16 marzo, 2022
Más de tres millones de personas, principalmente mujeres y niños, han huido de Ucrania, una crisis de refugiados de rápido crecimiento, de acuerdo con la ONU. Estas son algunas de las historias de quienes se van y quienes se quedan
Texto y foto: Ed Holt / IPS Noticias
BRATISLAVA, ESLOVAQUIA.- “Nunca, jamás, creí que algo así pudiera suceder, ni por un segundo”, dice Valia, ahora una de los ya tres millones de refugiados que han huido hasta ahora de Ucrania, escenario de una inclemente guerra.
Hace apenas dos semanas, dice esta profesora de inglés, llevaba una vida normal en Kropyvnytskyi, en el centro de Ucrania, con su hijo de 13 años. Pero el 24 de febrero se despertó con la noticia de que Rusia había invadido su país.
Tras pasar una noche en el sótano de una escuela con decenas de personas que temían que su ciudad pudiera ser atacada por los rusos, decidió que tenía que intentar ponerse a salvo con su hijo y emprendió un viaje de mil kilómetros para salir del país.
Valia pasó días viajando en lo que ella describe como «terribles condiciones» en trenes peligrosamente abarrotados en los que la gente enfermaba. A veces era difícil respirar bien porque había demasiada gente hacinada en los vagones.
Luego tomó autobuses hasta la frontera con Eslovaquia, en el suroeste ucraniano. Allí, esperó cuatro horas en el frío antes de que ella y su hijo lograran pasar la frontera y llegar hasta donde la esperaban sus amigos en la capital eslovaca, Bratislava.
“Mi viaje puede parecer malo, pero cuando lo pienso, me considero afortunada. Conozco a algunas personas que vinieron de Kharkiv, en el este de Ucrania, y tuvieron un viaje terrible. Algunos tardaron seis días”, cuenta a IPS.
Valia es solo una de las más de tres millones de personas, en su gran mayoría mujeres y niños, que han huido de Ucrania desde que comenzó la invasión rusa, según confirmó este martes 15 Paul Dillon, portavoz la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en Ginebra
La ONU ha descrito el éxodo ucraniano como la crisis de refugiados de más rápido crecimiento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Las organizaciones humanitarias internacionales advierten que la cifra de refugiados se incrementará muchos millones más, porque habrá cada vez más ucranianos que intentarán abandonar el país en las próximas semanas, ya que lo que han descrito repetidamente como una catástrofe humanitaria sólo va a empeorar.
“La situación humanitaria en Ucrania es cada vez más grave y desesperada. Cientos de miles de personas carecen de alimentos, agua, calefacción, electricidad o atención médica”, explicó a IPS el portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja, Cristoph Hanger.
Añadió que más de dos millones de personas, de los 40 millones que tenía Ucrania antes de ser invadida, “han abandonado sus hogares para dirigirse a los países vecinos, mientras que otros cientos de miles están atrapados en las ciudades, desesperados por encontrar una salida segura”.
Las organizaciones humanitarias han descrito las escenas en algunas partes del país como apocalípticas.
El conflicto se había cobrado hasta el 11 de marzo la vida de al menos 549 civiles, según datos de la ONU, aunque se cree que la cifra real es mucho mayor. Además ha dejado destruidos algunos pueblos y grandes partes de varias ciudades.
Los daños en las infraestructuras, el bloqueo de las carreteras por parte de las tropas rusas y los constantes bombardeos hacen que en algunos lugares no haya forma de hacer llegar a los residentes ni siquiera los suministros humanitarios básicos.
En la ciudad portuaria de Mariupol, en el sureste de Ucrania, rodeada por las tropas rusas y cuyas autoridades han dicho que está esencialmente sitiada, la situación es desesperada.
Se ha informado de personas que se pelean entre sí por restos de comida en las calles mientras los residentes comienzan a morir de hambre. Otros simplemente no pueden salir de sus casas debido a los constantes bombardeos.
Svitlana, una peluquera de 52 años, dijo que su vida ahora en esa ciudad transcurre en gran parte en refugios antibombas.
