20 junio, 2022
La violencia vicaria criminaliza a las madres y las aleja de sus hijas. Son los casos de Diana y Janet, quienes padeceen violencia institucional por parte de las dependencias encargadas de impartir justicia
Texto: Susana Rodríguez y Jade Ramírez / Perimetral
Imágenes: PinchEinnar
JALISCO.-A Diana la regañó su pareja diciéndole “Qué cruel eres vas a dejar a tus hijos sin papá”.
Ya en la anterior entrega, abordamos las características de la violencia vicaria que ejercen padres de una familia contra la madre y los hijos, como una forma de violencia de género.
Esto incluso puede implicar lastimar físicamente a hijos e hijas hasta matarlos, desaparecerlos y enjuiciar legalmente a la mamá.
Diana quedó embarazada y con Raúl, su pareja, decidieron vivir juntos y nació la primera hija.
Estuvieron un tiempo viviendo en casa de la familia de Raúl, luego se mudaron de ciudad por el trabajo de él, pero la inseguridad y la falta de una red de apoyo hicieron que Diana y su hija volvieran a Aguascalientes.
La relación de pareja se afectó por la distancia y Raúl empezó a sentir celos; aún así hubo un segundo embarazo.
Con la idea de mantener “la familia” Diana se concentró sólo en el matrimonio y la crianza. Sin embargo la violencia de Raúl hacia ella fue subiendo: enojos, insultos y un día la golpeó. Ella decidió separarse.
Acordaron coordinarse para los gastos y cuidados de la hija e hijo, hasta que Raúl comenzó una nueva relación de pareja; cada adulto pensó en tramitar el divorcio pero de manera muy distinta.
Diana comenzó el trámite del divorcio y la pensión provisional en el Juzgado Segundo de lo Familiar de Aguascalientes, mientras que Raul elaboró un convenio no justo para Diana.
Ella se negó y luego de un período vacacional, él se quedó con la niña y el niño para quitárselos.
“Llega el segundo periodo de vacacional y me dice ya me tocan los niños, le dije, sí, ven por ellos y pasa como a las 5 de la tarde y se van. Y me marca a las 9 y me dice o me firmas el divorcio o no los vuelves a ver”.
La justificación que le dieron las autoridades a Diana para no ayudarla a recuperar o acercarse a su hija e hijo, fue que no podían hacer nada porque estaban con su papá y no era un delito.
Con el riesgo de ser detenida por la policía, Diana llegó al colegio donde estudiaban y se los llevó, pero estaban aterrados:
-¡No me quiero ir contigo…!
–¿Porqué no se quieren ir conmigo?
-¡Porque te van a meter a la cárcel mamá, si nos vamos contigo, te van a meter a la cárcel !
La mamá empezó a notar los estragos psico-emocionales en su hija e hijo por el conflicto familiar: disgustos, reclamos, indisposición para hacer las actividades del hogar; en una ocasión ella regañó al niño y Raúl lo aprovechó para iniciar una demanda por violencia intrafamiliar.
Diana fue detenida en el Centro de Justicia para las Mujeres de Aguascalientes y permaneció encerrada más de 12 horas.
En medio del estrés, la angustia y la culpa sembrada por la expareja, ella se convenció a sí misma de evitar volver a llevar a su hija e hijo a los juzgados.
Aceptó que vivieran con Raúl pero al poco tiempo le llegó a Diana una demanda que reclamaba la pérdida de la patria potestad con lo que quedó devastada al iniciar una nueva lucha «Esta necesidad, esta añoranza de verlos, de abrazarlos, de estar con ellos…siento que no puedo con eso.»
Desde el 22 de octubre de 2021, Diana no puede ver, abrazar, educar, vigilar la salud y cumplir su rol de madre con su hija e hijo.
Sonia Vaccaro es la psicóloga clínica especializada en victimología, quien puso el término en 2012 para especificar dentro de la violencia de género, lo que hacen los padres con hijas e hijos al convertirles en arma para atacar a una madre.
Janeth se siente muerta sin estarlo y considera a sus hijas huérfanas sin serlo.
Para ella son cuatro mujeres viviendo un dolor innecesario «porque un hombre así lo ha querido y el Estado lo ha permitido”, reclama Janeth.
“Las ha cosificado, las ha puesto como una cosa para dañarme, herirme y seguir haciéndome daño y eso definitivamente sí lo ha conseguido. Es un sentimiento como estar muerta sin estarlo y mis hijas están huérfanas sin estar huérfanas de madre”.
Janeth tuvo tres hijas con Armando y desde 2017 está alejada de ellas sin saber nada. Esto pasó cuando él se las llevó e impidió cualquier contacto.
