El ciberacoso y la violencia virtual contra las mujeres son fenómenos poco registrados oficialmente, pero que existen y van en aumento. Una coalición de organizaciones sociales documentó por primera vez estas agresiones y registró 10 formas de acoso a través de Internet. En entrevista con Pie de Página, Lulú Barrera, de Luchadoras, asegura que esta violencia no registrada estaba siendo usada para callar y frenar el movimiento de mujeres
Texto: Celia Guerrero.
Foto: Artículo 19
Cuando hablamos de violencia contra las mujeres, una de sus formas moderna, evidente y constante, pero de la que escuchamos muy poco, es la que se da en el mundo virtual. Esa violencia que sucede en el ciberespacio muchas veces ni siquiera es considerada una agresión: se asume que no es real. Sin embargo, sus efectos pueden ser desde impactos emocionales o físicos, hasta otras afectaciones que podrían señalarse como violaciones de derechos humanos.
Un ejemplo de la falta de reconocimiento de la violencia virtual es el casi nulo registro estadístico oficial. En México, el único realizado por primera y única ocasión en el 2015 por el INEGI fue el Módulo sobre Ciberacoso, que forma parte de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las TIC en Hogares.
Pero el tema también ha sido investigado por la coalición #InternetEsNuestra —formada por las organizaciones Luchadoras, Artículo 19, Derechos Digitales, Red R3D, SocialTic y la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones—, que documentó que en México, cerca de 9 millones de mujeres han vivido algún tipo de ciberacoso.
Es un trabajo de documentación numérica y cualitativa que se construyó con los registros de la Red Nacional de Defensoras, Artículo 19 y Cimac, así como con la información que surgió del Encuentro “Construyendo una #InternetFeminista”, explica en entrevista Lulú Barrera, de Luchadoras.
El estudio revela, por ejemplo, que 4 de cada 10 agresores son son conocidos por las mujeres a las que acosa, e identifica los tres principales perfiles de las mujeres atacadas: mujeres que viven una relación íntima de violencia, mujeres profesionales con perfil público que participan en un espacio público de comunicación (periodistas, investigadoras, activistas y artistas) y mujeres sobrevivientes de violencia física o sexual. Los resultados del informe “La violencia en linea contra las mujeres en México” fueron entregados a la relatora sobre Violencia Contra Mujeres de la ONU, Dubravka Šimonović.
¿Qué motivó a la coalición comenzar a documentar agresiones en línea contra mujeres?
Desde hace varios años, nosotras en Luchadoras comenzamos a recibir en nuestra página de Facebook mensajes de mujeres que estaban viviendo violencia en línea. Muchas eran de nuestra comunidad de mujeres activistas, quienes por usar su voz en contra de la violencia estaban siendo atacadas. Comenzamos a ver cómo eso tenía un impacto en nuestras compañeras, un impacto emocional súper fuerte, un impacto organizacional en sus colectivas.
Nos dimos cuenta de cómo la violencia en línea estaba siendo usada como estrategia para callar y parar el movimiento. Investigamos más, hablamos directo con las mujeres que habían vivido esta violencia para conocer cómo las había impactado, qué estrategias habían tenido, qué estrategias habían necesitado y no habían tenido. Nos interesa generar recursos para que las mujeres puedan protegerse cuando les pasa y así fue como conocimos a todos las organizaciones. Luego la relatora de la ONU sobre violencia contra las mujeres quería hacer un informe sobre violencia en línea, así que decidimos llamar a todos y juntar la información que teníamos.
¿Por qué era necesario comenzar a documentar este tipo de agresiones?
La relatora dijo: “Quiero saber qué está pasando con la violencia contra las mujeres en el mundo y quiero emitir recomendaciones”. Y nosotros nos hemos dado cuenta que el primer paso es reconocer la violencia en línea —porque se dice que no es nada, que si es en línea solo te escribo y es un mensaje y ya—, reconocerla, nombrarla, decir cómo se materializa; por eso generamos las 13 formas de agresión. Había mucha información afuera, pero nadie decía: “estos son los tipos”. Teníamos que crear ese conocimiento primero para que se reconozca, ese es el primer paso. Después podíamos seguir haciendo investigación a profundidad.
¿Por qué no existen más estadísticas de este tipo de violencia?
