13 noviembre, 2023
Coca-Cola, PepsiCo y McDonald’s son señaladas en el informe de Corporate Accountability de usar los Objetivos de Desarrollo Sustentable con fines políticos para proteger sus intereses, sin rendir cuentas y utilizan las iniciativas para mejorar su imagen pública sin responsabilidad vinculante
Texto: Kennia Velázquez / Pop Lab
Ilustración: Pop Lab
GUANAJUATO.- Para contrarrestar las críticas, las grandes empresas de productos comestibles ultraprocesados participan en programas destinados a combatir la contaminación por plásticos y a proteger el ambiente. Sin embargo, no existe información detallada sobre los impactos y alcances reales de estas acciones, que se utilizan con frecuencia como parte de su estrategia de marketing y la protección de sus intereses.
El reciente informe La gran caja negra de la gran industria alimentaria, elaborado por la organización civil Corporate Accountability, señala que compañías globales como Coca-Cola, PepsiCo y McDonald’s están involucrados en más de 80 iniciativas que aparentemente respaldan los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) de las Naciones Unidas, en áreas como contaminación por plásticos, gestión del agua y agricultura sostenible.
Sin embargo, según el reporte, los impactos de estas iniciativas carecen de una base científica sólida.
Estas acciones buscan impulsar los ODS mediante la «autorregulación» y el «multilateralismo», presentándose como solución a las crisis; sin embargo, el informe de la organización civil denuncia que estas compañías buscan promover políticas favorables a la industria en lugar de respaldar mecanismos de responsabilidad vinculantes.
Según los autores del informe, las empresas multinacionales intentan enviar el mensaje de que son parte de la solución, a pesar de ser en gran medida responsables del problema. «Su objetivo es transmitir la idea de que pueden remediar sus propios desastres sin rendir cuentas al público», señalan.
De esta manera, justifican su presencia en mesas políticas, donde, según Corporate Accountability, carecen de un rol legítimo. La organización civil sostiene que estas empresas utilizan su influencia para desviar o diluir políticas vinculantes necesarias, convirtiéndolas en una autorregulación industrial voluntaria e ineficaz.
La organización civil explica que se ha focalizado en Coca-Cola, PepsiCo y McDonald’s porque tienen un alcance trasnacional en sus operaciones, un control riguroso sobre las cadenas de suministro, una afinidad de marca perdurable a lo largo de las generaciones, un impacto extremo en el agua y el clima, y un poder político colosal en naciones del cual no muchas empresas de la industria alimentaria pueden presumir.
La investigación señala que estas empresas hacen grandes esfuerzos por dar a conocer sus iniciativas; sin embargo, «dificultan mucho a los inversores y al público la comprensión y el seguimiento de lo que gastan, en qué, dónde, cuándo y con qué beneficio tangible».
Además, «formulan una amplia gama de afirmaciones incoherentes y no verificables, aunque ambiciosas, sobre lo que están haciendo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sustentable», menciona el informe.
Estas empresas han comunicado a sus accionistas que sus gastos políticos son mínimos fuera de los Estados Unidos. Sin embargo, el análisis descubrió que en sus informes de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y estrategias ambientales, sociales y de gobernanza (ESG), «a menudo se centran en países donde estas corporaciones rara vez divulgan su gasto o actividad política.
La investigación ha demostrado repetidamente que estas iniciativas pueden ser algunas de las formas más destacadas de actividad política corporativa para mejorar su imagen pública y proteger su negocio central».
El informe examinó los programas respaldados por estas empresas relacionados con la contaminación por plásticos, específicamente fuera de los Estados Unidos y en regiones del Sur Global.
“La contaminación por plásticos no es solo un problema ambiental, sino también uno interseccional que afecta la salud pública, los sistemas alimentarios, los medios de vida y el agua”, señalan los autores.
La contaminación por plásticos atraviesa los Objetivos de Desarrollo Sostenible vinculados con: salud y bienestar; agua limpia y saneamiento; ciudades y comunidades sostenibles; producción y consumo responsables; acción por el clima; protección de los mares y océanos y restaurar ecosistemas y conservar la biodiversidad.
Según registra la Plataforma de Acciones ODS de la ONU, estas empresas participan en diversas acciones: Refrigerantes (Coca-Cola y PepsiCo); Energía Renovable con Coca-Cola FEMSA; Mecanismo de Financiamiento Oceánico de Ciclo Cerrado (Coca-Cola y PepsiCo); Proyecto de Limpieza del Océano (Coca-Cola); Índice de Negocios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Coca-Cola y PepsiCo); Mundo Sin Residuos (Coca-Cola) y Programa de Acción del Ozono del Protocolo de Montreal del PNUMA (McDonald’s).
El informe revela que, además de los sitios web de las empresas, sitios web de terceros, informes y comunicaciones corporativas, se identificaron más de 20 programas relacionados con el ambiente, específicamente con la contaminación por plásticos. La falta de una lista consolidada dificulta la comprensión de su alcance, impacto y estado.