La relación entre Janeth y Armando terminó cuando ella decidió poner fin a la violencia de la que era víctima en el hogar, porque no quería que sus hijas creyeran que estaba bien permitir el maltrato de la pareja, de los hombres.
Aunque ellos tenían algunos desacuerdos, Janeth estuvo dispuesta a que Armando conviviera con las niñas, pero al enterarse de la nueva relación de la ella inició la venganza e impidió por completo que las niñas estuvieran en contacto con su mamá.
“Después de siete meses que las tenía conmigo y él se la llevaba a convivir los fines de semana se entera que estaba viendo otra persona y decide llevárselas. Hasta el día de hoy me impide verlas y es una situación muy difícil que he vivido estos cinco años”.
Antes de separarse Janeth interpuso una denuncia en el Centro de Justicia para las Mujeres por la violencia pero su experiencia de pedirle apoyo a la autoridad fue de total desilusión: nunca la ayudaron.
Cuando se separó ella interpuso en el Juzgado Sexto de lo Familiar en Guadalajara la demanda de custodia, divorcio y pensión provisional y le fueron otorgadas; cuando él se llevó a las niñas hizo un trámite similar en el Juzgado Primero y también le otorgaron la custodia a él.
Para Janeth esta es una cadena de violencia institucional que dificulta la lucha de las madres que no están dispuestas a darse por vencidas.
Con este caso se ejemplifica el pacto patriarcal y la falta de perspectiva de género en la impartición de justicia donde no se considera, a las tres niñas como víctimas.
“Se han violado muchos derechos humanos que tengo como mujer madre y sobre todo se han violado los derechos de mis hijas desde que fueron sustraídas. Definitivamente, la madre de todas las violencias es la institucional porque es ahí donde tú te quedas totalmente desprotegida”.
Mediante la gestión de diversos amparos ella ha logrado ver a sus hijas de lejos y unos minutos en el centro de convivencia, pero también pelea porque la pensión a la que la obligaron sea acorde a su ingreso.
Uno de los argumentos que toma explícito el juez para darle la custodia a él es que ante el DIF Jalisco las niñas no quieren convivir con su mamá “porque las abandonó”, pero quién solo ha sostenido ese argumento es Armando, no hay nada oficial.
Históricamente los roles de género se han establecido, repercutiendo en la salud mental, física y emocional de las mujeres; ellas deben sostener el equilibrio familiar y si no lo hacen: son las culpables del quiebre.
Así se hereda, también, la idea socialmente aprobada de que la familia sostiene lo que acontece afuera en lo colectivo.
Es lo que aborda la tesis Resignificación de la paternidad: experiencias de crianza y cuidado de padres íntimos aguascalentenses de Maritza Duarte Alcántara.
“En el espacio doméstico se construye la sociedad, en los espacios domésticos se cuidan los trabajadores y se construyen trabajadores. En este sistema capitalista la familia es fundamental porque, ¿En dónde descansan los trabajadores? En su casa. ¿Donde construimos trabajadores?, desde la casa”.
Una instrucción a las hijas de Janet por parte de los juzgados al resolver la custodia compartida, es que lo que conviene es permitir el sometimiento del agresor para evitar problemas legales y separaciones.
Así se enseña a la mujer su papel en esta estructura capitalista, desde la infancia, explica Maritza Duarte.
“Para que haya mano de obra tiene que haber un espacio de protección y de seguridad: es la casa y a quienes le vamos a pedir que hagan ese trabajo: a las mujeres desde la infancia les vamos a decir que eso es lo que les toca hacer”.
De acuerdo a una encuesta realizada por el Frente Nacional contra la Violencia Vicaria a principios del 2022, nueve de cada diez agresores han iniciado procesos legales en contra de las madres de sus hijas e hijos, ya sea civiles, penales o ambos.
Esta misma encuesta refleja que siete de cada diez mujeres víctimas de violencia vicaria identifican haber vivido violencia institucional la Fiscalía de Jalisco, los juzgados familiares, el Tribunal Superior de Justicia, el Centro de Justicia para las Mujeres y, por supuesto, las dependencias pro derechos de la niñez y adolescentes.
“Hay una crítica muy severa al acceso a la administración de justicia, creo que como impartidores de justicia nos hace falta avanzar mucho avanzar en generar confianza en la sociedad”.
En los siguientes episodios ahondaremos en casos donde el poder judicial mantiene el pacto patriarcal con los padres, la creación del Frente Nacional de Mujeres contra la Violencia Vicaria, más daños a la niñez y cómo socialmente las amistades de las familias, se deslindan.
Primera entrega: Violencia vicaria, la expresión más cruel del pacto patriarcal
*Esta nota fue realizada por PERIMETRAL, integrante de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.
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