21 abril, 2022
De origen mexicano, Lucio es la primera latina condenada a la pena capital. Se le acusa de la muerte de su hija, sucedida en 2007. Legisladores, abogados, organizaciones civiles, incluso jurados que la sentenciaron (ahora arrepentidos de su fallo), piden clemencia. La Secretaría de Relaciones Exteriores declinó hablar del caso
Texto: Surya Palacios /Alto nivel
Fotos: Alto Nivel
CIUDAD DE MÉXICO.- A Melissa Lucio le quedan pocos días de vida y cientos de abrazos que no ha podido darles a sus 14 hijos en los últimos 180 meses. Tiene 53 años y espera -para el próximo 27 de abril- ser ejecutada en una cárcel de Texas por el homicidio en 2007 de su hija de dos años, lo que la convertiría en la primera mujer latina en recibir la pena capital en la historia reciente de Estados Unidos.
De origen mexicano y con innumerables antecedentes de violencia sufrida en su niñez y juventud, ella se dice inocente y pide clemencia, y en eso coinciden legisladores de los partidos Demócrata y Republicano, decenas de activistas, abogados independientes, organizaciones civiles como Innocence Project, e incluso cinco de los jurados que la sentenciaron en 2008, hoy arrepentidos por ese fallo.
“Hay expertos reconocidos a nivel nacional que han revisado las pruebas, los archivos en el caso de Melissa, y ellos están de acuerdo en que en el juicio se presentaron testimonios falsos”, dijo a ALTO NIVEL Sandra Babcock, una de las abogadas de Lucio, académica de la Escuela de Derecho de la Universidad de Cornell y miembro del Centro sobre la Pena de Muerte en el Mundo de esa misma casa de estudios.
Mariah Álvarez, la hija de Melissa que el 15 de febrero de 2007 tenía dos años, sufrió en esa fecha una caída en una escalera, lo que provocó su muerte horas después debido a un trauma cerebral. Se trató de un accidente, a decir de su madre y de expertos forenses, aunque la Policía y el fiscal de Distrito del Condado texano de Cameron señalaron que el deceso fue producto de maltrato.
En el proceso penal, el juez de la causa no permitió que los jurados escucharan los testimonios de médicos que consultó la defensa, quienes ratificaban que la muerte de la menor se derivó de las lesiones sufridas por la caída.
Además, tampoco se mostró la evidencia sobre la coerción recibida por Melissa en su interrogatorio policial, e igualmente se negó a los jurados conocer que esta mujer latina había sufrido violencia sexual e intrafamiliar desde pequeña, lo que la hizo susceptible de responder a la Policía, tras largas horas de presión, que quizás ella había provocado la muerte de su hija.
Cuando fue detenida, Lucio estaba embarazada de gemelos, durante más de seis horas no recibió ni siquiera un vaso de agua, mientras tres agentes policiacos le gritaban para que admitiera como de su autoría las lesiones que presentó Mariah.
Johnny Galvan Jr., uno de los jurados que condenó a muerte a Melissa Lucio, escribió recientemente en el diario Houston Chronicle que “hubo muchos otros detalles que no se mencionaron. No fue hasta después de que terminó el juicio que salió a la luz información preocupante”, como la larga historia de abuso físico y sexual de Melissa Lucio.
Esta condición de maltrato “la hacía vulnerable a confesar falsamente cuando la sometían a tácticas de interrogatorio agresivas la noche de la muerte de su hija. Nadie nos orientó durante el interrogatorio para mostrarnos cuántas veces afirmó su inocencia (más de 100). No se presentaron pruebas de eso y me habría importado”, subrayó Galvan en un texto titulado “Voté para sentenciar a Melissa Lucio a muerte. Me equivoqué”.
Recluida en la cárcel de Mountain View en Gatesville, Texas, Melissa está la espera de que la Corte de Apelaciones de ese estado suspenda su ejecución a través de un último recurso de habeas corpus, equivalente al Juicio de Amparo en México.