Estas iniciativas contrastan con la realidad. En 2017 se vendían un millón de botellas de plástico cada minuto, y para 2021 se calculó que serían 583.3 mil millones. Coca-Cola produce 200 mil botellas por minuto, según el documento.
En su informe de 2021, Coca-Cola afirmó que «abordar el cambio climático y eliminar los desechos plásticos son dos de nuestras cuestiones de Medio Ambiente, Sostenibilidad y Gobernanza de mayor prioridad».
No obstante, el documento de Corporate Accountability señala que las acciones de reciclaje de Coca-Cola “son imprecisas y difíciles de verificar”. Incluso en 2021, el Sierra Club en California demandó a la refresquera por publicidad engañosa, “al etiquetar las botellas de plástico como 100% Reciclable cuando están hechas de polipropileno orientado biaxial (plástico número 5), que no es reciclable”.
La organización sin fines de lucro califica los planes de Coca-Cola como «demasiado pocos, demasiado tarde y no verificables por el público», ya que, desde 1953, la refresquera contaba con iniciativas para abordar el problema de los desechos plásticos, como la denominada «Keep America Beautiful”.
“A pesar de que la corporación ha tenido 70 años desde su primer reconocimiento del problema de la basura, los informes sobre impacto demostrable son en gran medida escasos y la información sobre cómo estas iniciativas han frenado o corregido el papel de Coca-Cola en el agravamiento de la contaminación por plásticos es difícil de encontrar. Además, las métricas autoinformadas y borrosas sobre el PET utilizado y reciclado en esos informes parecen bastante sospechosas debido a la evidente falta de divulgación pública sobre cómo se calculan estas métricas”, sentencia el informe.
El documento revela que, a pesar de operar en 200 países, Coca-Cola ha invertido en pocas iniciativas, concentrándose en Australia, Nueva Zelanda, las Islas del Pacífico, Java Occidental, Filipinas, Emiratos Árabes Unidos, Pakistán, Sudáfrica, Rumania, y en iniciativas de recolección y reciclaje de PET postconsumo como Recicla Solar y SustentaPet en Brasil y PETSTAR en México.
La red trasfronteriza de OjoPúblico y POPLab han informado que empresas vinculadas a Coca-Cola, incluyendo Petstar, son las principales importadoras de desechos plásticos a México, generados en Estados Unidos y China, los cuales son lavados y reciclados en México, aunque la mayoría de las botellas utilizadas en este país terminan en los botes de basura.
La cadena de restaurantes de hamburguesas, McDonald’s, también ha declarado su compromiso con la reducción de la contaminación por plásticos. En 2018, anunció que ahorraría 1,200 toneladas de plástico por año al utilizar tapas de fibra para el café en Francia. Según el informe, al menos el 12% de los envases en Europa siguen siendo de plástico, representando el 20% a nivel mundial.
El programa “ReSource”, creado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y corporaciones transnacionales como McDonald’s, Coca-Cola y Starbucks, tiene como objetivo reducir el uso de plástico. El WWF estimó que las ocho empresas que formaban parte del programa enviaban el 43% de su plástico a vertederos, un 9% se incineraba y el 15% se gestionaba de manera deficiente.
En el análisis realizado por Corporate Accountability, se descubrió que el uso de plástico en las «Cajitas Felices» de McDonald’s se redujo en un 24,4%, y la compañía expresó su compromiso de «priorizar los juguetes a base de fibra sobre los plásticos sostenibles cuando sea posible». Sin embargo, los expertos consideran que «este movimiento no tendrá un impacto significativo en el medio ambiente».
La cadena anunció que sus restaurantes en el Reino Unido e Irlanda eliminarán el plástico de su gama de envases para 2024.
No obstante, según el informe, esta medida está alineada con los planes de los países y de Europa para reducir el uso de plásticos de un solo uso, incluso en muchos casos prohibiéndolos por completo, lo que obliga a las corporaciones a actuar. En este sentido, los compromisos de McDonald’s no son considerados ambiciosos, sino que simplemente cumplen con los requisitos regulatorios mínimos.
Otra deficiencia señalada por la asociación civil es que la cadena de hamburguesas no asume la responsabilidad de los alimentos empaquetados fuera de los restaurantes, por lo que no se hace cargo de su cadena de suministro.
Además, la presencia de frases como «en la medida de lo posible» o «cuando sea posible» en todo el contenido relacionado con estos compromisos complica aún más la posibilidad de responsabilizar a la corporación por su desempeño.
En el caso de PepsiCo, la empresa ha declarado que la reducción de residuos es un «principio clave» de su compromiso. Para el año 2025, planea diseñar el 100% de los envases para que sean «reciclables, compostables, biodegradables o reutilizables», y para 2030 reducirá el plástico virgen de «fuentes no renovables» en su cartera global de bebidas y alimentos. Sin embargo, en octubre de 2023, la empresa informó que aumentó el uso de plástico virgen en un 11% en comparación con 2020.