“La vida en un refugio no es una vida. Sobrevivimos como podemos. La gente trae su comida y la comparte en el refugio mientras el bombardeo continúa por encima de nosotros. Intentamos fingir que todo irá bien, pero todos sabemos que muchos de nosotros moriremos”, contó a IPS desde la castigada urbe.
Pero incluso en lugares donde no ha habido combates encarnizados o bombardeos, el peaje de la guerra se hace sentir.
Oksana, de 35 años, que aún vive en Kiev, dijo a IPS que “aquí todavía no caen las bombas, pero el ambiente de guerra es muy estresante”.
“Lo peor es que, después de uno o dos días, te das cuenta de que no es una película, sino una lucha a vida o muerte. Es difícil explicar lo aterrorizada que me siento. Un amigo mío filmó con su teléfono un avión de guerra ruso que se estrelló en el jardín de su vecino», explicó.
«Mi mente es simplemente incapaz de entender que esto está sucediendo realmente”, sintetizó con voz entrecortada.
La residente kievita añadió que “esto tiene que parar. Si no, no sé cómo sobrevivirá la gente y qué pasará con los suministros de alimentos y medicinas para la gente”.
En todo el país, los suministros médicos, en particular, están disminuyendo, mientras que los hospitales y las instalaciones sanitarias han sido objetivo de las fuerzas rusas, presionando la prestación de asistencia sanitaria.
Las personas que hablaron con IPS dijeron que, en algunos lugares, los servicios se están centrando cada vez más en la atención sanitaria de emergencia y en el tratamiento de los heridos de guerra, lo que limita la capacidad de tratamiento de las personas con enfermedades crónicas o potencialmente mortales.
También ha habido informes no confirmados de médicos y ambulancias que han sido objetivo de las tropas rusas.
Evgenia, que trabaja en el sector sanitario, consiguió escapar de su ciudad natal, Irpin, a las afueras de Kiev, pocos días antes de que el ejército ruso la bombardeara y acabara destruyéndola en gran parte.
Ahora se encuentra en Kiev, donde, según ella, muchos servicios sanitarios siguen funcionando con relativa normalidad. Sin embargo, en algunas partes del país, la única asistencia sanitaria que existe es la de emergencia, nada más.
En algunos pueblos y ciudades se ha dejado de prestar cualquier tipo de asistencia sanitaria que implique un trabajo de proximidad, porque ahora es muy peligroso, te pueden disparar simplemente por estar en la calle, mientras que los suministros de medicamentos están disminuyendo porque las carreteras están ocupadas por militares rusos, y por lo tanto es imposible trasladar los medicamentos de una zona a otra aunque alguien lo intente.
Y en la capital ucraniana también hay problemas crecientes.
“Las filas frente a las farmacias son largas y, de todos modos, a menudo se han agotado los medicamentos”, dijo a IPS.
Evgenia precisó que las ONG y otros grupos que participan en la respuesta a las enfermedades crónicas como la tuberculosis, el VIH/sida, la hepatitis, los grupos de asistencia social para las poblaciones vulnerables, incluida la comunidad LGBTI, se han visto obligados a recurrir a la entrega de ayuda humanitaria en las calles de la capital en lugar de su puesto habitual.
El deterioro de la seguridad y de la situación humanitaria está haciendo que cada vez más personas que permanecen en Ucrania huyan de sus hogares.
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) informa de que hay hasta un millón de desplazados internos en el país debido al conflicto, y a medida que los combates continúen, se espera que esa cifra aumente, poniendo cada vez más presión sobre los recursos cada vez más escasos para atenderlos.
“Si los combates se acercan cada vez más a más pueblos y ciudades, especialmente en el oeste, el número de refugiados aumentará, y entonces, debido a su número, habrá una presión aún mayor sobre los servicios, dentro de la propia Ucrania”, explicó Toby Fricker, jefe de Comunicaciones y Asociaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Detalló a IPS que “que la gente se desplaza para escapar de los combates en otros lugares, pero también en los países vecinos que reciben a los refugiados”, generando diferentes y crecientes presiones.
