CAVI, el Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar, y ahí el 2 de julio de 2019 me hicieron una valoración psicológica para ver el nivel de de daño. Nunca llegó ese resultado.”
Esta es la historia de Alejandra, víctima de violencia familiar y de un atentado feminicidio en 2019.
Alejandra notó las primeras señales de violencia verbal por parte de su ex pareja en 2017, en relación a la crianza de su primer hijo, B., nacido el mismo año. Iván, el padre del niño, tiene problemas de alcoholismo y drogadicción. En septiembre de 2017 Alejandra relata que lo encontró completamente borracho, dormido en el sillón, mientras el niño se había trepado a la ventana del departamento ubicado en el quinto piso del edificio en el que vivían.
Alejandra en ese momento tenía tres trabajos y sostenía económicamente a la familia. Frecuentemente tenía discusiones con Iván, quien desaparecía el dinero que ella le daba para mantener a su familia y a la vivienda, como habían acordado. Una noche de septiembre de 2017, Alejandra relata que Iván llegó a casa muy borracho y la forzó a tener una relación sexual en contra de su voluntad. De esa violación nació su segundo hijo, I.
A principios de 2019 Alejandra obtuvo un cargo público en el Gobierno de la Ciudad de México. Iván dijo estar preocupado por el bienestar de los niños. Citó a Alejandra en el Tribunal de Justicia Alternativa, diciéndole que había organizado todo para que las autoridades de la UNAM, donde ella y él trabajaban, le trasladaran las prestaciones para que sus hijos pudieran ser atendidos en una guardería. Ella solo iba a tener que firmar su consentimiento.
“Recuerdo que antes de que entráramos a ese despacho me tomó de la pierna, me miró a los ojos y me dijo: ‘Jamás haría nada en contra tuya, ni a mis hijos, porque te amo’».
Alejandra relata que el funcionario que los atendió le comentó que Iván ya le había explicado la situación. Le reiteró que solo tenía que poner su firma. «¿Pero qué estoy firmando?» preguntó Alejandra. «No, no te preocupes, es para que él pueda recoger a los niños en la guardería y no haya ningún problema. Firma.” Cuando Alejandra expresó la necesidad de leer el documento, cuenta que el funcionario contestó “No te preocupes, no pierdas tiempo en eso. Fírmalo y de todas maneras te vas a llevar una copia.” Ella no lo sabía, pero estaba firmando la cesión de la custodia de sus hijos a su padre.
En los siguientes meses, las amenazas estaban a la orden del día: cuando Iván tenía un desacuerdo con Alejandra, la chantajeaba con irse con los hijos, ya que él tenía su custodia. Adicionalmente, en distintas ocasiones, Iván se presentaba al lugar de trabajo de Alejandra completamente borracho, acompañado de los niños hambrientos y desvestidos, gritando: “a ver si te haces cargo de tus hijos, en lugar de andar de pendeja.” Después de haber sobrevivido a un atentado feminicidio, el 29 de junio de 2019, la presión y el miedo llevaron a Alejandra a tomar la decisión de renunciar a su trabajo.
“Me empezó a pegar y de repente empezó a apretarme el cuello. Yo empecé a sentir la fatiga de no poder podérmelo quitar, y empecé a patalear. Y recuerdo que cuando me apretaba el cuello me decía ‘Te voy a matar porque eres una pinche puta, no resistas.’ Me llevó a la ventana y me quiso volar. Yo estaba haciendo resistencia con las manos y mientras quería lanzarme, escuché un zumbido al oído. Me dije, ‘Ya me cansé.’ Y ahí fue cuando escuché la voz de mi hijo de dos años. Se había despertado y salió a ver qué estaba pasando. Imagínate el impacto de tu hijo viendo a su papá sometiendo a su mamá. ‘¿Viste lo que hiciste? Despertaste al niño, pendeja’.
Alejandra se dirigió a la fiscalía para realizar su denuncia. Pero el funcionario que la atendió le pidió que se saliera porque decia que “no puedo escribir su testimonio si usted no deja de llorar”. La dirigieron al Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar, donde le tomaron una valoración psicológica. Cinco años después, aún no ha recibido su resultado, fundamental para judicializar la carpeta de investigación y proceder.
En octubre de 2019, Alejandra salió a realizar un trámite e Iván se ofreció a quedarse con los niños. A su regreso, los tres habían desaparecido, y le fue negado cualquier tipo de comunicación con sus hijos. El 12 de diciembre de ese año, dos meses después, Iván regresó a casa con los niños. Otra vez estaba borracho. Al día siguiente, al despertar a sus niños, Alejandra notó algo aterrador en su segundo hijo, I.: “el pene de mi bebé estaba sangrando, estaba reventado”, cuenta entre las lágimas. Lo llevó al hospital, y los médicos, después de un atento estudio, concluyeron que el pequeño había sufrido una violación.
