Adolescence: una radiografía de la misoginia

3 mayo, 2025

¿Puede un niño de 13 años ser un asesino? La serie Adolescence expone la misoginia y violencia arraigada en nuestra sociedad, mientras gobierno y sociedad luchan por entender lo incomprensible

Texto: Andi Sarmiento

Foto: Tomada del trailer oficial

CIUDAD DE MÉXICO. – Esta es una miniserie dirigida por Philip Barantini e ideada por Jack Thorne y Stephen Graham, quien también forma parte del elenco. Narra todo el proceso relacionado con el caso de Jamie, un chico de 13 años acusado de asesinar a una de sus compañeras de clase.

En cuatro capítulos, la serie refleja distintas problemáticas que, al conectarse entre sí, dan como resultado un complejo sistema de violencias que debe ser atendido con profundidad. Muestra diversas perspectivas sobre la misoginia, demostrando que esta se expresa tanto en conductas cotidianas como en protocolos institucionales, y que todo proviene de una mentalidad supremacista muy arraigada en nuestra sociedad. Por ello, casos como este se vuelven extremadamente complejos.

La serie aborda el acontecimiento desde múltiples ángulos, ofreciendo un panorama amplio de lo que implica este caso.

Perspectivas desconectadas

Por un lado, está la perspectiva institucional, que lucha por empatizar con los individuos. Los oficiales enfrentan un dilema: su moral personal les impide ver a un niño tan joven como un criminal, pero su rol laboral los obliga a seguir protocolos rígidos, priorizando normas sobre emociones.

Además, los policías experimentan confusión e impotencia al darse cuenta de que las nuevas generaciones los superan en complejidad. Lo que para los adolescentes es obvio, para los adultos parece un enigma, lo que los lleva a sacar conclusiones desde una visión adultocentrista e institucional. Intentan entender a Jamie, pero conforme avanza la investigación, descubren no solo la complejidad del caso, sino también su desconexión con los jóvenes.

Los choques generacionales no son nuevos, pero aquí la brecha se siente más abrupta debido a las nuevas interacciones digitales. Tras la evolución acelerada de la tecnología y la pandemia, los vínculos en internet han cambiado, reduciendo la sensibilización y fomentando la polarización y los discursos de odio.

Estos mensajes no son nuevos, pero su masificación los hace más peligrosos. El problema no es solo lo que se dice, sino quién lo recibe.

Internet: ¿la nueva escuela?

La adolescencia es una etapa de alta sensibilidad a las opiniones ajenas, en la que se forjan ideales personales. Ante el miedo y la incertidumbre, muchos buscan refugio en figuras que los validen. Para algunos, internet es un escape; para otros, una herramienta para moldear su pensamiento.

Por eso, es crucial cuestionar cómo atendemos a niños y adolescentes. Necesitan privacidad, pero también supervisión y acompañamiento para evitar que encuentren consuelo en personas detrás de una pantalla.

Misoginia y masculinidades tóxicas

Adolescence enfoca su crítica en la misoginia y las masculinidades predominantes. Las actitudes denigrantes surgen tanto de una frustración desatendida como de la impotencia por no cumplir con los estereotipos de masculinidad impuestos socialmente.

Aunque estos parámetros han sido cuestionados, hoy vivimos una ola global de retroceso, donde ideas tradicionales son replicadas por jóvenes que parecían haber roto esos estigmas. La búsqueda de identidad, sumada al acceso ilimitado a contenido en línea, genera una juventud que no cuestiona, sino que sigue a quien le brinde aprobación. Así, se reinstalan mentalidades conservadoras mediante manipulación, aprovechando inseguridades y difundiendo discursos falaces basados en el rencor.

Otro debate crucial es el enfoque mediático e institucional hacia el agresor. Suele centrarse más en el victimario que en la víctima. Es necesario señalar a los violentos, pero sin olvidar los nombres e historias de quienes sufrieron la agresión. Debemos encontrar formas de narrar estos casos sin invisibilizar a las víctimas ni permitir la impunidad.

Respuestas sociales a las violencias

Finalmente, la serie destaca el rol de las familias en los sistemas de violencia. Nuestro entorno cercano moldea nuestros valores y acciones, pero también somos responsables de su impacto en la comunidad.

Los actos de Jamie no solo lo afectan a él, sino también a sus compañeros y padres, quienes se preguntan en qué fallaron. Deben entender que, aunque ya no pueden controlar sus decisiones, pueden acompañarlo en su proceso, incluso si sus acciones van contra sus creencias.

Que un niño de 13 años acumule tanto odio como para matar a una compañera es una señal de alarma. Como sociedad, debemos reflexionar sobre el rumbo que tomamos y cuestionar las mentalidades que perpetuamos. No basta con castigar; hay que analizar el contexto que llevó a ese punto, pues su conducta es respuesta a múltiples factores.

Adolescence está disponible en Netflix.

Andi Sarmiento

Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo