15 marzo, 2022
Las personas que viven cerca de plantaciones de papa cultivadas con agrotóxicos padecen náuseas, ardores en la piel, dolores de cabeza y llegan a ser hospitalizadas. Testimonios de una extensa región de Veracruz muestran una situación compleja que necesita regulación urgente. También enseñan el camino hacia otras opciones menos agresivas para la salud
Por Fabio Ramírez y Rodrigo Soberanes / Por La Marea
VERACRUZ.- Diana espera gemelos y su embarazo enfrenta riesgos. Su cuerpo estaba sano y sin complicaciones, pero un productor agroindustrial rentó la parcela aledaña a su casa para sembrar papas, con lo que comenzó a sufrir los mismos problemas de salud que otros habitantes de su pueblo que también han estado expuesto a las mismas sustancias químicas.
Ella vive en Matlalapa, una comunidad del municipio de Xico que está enfrentando las consecuencias de la siembra de papa como monocultivo con el uso de plaguicidas con un nivel de toxicidad tan potente, que son considerados como altamente tóxicos para la salud de las personas, de acuerdo con Convenios Internacionales, tales como el Convenio de Estocolmo (2004) y el de Rotterdam (2005), ratificados por México.
Durante enero Diana fue presa de unos malestares que causaron preocupación en casa. Era el primer trimestre de embarazo, cuando los síntomas de la gravidez son más molestos, pero lo que sentía no era normal. “Se nos estaba acabando la niña a principios de año”, dijo su suegra.
La falta de apetito, los vómitos tan frecuentes, los ardores en la piel y el malestar generalizado en el cuerpo se parecían a los síntomas que presentaron otras personas del pueblo que viven junto a plantíos de papa que también fueron cultivados usando plaguicidas y herbicidas altamente tóxicos.
Diana y sus criaturas están en peligro: “En mujeres embarazadas la exposición a agrotóxicos puede ser muy grave, las moléculas que pueden alterar las hormonas pueden tener efectos en sus niños cuando ya sean adolescentes”, afirmó el coordinador de la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México, A. C. (RAPAM), Fernando Bejarano, en entrevista con La Marea.
Diana está en un dilema: tiene que decidir si se queda en la casa asumiendo los riesgos, o si busca otro lugar donde no tendrá la atención que necesita.
La empresa que alquiló el terreno aledaño a la casa de Diana, sin embargo, no está en ningún dilema: mandó a sus trabajadores a aplicar herbicidas que técnicamente son sustancias que matan la vida, en este caso para eliminar las hierbas o mal llamadas malezas, aunque también existen insecticidas, nematicidas, fungicidas y bactericidas, mejor conocidos como plaguicidas.
En esta parcela no quedó vestigio de vegetación, lo cual contribuye a la degradación del suelo por contaminación química.
También sacaron cientos de rocas con trascabo y remolque hasta dejar la tierra sin obstáculos para el arado y la siembra de los tubérculos. Esto genera que el suelo quede expuesto y se erosione por las fuertes lluvias y el viento, a lo que se suma que el cultivo de papa lo hacen a favor de la pendiente, como una resbaladilla.
Lo que sucede en Matlalapa y comunidades aledañas es que la empresa llega a ofrecer sumas de dinero difíciles de rechazar a cambio de alquilarles sus tierras para sembrar papas usando plaguicidas. Las causas de esto son complejas, ya que responde a un modelo agroindustrial depredador, el modelo de la Revolución Verde impuesto desde los años sesenta a nivel mundial, dependiente de alto uso de agrotóxicos, maquinaria agrícola y monocultivos (Holt & Altieri, 2013[1]). Como cualquier otro cultivo agroindustrial aparenta ser muy rentable, pero está a merced de un mercado altamente volátil, además de que tiene altísimos costos de producción y afectaciones socio ambientales.
“Quieres ser rico, cultiva papas, quieres ser pobre, sigue cultivando papas”, dijo un campesino de la región.
A Ricardo, el dueño del predio aledaño a la casa de Diana, le dieron 10 mil pesos por sembrar en una hectárea, y a pesar de que está enterado de las afectaciones e incluso en contra de la siembra con agrotóxicos tuvo que aceptar, a causa de un accidente que lo incapacitó para trabajar. “Los tuve que agarrar (los 10 mil pesos) por la maldita necesidad”, contó desde su casa.
Todas las personas que fueron entrevistadas en terreno pidieron no revelar sus nombres reales por motivos de seguridad.
