6 mayo, 2021
Ante el fracaso de su campaña contra las vacunas anticovid-19 y la estrategia oficial contra la pandemia, los opositores al actual gobierno encontraron una nueva veta de odio: el percance en el Metro capitalino
Twitter: @anajarnajar
No esperaron ni un día.
Horas después de que un convoy del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro se desplomó por la falla de una trabe en la línea 12, las redes sociales de internet, columnas, portadas de algunos diarios y espacios en radio se llenaron de odio.
Al inicio la cobertura dio cuenta del accidente, los detalles del rescate de víctimas y videos de cámaras de seguridad que captaron el momento del desplome.
También aparecieron mensajes en Twitter con fotografías que mostraban daños en la estructura del viaducto elevado de la llamada “Línea Dorada”.
Algunas imágenes fueron tomadas hace varios años, y desde entonces mostraban al puente colapsado con severos daños.
Hasta allí la cobertura parecía normal. La narrativa cambió con el amanecer.
Al mediodía del martes 4 de mayo, cuando no se cumplían 24 horas de la tragedia, las redes sociales de internet se llenaron de mensajes para responsabilizar al presidente Andrés Manuel López Obrador del percance.
Algunos pedían su renuncia. Otros acusaron falta de mantenimiento en el STC porque, dijeron, los recursos se utilizaron para beneficiar la imagen del mandatario.
No faltaron los análisis minuciosos y detallados sobre lo que, juraron, fueron las causas del accidente. Maravillas del oportunismo:
De un día para otro, decenas de comunicadores e intelectuales se transformaron en ingenieros especializados en estructuras.
No faltó la mesa de analistas que debatieron horas enteras sobre el mismo tema, sin más argumentos que la descalificación.
El centro de su polémica fue que lo sucedido en el Metro no fue un accidente, sino un acto criminal. Y el responsable fue AMLO.
El colmo se presentó en el sitio del colapso. Sin pudor, candidatos y líderes del Partido Acción Nacional (PAN) se presentaron al lugar de la tragedia para tomarse fotografías, con los vagones colapsados como fondo.
Otros como Andrés Atayde, presidente del organismo en la capital, y los diputados Christian Von Roerich, Héctor Barrera, Orlando Garrido y Federico Döring pretendieron llevarse a una mujer y su madre que buscaban, desesperadas, a un niño.
“Vamos a denunciar a la jefa de Gobierno. ¡La jefa de Gobierno se lo tiene que decir!”, dijeron.
La miserable actitud de los panistas y de otros propaladores de odio no pasó desapercibida. Una de las etiquetas más vistas en Twitter fue “carroñeros”, en referencia a los oportunistas de la tragedia.
En realidad, el adjetivo quedó corto, pero sirve igual para describir lo que desde ahora se ve como la siguiente etapa en la guerra de lodo y suciedad de los opositores a la 4T.
Antes de iniciar el actual gobierno y en sus primeros meses de actividad el tema central de los ataques fue la cancelación del Nuevo Aeropuerto de México.
Después se concentraron en la estrategia contra el robo de combustible y la explosión en Tlehuelilpan, Hidalgo, donde murieron 137 personas que se encontraban cerca de una toma clandestina en un ducto de Pemex.
En 2020 el objetivo fue sabotear la estrategia de la Secretaría de Salud para contener la emergencia sanitaria por la pandemia de covid-19.
Periodistas, escritores, académicos, políticos y empresarios festejaron cada una de las cifras que daban cuenta del incremento de personas contagiadas o fallecidas.
En esa misma línea enfocaron sus baterías para descalificar las vacunas adquiridas por el gobierno federal contra el virus del SARS -Cov2.
En los últimos tres casos se trató de acciones miserables, el ánimo de minar el respaldo presidencial a costa de la tragedia humana.
En todas estas acciones, desde la inicial contra el aeropuerto hasta el sabotaje a las vacunas, el común denominador es su fracaso.
Ahora los opositores encontraron una nueva veta de odio, el accidente en el Metro de Ciudad de México.
Y le van a sacar jugo. Ya empezaron con la cobertura sobre el saldo del percance, las historias concentradas en quienes acusan a las autoridades de la tragedia.
Lo hacen también en las especulaciones sobre las causas del desplome en el viaducto elevado de la Línea 12, cerca de la estación Los Olivos.
En tal sospechosismo la conclusión es la misma: el gobierno capitalino no ejerció el presupuesto y, por lo tanto, canceló el mantenimiento.
La ola de oportunismo y suciedad se intensifica por las redes sociales.
En algunas cuentas de Facebook, por ejemplo, se alienta la vieja tesis de que la mayor parte del presupuesto federal se destina a la capital del país.
Es mentira, claro, pero el objetivo es alentar la rivalidad entre chilangos y el resto de los mexicanos.
Los mensajes, con una enorme dosis de clasismo y discriminación, aseguran que el accidente en la Línea 12 es un despilfarro.
“Nosotros los mantenemos”, es la tesis. Y enseguida, claro, viene la acusación de que AMLO usa el dinero público para promover su imagen y no para atender las necesidades del país. Especialmente las de quienes promueven el odio.
Las anteriores estrategias no lograron el objetivo de minar la popularidad presidencial, que se mantiene en 58% en promedio, según las encuestas.
Tampoco consiguieron revertir la tendencia en las votaciones de junio próximo, pues las estadísticas advierten que el partido en el poder, Morena, puede conservar la mayoría parlamentaria en la Cámara de Diputados.
Así, es previsible que esta nueva campaña de suciedad se encamine al mismo sitio: el fracaso.
En tal destino hay riesgos, porque la desesperación de los promotores del odio puede llevarlos a medidas extremas.
Ya se vio en el plantón que el llamado FRENAA sostuvo en el Zócalo capitalino.
El discurso de algunos líderes del movimiento era sumamente violento, con llamados frecuentes a un golpe de Estado y hacer daño al presidente López Obrador.
Los padrinos de estos personajes les quitaron el subsidio y el plantón desapareció. Pero la rabia, el clasismo y la discriminación que les movió aún permanecen.
Es una semilla que los opositores nutren con entusiasmo, creyentes de que la violencia -de la que muchos son tan fanáticos- saciará su sed de… quién sabe.
Porque el odio embrutece. Y en estos meses, desde 2018, cada día hay un ejemplo nuevo.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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