Abuso sexual infantil: “Hay que creerles a los niños”

26 abril, 2023

México ocupa el primer lugar de la OCDE en abuso sexual infantil, violencia que sucede en los entornos más cercanos como casa y escuela. La falta de interés en la infancia, la criminalización  que sufren las madres cuando denuncian y la revictimización de un sistema judicial, dificultan que estas violencias se denuncien, se reparen y se erradiquen

Texto: Daniela Rea

Fotos: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.- Una niña juega al centro de un escenario vacío, “un, dos, tres calabaza”, dice y espera expectante; nadie responde y ella insiste:  “un, dos, tres calabaza”, llama de nuevo. Poco a poco otrxs niñxs aparecen en escena respondiendo en movimiento y en quietud de estatua cuando hay que hacerlo. El escenario es un patio donde niñxs juegan a la rueda de san miguel, al bote pateado, al stop. Danza y teatro construyen un espacio de inocencia. Poco a poco la música cambia y la iluminación también. Del juego se avanza a una danza con movimientos que parecen un retorcimiento, una retirada. Y cuando se retiran lxs niñxs, una tubería, un caño, ocupa el espacio del escenario. 

Un niño ya no quiere jugar. Habla de vergüenza, de miedo, de un monstruo. Pero el monstruo no puede ser nombrado, porque si lo hace, si el niño lo nombra, el monstruo se lo va a comer.

Estamos ante esta pieza de danza contemporánea y teatro, porque Victoria Riva Palacio Nieto, de 46 años, la coreógrafa y directora, tiene un llamado qué hacer.  “Hay que escuchar y creer a los niños”, dice. Sus dos hijos sufieron abuso sexual por parte de su progenitor y a partir de eso, ella ha utilizado las herramientas a su alcance para prevenir que cualquier otrx niñx sea víctima del abuso.

En el año 2015 Victoria se dio cuenta que sus hijos, de entonces 4 y 6 años, habían sufrido violencia sexual. Mientras llevaba un proceso judicial contra el agresor en el estado de Morelos, donde vivían y sucedieron los hechos, Victoria decidió hacer una coreografía “para que la gente vea que sí es vedad y que sí, un niño puede verbalizar la violencia, sin embargo los adultos no le creen y dicen que no, que están fantaseando, están inventando”.

La obra se llama “Reconstruyendo el silencio” y se estrenó en el año 2018. Victoria la montó con el apoyo del Fonca y con la participación de algunas víctimas de abuso que querían aportar desde su experiencia y creatividad. Se presentó en varias partes del país y al finalizar la presentación una psicóloga acompañaba para dar contención de ser necesario. 

“Creo que es importante que la gente se sensibilice porque es un tema tabú que nadie quiere hablar, que nos da vergüenza, y si les creemos a los niños podemos hacer que su vida vaya por otro camino. Por eso es importante creerles y atenderles”, dice Victoria en entrevista con Pie de Página.

-¿En qué debemos poner atención como adultxs para identificar abuso sexual en las infancias y adolescencias?

-En mi experiencia y lo que aprendí en Adivac (una organización social que apoya a víctimas de violencia sexual) algunos focos rojos son: lxs niñxs tienen autolesiones diciendo que odian su cuerpo, tienen terrores nocturnos, pierden el control de esfínteres cuando ya lo tenían, pierden el apetito, hay dolores de cabeza recurrentes y en algunos casos explícitamente dicen que no quieren ver a esa persona. En mi caso mis hijos lo expresaban literalmente.

-Una vez que se detectan esos síntomas, ¿qué es importante, como adultxs, hacer?

-Creerles siempre a sus hijos o hijas, ellos no inventan cosas. Y cuando sufren abuso plantean cosas de índole sexual que no corresponde a su edad. Y si lo saben es que ha habido un abuso aunque sea por la tele (exposición a imágenes). Es importante también que busquen atención inmediatamente porque si el niño o niña ha vivido violencia sexual, van a hablar conforme sientan confianza.  

“En el camino (del proceso judicial contra el agresor y de acompañamiento emocional de los hijos)  me di cuenta que hay que enfrentar varios obstáculos. La psicología de los niños se ve afectada, les cuesta trabajo verbalizarlo, les da vergüenza, se sienten culpables”, dice Victoria. “Por eso no se debe andar el camino solas. Yo me acerqué a Adivac y ahí conocí más casos, más mamás, estuve en un grupo de contención y me di cuenta que somos muchas mamás las que tenemos que defender y proteger a nuestros hijos de abusos que casi siempre suceden en el círculo cercano de los niños y abusan de esta relación de poder y de confianza para abusar sexualmente de ellos”. 

De acuerdo con la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) el 90 por ciento de los abusos contra lxs menores sucede en el interior de los hogares y el entorno familiar.

Acompañarse y buscar ayuda

Una de las cosas más complicadas del proceso, cuenta Victoria, fue andar en soledad, de ahí que recomiende acompañarse y buscar ayuda. “A veces parece que estás en un desierto, ni la institución, ni los jueces, ni la sociedad están ahí. Yo me acuerdo que cuando pasó, fue súper fuerte emocionalmente, pero tienes que seguir adelante porque hay que sacarlos adelante, rehacerles la vida. Porque esto también es cierto, a pesar del abuso, los niños tienen un camino por delante que se puede rehacer”.