¿Cómo culpar a alguien que realmente necesita el dinero? ¿Cómo culpar a las personas que reciben empleo -al menos temporal- cuando no encuentran trabajo en ningún lado?
Pero también están las náuseas, los ardores en la piel, dolores de cabeza y las hospitalizaciones de personas.
“Se fumiga en la noche y hace aire. Nos llega el mal olor”, dijo la suegra de Diana. “Aquí la peste llega a la hora que sea. Una vez llegué a mi casa y apestaba al líquido”, dijo otra habitante de la zona. “Aquí se desencadenaron problemas personales”, agregó una tercera.
Matlalapa y muchas otras comunidades de la Cuenca Alta del Río la Antigua (CARA de aquí en adelante), localidades rurales de la cara oriental del Cofre de Perote, están en un dilema.
La Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México (RAPAM), calculó en 2017 que en México hay 184 ingredientes activos que tienen una o más características que los definen como altamente peligrosos circulando en el mercado.
“Es decir, que pueden causar la muerte a corto plazo o pueden causar problemas como la probabilidad de cáncer, efectos reproductivos, alteraciones hormonales y aspectos ambientales graves como afectaciones a las abejas y afectaciones a organismos acuáticos”, dijo Fernando Bejarano, coordinador de la RAPAM.
“Lo que preocupa más es que las autoridades de salud no le han dado la importancia ni la dimensión que tiene este problema”, agregó el especialista en entrevista con La Marea.
Matlalapa, con situaciones como la de Diana y sus gemelos en camino presenta una realidad más conocida en las comunidades del Cofre que de cinco años a la fecha -según testimonios en la región- se está acercando a pueblos y ciudades con bosques como Xico, Coatepec, Teocelo y Tlalnelhuayocan.
Todos son lugares de alta biodiversidad, relictos del bosque mesófilo de montaña donde también se produce el agua, los alimentos y en general los servicios ambientales que el área metropolitana de Xalapa necesita para su calidad de vida, además de las implicaciones a la salud de todas las personas que viven directamente en situaciones de exposición cotidiana los plaguicidas.
El Programa de ordenamiento ecológico regional de la región capital de Xalapa, Veracruz regula la siembra de monocultivos con sustancias químicas tóxicas en esa ciudad y los 11 municipios aledaños, como Coatepec.
Ese documento obliga a autoridades estatales y municipales a cumplir el ordenamiento y señala que aún los agrotóxicos permitidos no deben aplicarse a menos de 500 metros de “casa habitación, espacio público, poblado o cuerpo de agua utilizado para el abasto de agua para uso humano (ríos, manantiales, cajas de agua, presas) o de ecosistemas importantes para sostener la vida en la región”.
Matlalapa está en las faldas del volcán Cofre de Perote, a 2070 metros sobre el nivel del mar (msnm). Una persona acostumbrada a esa altura y a andar en subidas pronunciadas puede llegar caminando en un día a la peña que está en la cima de esa montaña.
En el recorrido hacia la cima están comunidades como, Los Pescados y El Conejo en la zona alta de la CARA, lugares ubicados a 3,000 msnm y en otras condiciones agroambientales más propicias del cultivo de papa, donde se cultiva desde que tienen memoria. Cuentan que hace tres décadas aproximadamente inició el modelo de agricultura por contrato con renta de tierras y una avalancha en el uso de plaguicidas dañinos.
En esta región donde hay organizaciones, como Sendas A.C. con al menos siete años de trabajo promoviendo el cultivo de papa agroecológica en pequeña escala, ha identificado la utilización de al menos 10 productos comerciales que contienen sustancias agrotóxicas consideradas como “altamente peligrosas” por la RAPAM.
Lo que está pasando en Matlalapa y en la zona media de la CARA, ya pasó desde hace mucho “allá arriba” en El Conejo y Los Pescados, entre otras comunidades, sin embargo a diferencia de la zona alta, en la zona media las condiciones agroambientales son mucho más adversas para un cultivo como la papa, ya que hay mucho más humedad, temperatura y suelos que no corresponden a la vocación del cultivo de papa, sin embargo en la época de otoño e invierno es cuándo han logrado encontrar el punto adecuado para este cultivo en dicha zona, correspondiente a la temporada dónde no es posible cultivar en la zona alta por la alta presencia de heladas.
Allá arriba hablan de que fue un error haber dejado entrar a las empresas que llegaron a rentarles sus tierras a cambio de dinero y que han encontrado la manera de seguir cultivando papas de otra manera, con otra lógica. Con otra visión de vida.
