En un momento que divide al país en dos, los partidos de oposición decidieron quedarse pasmados. Ignoran que la política es acción, movilización de cuadros, calle… O parece que no aprendieron nada del tsunami que los arrastró en 2018
Twitter: @chamanesco
El mismo día que el presidente andaba de fiesta en el aeropuerto de Santa Lucía, el Partido Acción Nacional anunció que daba por concluida la posibilidad de dialogar con el gobierno sobre los grandes problemas nacionales y las reformas legislativas pendientes.
Probablemente Andrés Manuel López Obrador ni siquiera se enteró, pero el principal partido de oposición en México, cansado de esperar a que se concretara el diálogo prometido en diciembre, anunció que ya no se sentará a la mesa.
Lo más sorprendente del anuncio del líder panista Marko Cortés no es el rompimiento, sino la nula repercusión de su anuncio.
“Los gobiernos autoritarios no dialogan, sino imponen su posición. Ya quedó claro que al gobierno morenista no le interesa resolver los graves problemas de la gente; en diciembre sólo les interesó la foto de una falsa apertura a escuchar y construir”, acusó el líder panista.
Pero el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien hace tres meses recibió la encomienda presidencial de dialogar con los panistas, ni siquiera pestañeó.
El PAN, un partido de 22 senadores, 113 diputados federales, ocho gobernadores y 8.9 millones de votos (18.2 por ciento de la votación nacional en 2021), le importa poco al gobierno de López Obrador.
Para el presidente, sus funcionarios y su partido, la derecha es un cero a la izquierda; un partido al que tratarán de arrebatarle tres gubernaturas más en los próximos meses: Durango, Quintana Roo y Tamaulipas.
Desdibujado y extraviado, Acción Nacional es, además, ninguneado.
¿O alguien piensa que la foto de gobernadores panistas “cerrando filas rumbo a 2024” le haya quitado el sueño a Mario Delgado, a Claudia Sheinbaum o a Marcelo Ebrard?
¿Es Lilly Téllez una candidata realmente viable, a dos años de la gran cita electoral?, ¿o a qué le tiraba Marko Cortés cuando la puso en la baraja de sus siete posibles presidenciables?
¿Alguien sabe dónde está Ricardo Anaya?
Si el personaje más famoso del PAN no puede pisar México, por el riesgo de ser arrestado, ¿no terminará Marko destapándose a sí mismo en 2023?
Así el panorama, Acción Nacional ha decidido autoexcluirse de cualquier posibilidad de diálogo, negociación y acuerdo con la 4T.
No es un asunto menor: sus votos podrían bloquear las reformas que aún anhela López Obrador; siempre y cuando Marko Cortés y Santiago Creel logren mantener al PRI firme en la alianza legislativa Va por México.
De entrada, el PAN ha anticipado su rechazo a la reforma eléctrica, en la que Morena pretende meter el acelerador para aprobarla antes de que concluya el periodo ordinario (30 de abril).
Y en el mediano plazo, Acción Nacional ha advertido que no irá con una reforma electoral que vulnere la autonomía del INE.
Es bueno saber que los panistas defenderán esa última trinchera, pero ¿cómo garantizar que un pacto PRI-Morena no los deje fuera de la reforma política y de un eventual reparto de posiciones en el Consejo General del INE?
El PAN es el principal partido opositor, pero depende demasiado del PRI para hacer valer su fuerza.
El PRI poco a poco se va borrando del mapa (hoy tiene cuatro gubernaturas, de las cuales dos podría perderlas el próximo 5 de junio), pero sus 13 escaños en el Senado y sus 71 diputados le podrían abrir la puerta de las reformas a López Obrador, incluida una reforma al sistema electoral.
Quizás por eso, ni el presidente ni MORENA tratan con desdén al tricolor.
Y también por eso el PAN no se puede dar el lujo de romper con los priistas.
Pero… ¿es confiable el dirigente priista Alejandro Moreno, cuando afirma que la alianza Va por México se mantendrá firme frente a los intentos de Morena de imponer reformas?
¿El coordinador Rubén Moreira cumplirá aquello de que no habrá reforma eléctrica sino hasta después de las elecciones locales de junio?, ¿o la candidatura de su esposa, Carolina Viggiano, podría mover los intereses priistas, de San Lázaro a Hidalgo?
Y, por cierto, ¿quién podría ser el candidato del PRI a las presidenciales de 2024?, ¿a quién pondrá el tricolor sobre la mesa en una posible negociación con el PAN y el PRD para definir la candidatura de la alianza opositora?
¿Querrá López Obrador que el PRI pierda este año en Hidalgo y Oaxaca, y el próximo año en Coahuila y Estado de México?, ¿le conviene a López Obrador que el PRI desaparezca del mapa antes de 2024?
¿Qué podrían pactar Andrés Manuel, Alito y Moreira, a cambio de la supervivencia del tricolor?
PAN, PRI y lo que queda del PRD han dicho que se mantendrán aliados hasta 2024.
“O nos unimos o nos hundimos”, declararon apenas en febrero, en una suerte de confesión, que también podría ser un epitafio.
Por lo pronto, han decidido mantenerse activos solamente en el ámbito de la retórica.
Mientras el presidente y Morena movilizan a sus millones de simpatizantes so pretexto de la Revocación de Mandato, la oposición ha decidido “hacerle el vacío” al proceso.
Llaman a dejar las urnas vacías el próximo 10 de abril, pretendiendo con ello dar “un mensaje” a la sociedad, y no convalidar “la farsa”.
Frente al hiperactivismo presidencial, la operación de gobernadores y gobernadoras morenistas, el activismo de las estructuras sociales y políticas de la 4T, la oposición legal y formal ha decidido desmovilizarse.
Si acaso, han hecho de la queja y la denuncia su única estrategia, colocando al INE (al que dicen querer cuidar) en una situación de choque frontal con el presidente.
Las más de 100 quejas que han interpuesto en este proceso han puesto al INE en la incómoda obligación de tener que sancionar diariamente a López Obrador, Claudia Sheinbaum, Mario Delgado u otros morenistas, por violaciones a un caduco modelo de comunicación política.
No en balde, cada vez más personas ubican al INE como la única oposición efectiva a la 4T, cuando ése no es -ni debe ser- el papel de un árbitro.
El vacío opositor también juega a favor del desgaste de la autoridad electoral.
En un momento que divide al país en dos, los partidos de oposición decidieron quedarse pasmados. Ignoran que la política es acción, movilización de cuadros, calle… Parece que no aprendieron nada del tsunami que los arrastró en 2018.
Periodista desde 1993. Estudió Comunicación en la UNAM y Periodismo en el Máster de El País. Trabajó en Reforma 25 años como reportero y editor de Enfoque y Revista R. Es maestro en la UNAM y la Ibero. Iba a fundar una banda de rock progresivo, pero el periodismo y la política se interpusieron en el camino. Analista político. Subdirector de información en el medio Animal Político.
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