En este se le pide al tribunal que suspenda la ejecución programada para el próximo miércoles 27 de abril, y anule la sentencia de muerte por existir evidencia que no fue considerada en el juicio inicial.
Al mismo tiempo se está solicitando clemencia al gobernador de Texas, Gregg Abbott, quien formalmente puede suspender la ejecución si así se lo recomienda la Junta de Indultos y Libertad Condicional, detalla vía telefónica Abraham Bonowitz, uno de los activistas que lucha por salvarle la vida a Melissa.
“Queremos que (Abbott) eche otro vistazo al caso” para que conceda la clemencia, además de que “sería genial” que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador también lo sugiriera, comenta.
Preguntada al respecto por ALTO NIVEL, la Secretaría de Relaciones Exteriores declinó informar si estaba al tanto de la situación de esta mujer de origen mexicano.
Lo más importante ahora es -al menos- aplazar la ejecución por inyección letal de Melissa Lucio, y considerar que “jurados en el caso han dicho que no habrían votado para condenarla si hubieran sabido lo que saben ahora”, precisa Bonowitz.
Justo eso es lo que también piden más de 80 legisladores Republicanos y Demócratas de Texas que se han unido para evitar lo que creen es una injusticia irreversible. De manera inédita, los representantes texanos, que usualmente sostienen posturas contrarias en torno a la pena de muerte, en el caso de Melissa Lucio coinciden en que esta mujer no recibió un juicio justo, por lo que no debería ser ejecutada.
Inclusive, el Ministerio de Exteriores de Francia también se ha pronunciado sobre el caso y pidió a autoridades estadounidenses detengan la ejecución de Melissa Lucio. También personalidades de televisión, como Kim Kardashian, se han movilizado en favor de la mujer de origen mexicano.
En el sistema de justicia penal estadounidense no se juzga con perspectiva de género, producto de una añeja construcción judicial en la que prevalecen los prejuicios hacia la mujer, la discriminación en contra de latinos, afroamericanos y otras minorías, y el hecho de que un acusado pobre generalmente no cuenta con una defensa adecuada, como en el caso de Melissa Lucio.
Para Sandra Babcock, las Cortes “siempre han tenido un punto ciego en relación con cuestiones de género, es cierto que el sistema de justicia penal fue creado por hombres para hombres”, además de que “la mayoría de las mujeres que están encarceladas (en Estados Unidos) son mujeres que han sido víctimas de violencia de género”.
“Melissa fue víctima de abuso sexual como niña, fue víctima de una violación como adolescente, tuvo un matrimonio infantil, pues se casó a los 16 años, que es una forma de violencia de género también, y luego durante las dos relaciones principales que tuvo fue víctima de violencia doméstica”, enfatiza Babcock.
Todos estos antecedentes hicieron que Lucio viviera con un trastorno de estrés postraumático que influyó en sus respuestas a la Policía, cuando violentamente fue interrogada sobre la muerte de su pequeña hija.
Por eso la condena a la pena capital de Melissa se basó en una breve confesión poco confiable, forzada, y con evidencia no científica que engañó al jurado, asegura la defensa en el recurso de habeas corpus promovido.
Otra prueba de la desigualdad de trato a la que estuvo sometida es que a su esposo y padre de la niña Mariah, Robert Antonio Álvarez, solo se le condenó a 4 años de prisión por negligencia en el cuidado de la menor.
“Para mí este caso es un ejemplar de cómo los prejuicios basados en discriminación de género causan e informan las decisiones que toman las personas que tienen el poder para decidir la pena de muerte” de una mujer en Estados Unidos, lamenta Sandra Babcock.
Por eso, como una de las defensoras de Melissa Lucio, espera que se le otorgue clemencia y, en el mejor de los casos, que la condena sea revocada. De lo contrario, dentro de una semana, esta mujer de origen mexicano será llevada a la cámara de ejecuciones, a pesar de que existen dudas razonables sobre su culpabilidad.
*Esta nota fue publicada originalmente en Alto Nivel y se reproduce con autorización del medio. Aquí puedes leer la original.
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