Los testimonios de habitantes de esas dos comunidades son publicados por La Marea bajo condición de anonimato por razones de seguridad.
Voces de una familia campesina de la localidad de Pescados:
Mientras la familia completa llena bolsas para sembrar oyamel, hincados y con las manos llenas de tierra, comienzan a contar su experiencia en el campo.
-Este es nuestro modo de vida. Cuando abrí los ojos ya había papas y ahora me hice viejo cultivando papa-, dijo un campesino, integrante de la familia.
Y continuó:
-Esto de los químicos tendrá 30 años, llegaron supuestamente para tener más cultivo para la siembra. Lo que nos empujó a esto fue el consumidor, la gente de la ciudad. El mercado es el que domina. Todo el campo está siendo criminalizado como si nosotros estuviéramos acabando con la naturaleza, pero es el consumidor que nos pide esa calidad de papa muy estética, grande, brillosa, rosada. Si llega a tener una mancha ya nadie nos la compra. Los paperos son los que dan empleos a la gente de aquí, no hay nadie más.
El campesino siguió su relato, contando que él dejó de cultivar con agrotóxicos peligrosos hace 13 años cuando cayó enfermo en el hospital en varias ocasiones junto con su hijo.
-Con los agrotóxicos se acabó la flora, se acabó la fauna. Lo que me hizo cambiar a mí fue que mi hijo y yo nos intoxicamos tres o cuatro veces. Llegamos al hospital. Te pierdes y no te sientes ni tú mismo, me quemaba la ropa tanto que llegué desnudo a mi casa no sé ni como, perdí el conocimiento y me sentía muy mal. Mi hijo igual. Vimos que el dinero no era lo importante sino la salud, preferimos estar así, sin carros nuevos ni cosas que realmente no son necesarias, aunque no es lo mismo andar con dinero en la bolsa que sin dinero. Ahora producimos ajo, cebolla, flor, hortalizas.
Las hijas del campesino dicen que sus parcelas, ya sin químicos, son otro lugar distinto porque volvió a brotar la vida.
-El problema no está en el campo, la tierra produce, pero no la calidad estética que la gente pide en el supermercado, hay papa que sabe a fumigante. Lo que si vemos es ya la diferencia de nuestras parcelas pues ya hay plantas que salen por sí solas y los animales ya están volviendo. Con las parcelas de junto (donde sigue el cultivo con agrotóxicos) la tierra se erosiona mucho, poco más de medio metro de profundo, el olor nos llega cuando están fumigando, vimos como las aves se fueron y ya no cantan en las mañanas, pero llegamos a la conclusión que somos todos lo que estamos acabando con todo.
Testimonio de una mujer de Los Pescados que cultiva papas en su parcela:
-El Furadán es el plaguicida más fuerte, hay papas que las abres y apestan a tóxico. Aquí lo que pienso es que hay daños en el riñón, cáncer, intoxicaciones, abortos y lo que pasa es que no lo atribuimos a los tóxicos, hombres y mujeres por igual.
Ella ahora está en un grupo de producción de alimentos agroecológicos.
-Utilizamos bioinsumos para dejar los tóxicos (ácidos húmicos, súper magro, caldos minerales, microorganismos, abonos orgánicos, bocashi y harinas de rocas). Yo tuve la fortuna de escuchar a los mayores y a mi papá le tocó verlo y vivirlo (agricultura sin plaguicidas peligrosos) creo que eso nos ayudó.
-La papa del llano es convencional y nos hace daño, tiene otro sabor, le echan químicos para que salgan más bonitas y nos llegan los olores de lo que le echan, aunque esté lejos, nos da dolor de estómago y de cabeza a veces vómito, también a mi esposo le han salido granos en la piel que lleva 4 años trabajando en la papa tóxica. Aquí hubo 3 adolescentes intoxicados hospitalizados dos días por respirar tóxicos, por lo menos el patrón se hizo responsable y les pagó la medicina.
Testimonio de una mujer de la comunidad de El Conejo:
-Pues ya mal acostumbraron los campos, si no le ponen venenos no da nada, sale muy caro porque hay que echar fertilizantes y fumigar mucho. Las personas que fumigan se enferman, se marean y se desmayan, llegan los olores y nos duele mucho la cabeza, se llama Furadán.