Porque es un tema emergente que en los últimos tres años ha aumentado y se empieza a reconocer. Levantar información siempre es el primer paso para saber la magnitud del problema y pensar en estrategias para actuar. Yo creo que es un avance lo que ha hecho el INEGI, pero es un módulo experimental todavía. No se sabe cada cuanto se va a replicar y si va a contar con recursos para que se vuelva a levantar esa información. Porque hacer un levantamiento estadístico a nivel nacional es un trabajo de unas magnitudes muy grandes, que demanda muchos recursos.
Al principio, cuando no existían estadísticas sobre la violencia contra las mujeres, fue una lucha del movimiento feminista decir: “Necesitamos contar qué está pasando”. Entonces, la institución se abrió a empezar a captar esa información y ahora creo que eso es lo que tiene que pasar. Tenemos que interlocutar con INEGI para decirle “Esta es una forma de violencia grave, tienes que mejorar tu instrumento y además levantar la información periódicamente”.
Considerando el contexto nacional de impunidad y la revictimización que sucede cuando una mujer denuncia violencia, ¿por qué insistir en la denuncia?
Lo que hay que exigir es que el Estado provea una respuesta adecuada para las mujeres víctimas o sobrevivientes de cualquier violencia. Porque al final le está saliendo bien la jugada al sistema, la jugada de ser impune, porque lo que está haciendo es desincentivar la denuncia. Más bien la solución es exigirle al Estado que habilite mecanismos de denuncia que no revictimicen a las mujeres, que no invadan su privacidad, que no las pongan en un lugar vulnerable. De lo contrario estaríamos diciéndole al Estado que puede desoír sus responsabilidades. Yo sé que denunciar nos coloca en un lugar de posible violencia institucional, pero si una mujer quiere seguir la vía legal, debe contar con todas las condiciones para hacerlo, condiciones de seguridad. El reto está en que el Estado encuentre las vías adecuadas.
¿Cuáles son las plataformas virtuales que han tomado medidas con buenos resultados para combatir la violencia en línea contra mujeres y cuáles no?
Hemos visto que los mecanismos de reporte de Twitter han mejorado conforme pasa el tiempo. Antes solo podías denunciar una agresión al mismo tiempo y cuando se trataba de agresiones masivas era imposible que denunciar. Entonces, Twitter habilitó la posibilidad de denunciar varios tuits al mismo tiempo. También ha sido muy sensible para hacer más difícil crear cuentas falsas porque ha restringido los requisitos para sacar una cuenta nueva; eso pretende bloquear a agresores que les bajan la cuenta y sacan otra. Esas son algunas de las medidas positivas.
Facebook ahora tiene varios instrumentos para checar tu privacidad, es un autodiagnóstico que pretende ser amigable para que tú mismo revises tus medidas de privacidad y puedas mejorarlas. Aun así, no ha sido suficiente. En Facebook se censuran contenidos feministas todo el tiempo y cuando denunciamos amenazas de violación o, por ejemplo, que suben fotos de activistas feministas en grupos misóginos, las reportamos y no las bajan, consideran que no es una violación a sus normas comunitarias. Facebook tiene mucho por mejorar.
Muchas veces la opción que nos ofrecen las plataformas es bloquear a quien te está agrediendo, pero eso no necesariamente es la mejor solución porque estás tú misma cortando un canal de información que te permitiría saber si se está difundiendo más información sobre ti o no. Además, que tú lo bloquees no significa que no va a tener la misma conducta agresiva hacia otra persona. Las plataformas deben implementar medidas más contundentes contra agresores porque dicen que sus normas comunitarias no permiten la violencia, pero en el momento de tomar acción contra los agresores, no lo están haciendo de manera contundente. Ahí todavía pueden mejorar.
A nivel internacional ¿existen ejemplos de buenas prácticas contra la violencia en línea dirigida a mujeres?
Una experiencia que nosotras vemos con mucha admiración está en Pakistán. Se llama Digital Rights Foundation, es una organización conformada por mujeres que tiene una línea de ayuda para ciber acoso. Entonces, las mujeres de Pakistán tienen un número al que pueden llamar y reciben apoyo emocional, legal y técnico. Esa es una práctica muy interesante que viene desde la sociedad civil organizada.
¿Han pensado en replicarla en México con #InternetEsNuestra?
En Luchadoras lo hemos pensado, pero demanda un montón de recursos. Pero sí hay quienes lo hacen: el Frente Nacional para la Sororidad y hay una iniciativa en Facebook que se llama Ciber Chantaje SOS. Ellas sí están atendiendo casos de manera directa y me parece que también dan apoyo emocional y asesoría de otro tipo.
Para conocer más, consulta el reportaje:
Machismo en línea, la violencia real en el mundo virtual
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