Iván se mostró ofendido por el señalamiento de Alejandra y volvió a desaparecer hasta marzo de 2020, cuando volvió enfermo y con el cuerpo deteriorado por abuso de sustancias. Ese mismo mes, en una ocasión en la que Alejandra se alejó del departamento, Iván volvió a secuestrar a los niños. Su madre no pudo volver a comunicarse con ellos hasta octubre de ese año.
“Fui a la fiscalía de menores para denunciar la sustracción de mis hijos. Me dijeron que él tenía la custodia, y podía hacer lo que quisiera. Ese día estuve 17 horas en la agencia del MP. Tuve que escribir mi propia denuncia pues el MP se durmió. Uno busca a las fiscalías, en México promueven la cultura de la denuncia, buscando la «procuración de justicia » y ¿para que denuncias? Para que se burlen de ti, o se duerman. Si ellos no me pueden ayudar, pues díganme quién me ayuda a recuperar a mis hijos.”
A finales de 2020, cuando los niños estaban nuevamente con Alejandra, la mujer recibió una demanda por abandono de menores. Eso dio pie a un pleito legal que duró casi cuatro años: el 18 de abril de 2024 Alejandra obtuvo la custodia de sus hijos. Durante esos años, Iván desapareció por completo de la vida de los pequeños.
“El proceso que mis hijos han vivido ha sido fuerte. Aunque ellos en este momento no tienen las herramientas para verbalizarlo, con todos los elementos hacen mención de su sentir. Mi hijo, el más grande tiene ocho años, y el chiquito tiene seis, y tenemos justo seis años viviendo este proceso. Mi hijo mayor es autista en grado uno combinado con TDAH, y a veces me quedo pensando si estas vivencias tienen que ver con su condición”, expresa Alejandra.
El 25 de mayo de 2024, como se estableció en la sentencia, y por mutuo acuerdo entre Alejandra e Iván, se empezaron a realizar las visitas quincenales de Iván a sus hijos. Alejandra relata que el hombre no se presentó en la mayoría de las ocasiones, y que fue alertada por parte de la escuela porque él no iba a recoger a los pequeños en los días que le corresponden.
“Fui a la Secretaría de la Mujer, hice un segundo intento. Me dijeron que podían evidenciar un abandono de los menores y solicitar una orden de restricción al juez . En este momento no hay elementos físicos pero hay muchísimos elementos intangibles, por lo cual me recomendaron que hiciera una relatoría de los hechos. Eso implica tiempo, yo tengo dos trabajos y dos hijos, uno es autista, y no cuento con una red de apoyo. Todos los días estoy ocupada desde las 5 de la mañana hasta las 2 de la mañana preparando tareas, trabajando, haciendo las comidas, llevando a los niños a la terapia, ¿en qué momento me hago un espacio para ponerme a escribir la relatoría? Y empecé a ver que Iván empezó a visitar a los niños con regularidad, así que me tranquilicé un poco.”
El 31 de marzo de este año, Alejandra se encontraba en su lugar de trabajo cuando recibió una visita de cinco elementos de la PGJ, quienes le notificaron que había sido demandada por Iván, supuestamente por no permitirle ver a sus hijos. En abril de este año empezaron las audiencias de nuevo.
“¿Cómo puedo hacer visible esto? En su momento dije al juez: ‘Usted citó al padre de mis hijos en repetidas ocasiones durante el proceso, el señor no viene. Usted lo ha escuchado llamarme ‘pendeja’ enfrente de usted, o sea, ¿qué más necesita para poner una restricción? ¿Qué necesita para admitir que el señor es violento? Yo me siento en riesgo.’ El 8 de abril fui citada a una audiencia en el juzgado 24 de lo familiar, y me presenté sola, pues aún no tengo un abogado. Eso implica dinero. Si solo para responder a la notificación judicial me pedían mil pesos, eso significa pagar todo mi sueldo del mes solo para poder responder un documento, para poder acercarme a la antesala del apoyo legal, y no me es posible.
El día de la audiencia me dijeron que era indispensable que contratara un abogado que no podía representarme yo por mi propia persona ni por mi propio derecho.
Me parece que esto también es un acto de violencia, porque Iván no cumple sus visitas, pero viene a acusarme como si yo fuera la responsable de que él no se haya hecho presente con sus hijos.
La fiscalía de violencia intrafamiliar me dijo que tengo que hacer visible que él es muy violento, pero no podemos judicializar mi carpeta de investigación porque no ha llegado la respuesta de la prueba psicológica.”
Pie de Página ha visitado el CAVI, el Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar, y refiere que en su experiencia no se actuaron protocolos claros, las denuncias fueron minimizadas y no se brindó la posibilidad de acompañamiento psicológico antes de formalizar una denuncia. Frente a la constante revictimización por parte de las instituciones, protocolos improcedentes, la ausencia de perspectiva de género y las limitaciones económicas de acceso a la justicia, muchas mujeres víctimas de violencia se sienten exhaustas e impotentes, cada vez más solas.
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