La soledad, la culpa. En el caso de Victoria, la culpa personal por sentir que ella lxs había puesto en riesgo “yo los dejé con él, (su progenitor) y pensaba que él los cuidaba, tenía que llevarlos a la convivencia, porque la ley te dice que tienes la custodia, pero tienen convivencia”. 

La soledad, la culpa, la violencia. Social y judicialmente revictimiza a las víctimas del abuso. 

No creerles a las mujeres denunciantes, acusarlas de manipulación, de influenciar a lxs hijxs. Cómo olvidar en la Ciudad de México la historia de Mireya Agraz Cortés, quien en el año 2011 denunció abuso sexual infantil y no fue escuchada, hasta que la llevó a suicidarse junto con sus tres hijxs, su madre y padre, eso preferible a que su expareja y padre de lxs niñxs, siguiera abusando de ellxs. 

Victoria señala que durante el juicio penal varios medios de comunicación del estado de Morelos, donde sucedieron los hechos, señalaban que las denuncias fueron inventadas y que el agresor era un preso político de Graco Ramírez, entonces gobernador del estado; también señala que durante el proceso, en el mes de octubre del 2019, entraron a su casa, agredieron a la trabajadora del hogar y se llevaron una parte de las copias del expediente.  Como consecuencia se han tenido que mover de residencia varias veces, primero  cambiaron de estado, dentro de México, después de país. Eso no ha evitado las agresiones, en el año 2022 llegaron correos electrónicos a la organización donde actualmente trabaja, acusándola a ella y a su familia de abusar del poder político y ejercer presión política en contra del agresor. (Estos señalamientos parten de que Antonio Riva Palacio, ex gobernador de Morelos, es tío de Victoria).

El proceso judicial

La incomprensión de la que habla Victoria es consecuencia de un sistema patriarcal que, en su caso, se tradujo en “decir que una mamá miente aun con la declaración de los niños en juicio, que fue corroborado por las psicólogas y psiquiatras, porque las mujeres siguen siendo las que manipulan. A nivel social se tiene que abrir esta conversación, esa es la intención de la coreografía, que los niños hablen y creerles, que se les trate con mayor sensibilidad”. 

“Los niños fueron al MP, que en mi caso fue una mujer y no tenía sensibilidad para trabajar con niños. Yo me asesoré, estudié para cuidarlos en el proceso judicial y aprendí que hay técnicas especiales con juguetes o dibujos, que no puedes pedirles reconstrucción precisa como la hora exacta de la agresión”.

Save the Children, en su apartado de abusos sexuales, señala que “las debilidades y fallos del sistema jurídico repercuten en una revictimización del menor que ha sufrido abusos sexuales. La victimización secundaria (o revictimización) es la respuesta que da el sistema a una víctima. Esta respuesta hace que la persona reviva la situación traumática y vuelva a asumir su papel de víctima. Esta vez no es sólo víctima de un delito, si no de la incomprensión del sistema”.

En el año 2016 Victoria presentó una denuncia penal por abuso sexual. En el año 2017 hubo una sentencia condenatoria por el delito de violación equiparada agravada y por abuso sexual agravado a 38 años en Morelos. El agresor apeló la sentencia y en el 2018 se confirmó la sentencia condenatoria, con una pena que aumentó a 42 años. A inicios de este 2023 se presentó un amparo contra esa segunda sentencia, con el argumento de que no tuvo la debida defensa. El grupo de abogados que supuestamente puso el amparo se deslindó de él, por lo que el agresor se desistió del amparo y lo retiró.

La OCDE informó en el año 2021 que de cada 1000 casos de abuso sexual infantil, sólo 100 se denuncian y de ese total sólo 10 llega ante un juez. De los 10 casos que llegan a un juez en sólo el 1 por ciento el agresor recibe una sentencia condenatoria. Victoria se sabe parte de esa minúscula cifra en donde hay una pena, y por ese motivo le es importante en luchar por escucharles, por creerles y por empujar un sistema de justicia que no les revictimice y garantice reparación del daño y no repetición. 

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La pieza artística de Victoria Riva Palacio cuenta un juego de niños, una amenaza velada, un silencio y un extravío. Una tubería, un caño es la metáfora de la oscuridad, de la poca luz, de la confusión. Al final de la pieza, las tuberías se iluminan por dentro y las artistas cantan:

La primera voz que necesitas escuchar y liberar es la de tu interior

Acompañada de los tambores de tu instinto profundo y listo

Si te dice “algo anda mal, esto no debe ser normal” despierta, atiende

Que liberando esa emoción no la volverás agresión.

Al caño lo que hace daño, al tubo lo que no sirve

Al caño lo que hace daño, al tubo lo que no sirve

“Hay que seguir adelante, sacarlos adelante, rehacerles la vida, porque en medio de todo el horror no olvidemos que podemos rehacer sus vidas. Seguir vivos y seguir juntos, como sobrevivientes”, dice Victoria.

Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.