PepsiCo ha reconocido en sus informes que «las leyes y regulaciones relacionadas con el uso o eliminación de plásticos u otros materiales de embalaje pueden afectar adversamente nuestro negocio y desempeño financiero». Esta misma preocupación se refleja en los reportes financieros de Coca-Cola.
Ambas empresas, junto con Nestlé y otras, han estado realizando lobbying para oponerse o retrasar legislaciones en todo el mundo que buscan regular y limitar el plástico de un solo uso.
Como respuesta al proceso de negociación intergubernamental para un tratado global del plástico, la Coalición Empresarial para un Tratado Global del Plástico, convocada por la Fundación Ellen MacArthur (EMF) y el WWF, junto con algunas empresas, ha impulsado la idea de «una economía circular en la que el plástico nunca se convierta en desechos o contaminación, y el valor de los productos y materiales se retenga en la economía», con «incentivos regulatorios y financieros armonizados».
Corporate Accountability señala que la información proporcionada por Coca-Cola y PepsiCo, que forman parte de esta alianza, «sobre el uso, reciclaje o las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la producción y el uso de plástico sigue siendo poco clara, carece de una verificación adecuada por parte de terceros y de una contabilidad pública detallada».
Ni Coca-Cola ni PepsiCo revelaron cómo calcularon las emisiones producidas por cada tonelada métrica de plástico que utilizaron, y en cambio han continuado impulsando la expansión del plástico. Además, según la organización, estas empresas han luchado incansablemente contra leyes o han intentado retrasar regulaciones sólidas que podrían abordar eficazmente la emergencia del plástico.
La organización asegura que mientras «los plásticos son omnipresentes, los datos sobre plásticos son esquivos», ya que, a pesar de que estos proyectos incluyen a diversas organizaciones o agencias multilaterales, hay poca información disponible sobre sus métricas, impacto o alcance.
El informe alerta sobre cómo «la contaminación por plásticos profundiza las desigualdades globales, con los desechos plásticos del Norte Global siendo arrojados en las comunidades del Sur Global que no contribuyeron a este problema pero se ven obligadas a experimentar los efectos perjudiciales de ello».
La red transfronteriza de OjoPúblico ha reportado que en una década llegaron a México, Ecuador, Perú, Chile y Colombia 1.06 millones de toneladas de residuos plásticos provenientes de casi todo el mundo.
Corporate Accountability advierte sobre un riesgo significativo si las corporaciones globales interfieren en políticas públicas vinculantes, transparentes, efectivas y democráticas. Al brindarles acceso político a algunos de los mayores contaminadores del mundo, se amenazan las aspiraciones fundamentales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La organización destaca el impacto ambiental y en la salud de estas empresas:
– McDonald’s emite más gases de efecto invernadero que varios países europeos.
– Coca-Cola ha sido identificada como la mayor contaminadora de plásticos a nivel mundial durante varios años.
– Coca-Cola y PepsiCo han sido criticadas por operar y extraer agua de áreas propensas a la sequía, afectando a las comunidades locales.
– PepsiCo genera ingresos anuales que superan el PIB de casi 130 países, en gran medida debido a las ventas de productos poco saludables.
Estas empresas buscan proyectar una imagen de responsabilidad social debido al impacto financiero de la publicidad negativa. Una encuesta de 2022 citada en el informe reveló que el 68 por ciento de los inversores considera probable evitar completamente acciones o fondos asociados con corporaciones que contradicen sus valores.
El documento ejemplifica la cobertura mediática de los esfuerzos de Coca-Cola y PepsiCo para bloquear leyes de salud pública en México e India, demostrando hasta qué punto estas corporaciones están dispuestas a llegar para evitar lo inevitable. Los países están cada vez más motivados a proteger a sus poblaciones de una crisis de salud y ambiental impulsada por estas corporaciones.
El informe también destaca la creciente demanda de inversionistas que exigen la divulgación de datos verificables, dado que estas corporaciones han demostrado ser poco confiables en varias ocasiones.
Se señala que Coca-Cola ha financiado grupos interesados en descarrilar políticas públicas sobre enfermedades relacionadas con la dieta, PepsiCo ha continuado obteniendo aceite de palma de corporaciones acusadas de violar los derechos de los pueblos indígenas, y McDonald’s ha bloqueado aumentos al salario mínimo a nivel local, estatal y nacional en los EE. UU.
Para mitigar los daños, Corporate Accountability propone que estas empresas divulguen información exhaustiva sobre su actividad global, abarcando aspectos como su actividad política, la eficacia de la responsabilidad social corporativa, la filantropía corporativa y la financiación de investigaciones. También enfatiza la importancia de garantizar la veracidad de sus informes.
Esta nota fue publicada originalmente en POP LAB, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.
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