Esto ya se está viendo en algunas partes del oeste del país, que hasta ahora ha visto relativamente pocos combates y se percibe como más seguro, especialmente en Lviv, una importante ciudad occidental de Ucrania.
Acnur ha pronosticado que hasta cuatro millones de personas se verán obligadas a abandonar Ucrania a causa de la guerra.
Sin embargo, aunque la salida de Ucrania ofrece cierta esperanza de seguridad, para muchos el viaje en sí está plagado de peligros, y una vez cruzada la frontera, los efectos del conflicto permanecen.
Muchos de los viajes de los refugiados pueden durar días, se realizan con un clima gélido, a veces implican caminatas de decenas de kilómetros a pie, y a veces con suministros limitados de alimentos y agua.
Mientras tanto, dado que los hombres ucranianos de entre 18 y 60 años han recibido la orden de no abandonar el país para defenderlo en caso de necesidad, la inmensa mayoría de los refugiados son mujeres y niños.
Las organizaciones humanitarias han advertido que las mujeres refugiadas se enfrentan a un mayor riesgo de explotación y violencia de género, mientras que la separación brusca de sus parejas y padres, hijos y otros familiares varones también puede ser traumática para las mujeres y, sobre todo, para los niños.
“Los niños tienen que enfrentarse a ver, por ejemplo, a sus padres dándose un último abrazo mientras se separan, y tratar de entender por qué papá no se va con ellos”, dijo a IPS el portavoz de Unicef, James Elder.
Las organizaciones que ayudan a la recepción de los refugiados en los países de acogida dijeron a IPS que muchas personas que llegan suelen estar muy agotadas y profundamente traumatizadas.
“Lo que estamos viendo en gran medida es que la gente está llegando con una sensación muy profunda de shock y trauma. Debido a la rapidez con la que ocurrió todo, muchos de ellos todavía están en un estado de confusión”, detalló Fricker, de Unicef.
“Los adultos, la mayoría de los cuales son mujeres con hijos, todavía están en un estado de negación de lo que les ha sucedido, de tener que dejar sus países, negocios, hogares y maridos y parejas de repente”, añadió.
Valia, que ahora trabaja como voluntaria en la principal estación de trenes de Bratislava ayudando a los miles de ucranianos que llegan cada día desde su país, está de acuerdo con esa descripción.
“La gente está traumatizada, pero todo ocurrió tan rápido que muchos de ellos están en un estado de shock masivo. Todavía no pueden creer lo que ha sucedido”, dijo.
La incertidumbre es también una preocupación para muchos refugiados, añadió.
“Algunos lo han perdido todo, y muchos se han quedado con poco dinero, ya que la moneda ucraniana que traían no se puede cambiar en muchos países, y como muchas personas vaciaron sus cuentas bancarias antes de salir, las tarjetas bancarias que llevan consigo son prácticamente inútiles”, narró como parte de los problemas que encuentran.
La propia Valia confía a IPS que no sabe cuánto tiempo se quedará en Eslovaquia, y su hijo quiere volver a Ucrania lo antes posible. Pero admite que no tiene una idea clara de lo que le depara el futuro a ella, a su hijo y a los demás ucranianos.
«Es preocupante para mucha gente con la que hablo», dijo.
Sin embargo, Valia cree que algún día regresará a su país cuando vuelva la paz.
«Creo que volveré a Ucrania. Hablo con otros ucranianos que dicen que nunca perdonarán a Rusia por lo que ha hecho. Pero no se lo reprocho al pueblo ruso. Todo el mundo tiene que unirse para evitar que ocurran cosas como esta», reflexionó.
Para esta refugiada, «el mundo tiene tantos otros problemas, como el cambio climático, la pobreza, las enfermedades, etc., que la gente debería dedicar su energía a eso y no a guerras como esta».
Nota: A su pedido, solo se da el nombre de las mujeres ucranianas que brindaron su testimonio a IPS desde dentro y desde fuera de Ucrania.
*Esta nota fue publicada originalmente por IPS NOTICIAS. Aquí puedes leerla.
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