Un acercamiento a Los sueños de la Bella Durmiente (reedición por Penguin Random House, 2021), libro de cuentos y poemas propios de la literatura fantástica o de imaginación del escritor de culto Emiliano González
A Alberto Chimal.
“El propósito de mi obra es corromper a la realidad”
Emiliano González
Emiliano González (1955-2021) fue un narrador, poeta y ensayista mexicano de culto. Hijo de la escritora y traductora Julieta Campos y del diplomático, editor y escritor, Enrique González Pedrero.
Los sueños de la Bella Durmiente (2021) fue publicado por primera vez en 1978, en la editorial Joaquín Mortiz. Ese mismo año Emiliano González fue acreedor, por dicho libro, del Premio Xavier Villaurrutia en la categoría de cuento (junto a Isabel Fraire en poesía y Ulalume González de León en ensayo). Un año antes, Amparo Dávila había ocupado el mismo galardón con Árboles petrificados y tres años atrás (1974), la madre, Julieta Campos, ganó el mismo premio en la categoría de novela.
Décadas después (en 2005) Los sueños de la Bella Durmiente fue publicado nuevamente por Conaculta, pero en una edición lastimosamente incompleta.
La primera vez que escuché de Emiliano González fue gracias a Alberto Chimal, en su taller. Los sueños de la Bella Durmiente era entonces inconseguible.
Acompañado de un excelente prólogo de Miguel Lupián, director de Revista Penumbria, este libro vuelve a publicarse en su versión completa en Debolsillo, sello de Penguin Random House.
Leerlo es una experiencia onírica.
Desde la primera página el autor da muestra de su inclinación por la literatura fantástica. Se conjugan ficción, misterio, fantasía y metatextualidades, en donde el autor cita a otros autores y evoca reflexiones ensayísticas en torno a ellas. Es un libro raro, inusual. Este libro único debe ser leído por los amantes de lo experimental.
En ocasiones me recordaba a Salvador Elizondo, hay cierta similitud en sus cuentos, principalmente en los ambientes narrados y en el contenido imaginativo. Si bien, Emiliano González no es propiamente pionero de la literatura fantástica mexicana, sí creo que es un pilar imprescindible y único.
La estructura del libro es, como el sueño, igualmente heterodoxa, aparentemente inconexa. Está compuesto por dos partes: “Libro primero: La ciudad del otoño perpetuo”; y “Libro segundo: La torre de los espejismos”. Ambos fragmentos son una compilación de textos de diferentes géneros, entre los que se encuentran principalmente cuento y poesía, pero hay también atisbos del ensayo, o un híbrido entre cuento y ensayo.
El esqueleto de Los sueños de la Bella Durmiente está hecho de fantasía, es el motor que da forma al orden de los poemas y cuentos de este libro.
La edición viene acompañada por magníficas ilustraciones —incluyendo la de la portada— de Zoveck Estudio, que remiten al contenido ilusorio y fantástico de los textos de González. Un fragmento del collage que ilustró la primera edición fue extraído, menciona Lupián, de Los grabados fantásticos de Wendel Dietterlin; columna que, curiosamente, González “había impreso en playeras, botones y estampas que regalaba y pegaba en el metro, en los postes”, pienso, como expandiendo su universo ilusorio al mundo terrenal, dejando huella de su imaginación en otro terreno —uno más palpable— mediante la ilustración del collage.
Ahora que revisito el libro para escribir este texto, me percato, entre las ilustraciones, de formas a las que inicialmente no había prestado atención: un rostro con los tejidos internos de la piel. Hay también relojes de bolsillo, flores, plantas, ramas circundando mansiones de apariencia neoclásica, y, entre todo eso, opuesto al rostro de los tejidos, el semblante de una bella y joven mujer (¿la Bella Durmiente?) con la mirada hacia arriba; la posición de su rostro insinúa ser el mismo que el rostro opuesto de los tejidos de carne.
Entre las páginas de este libro transcurren escenarios principescos, acaso más tenebrosos, macabros en ocasiones, como es el caso de “El hombre embozado. A victorian ghost story”, a mi parecer, uno de los mejores de este libro.
Sólidas columnas que emergen del techo sin apoyo terrestre; reliquias flotantes; puertas tras puertas; espejos infinitos quebrados en pedazos que muestran, a su vez, la respectiva infinitud en los pedazos; jardines secretos dentro de una sola flor. Eso es El sueño de la Bella Durmiente, entre versos y prosa que estalla en una imaginación fantástica. Un excelente acierto de Penguin Random House al apostar por esta (re)edición cuidadosamente publicada.
“Los cuatro libros de Garret Mackintosh” me parece el cuento más cautivador de todos, no sólo por el contenido y la prosa, sino por el embalaje que Emiliano González crea alrededor de un autor inventado por él para este cuento, muy a la manera de Jorge Luis Borges, con elementos realistas que simulan la veracidad del cuento, que más que cuento pareciera ser un ensayo, además, con notas al pie (donde habla de otros libros e incluso de la Hemeroteca Nacional) que fortalecen el realismo ilusorio en el que González atrapa al lector. Fue hasta que busqué impacientemente a dicho autor, Garret Mackintosh, cuando me percaté de que había caído en el engaño de González: Garret Mackintosh nunca existió, sólo existe en este cuento de Emiliano González. Incluso cita a Mackintosh, con supuestos fragmentos subrayados que el mismo Emiliano ha extraído de los libros de cuentos de Mackintosh, pero que realmente son verdaderos aforismos de él, Emiliano González; mi preferido: “El propósito de mi obra es corromper a la realidad”.
En el poema “Miniaturas para definir a Borges”, González apunta a lo largo de diez cuartetos enumerados —endecasílabos y en patrón ABBA— las particularidades recurrentes en la obra de Borges, a quien, naturalmente, guardaba cierta afición.
Como parte del epílogo del primer libro, Emiliano González menciona sobre su obra: “Muchas de las piezas del volumen pertenecen, estéticamente hablando, al modernismo: un modernismo tardío, sospechosamente atrevido y ferozmente anacrónico”. Indudablemente, se nota en la exuberancia del lenguaje plasmado en su destreza prosística y estrófica con que deleita al lector y abre puertas a las posibilidades de la imaginación.
Un libro que no puede pasar desapercibido por quienes gustan de la literatura fantástica.
Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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