Testimonio de un productor de papa agroecológica en Los Pescados:
-Aquí tumbas a un papero y el pueblo se te va encima, pues son los que le dan trabajo a todo mundo. Nosotros estamos con la papa agroecológica, nosotros estamos organizados, pero faltan apoyos para los productores como nosotros: fondos revolventes, impulsos para hacer un módulo muestra que sea ejemplo que pueda reproducirse. En este momento no podemos compararnos con los grandes productores, sabemos que sí funciona sin embargo estamos estancados y no podemos crecer, a causa del mercado. Quiero ser ejemplo en mi comunidad, no he logrado convencer a nadie de aquí de mi propia comunidad a cambiar el sistema, lo que falta es financiamiento, verdaderamente llegar al mercado convencional. La reja de papa tóxica está en $400 pesos con 27 kilos. La reja de papa agroecológica está en $600 pesos con 27 kilos ¿Qué vamos a hacer si dejamos de sembrar papa? ¿Qué alternativas hay para no sembrar la papa tóxica? ¿Cómo le decimos a la gente que deje de comprar las cosas que están contaminadas? La papa si sale fea la gente no la compra, aquí se necesita informar al consumidor lo que se está comiendo, el valor nutrimental de las papas, hacer conciencia de que es lo que compran y a quién. Para cambiar ese consumo habría que cambiar toda una cultura, creo que aún no estamos preparados para enfrentar todo esto, hay mucha mafia dentro de los cultivos, y los grandes empresarios y todo demás. Hay mucho dinero de por medio, no hay que hablar mucho de estas cosas.
Pobladores de la montaña intentan ir contracorriente de un sistema alimentario dominante que camina de la mano de cadenas agroindustriales. Fernando Bejarano cree que se necesitan “Se necesitan estrategias de transición en las que se vayan encontrando soluciones para ir cortando esta dependencia”.
Y agregó: “Falta articular los encuentros de producción en lugares de venta, eliminar intermediarios que permitan que el productor pueda tener políticas de crédito”.
Pasa en todo México en la mayor parte de los cultivos. La venta de productos agrotóxicos está generalizada porque existe una “venta indiscriminada” que causa que personas como Diana y pobladores de su comunidad y la región estén expuestas a un “coctel” de plaguicidas, según Fernando Bejarano.
“Es una alianza entre los vendedores, las casas distribuidoras, las empresas transnacionales, las empresas genéricas y técnicos agrícolas que fueron entrenados para vender agrotóxicos, no para entender los problemas como el desastre ambiental y el impacto a la salud”, dijo el especialista.
Ricardo, el dueño de media hectárea en Matlalapa, estaba en contra de los agrotóxicos. De hecho, participó con Sendas A.C. y Pobladores A.C. en algunas actividades de agroecología promoviendo la otra visión, la que es opuesta a la agroindustria”.
Pero se cayó de la azotea y se rompió un pie, y como campesino no tiene acceso a la atención médica que necesitó. Entonces su visión tuvo que cambiar a la fuerza.
Desde su casa de Matlalapa contó que estaba en silla de ruedas y sin dinero cuando el empresario papero le ofreció los 10 mil pesos.
“Lo reconozco: la papa necesita muchos agroquímicos. La maldita necesidad me hizo rentarles. Se los renté porque estaba en silla de ruedas”, dijo, cabizbajo, ayudándose con una muleta y con una férula en el pie derecho.
Ricardo no sabía del embarazo de Diana. Lamentó la coincidencia, pero no podía dar marcha atrás, pues selló el compromiso con el empresario con un contrato firmado del cuál no conservó una copia.
Situaciones tan frágiles son las que permiten la llegada de un empresario que pone vidas en riego a cambio de 10 mil pesos. Sin necesidad de enfrentar regulaciones, pues allá a la montaña no han llegado las dependencias encargadas que de hecho están obligadas por la Constitución.
“Las autoridades se enfrentan con muchos intereses de semillas y plaguicidas y en el sector público no todo mundo está interesado en estos cambios. Como este problema no ocupa la agenda de prioridades, no hay una vigilancia epidemiológica efectiva ni hay un control en la venta. Los agroquímicos deberían estar vendidos con receta bajo vigilancia, como los antibióticos”, afirmó Fernando Bejarano.
En Coatitilán, la comunidad aledaña a Matlalapa, quedó prohibida la siembra de papa con agrotóxicos. Una plantación fue colocada frente a la escuela primaria, lo cual causó daños a la salud de los niños. La organización Pobladores A.C. ayudó a las personas afectadas a organizarse y exigir al ayuntamiento de Xico la prohibición. Lo lograron.
Desde Pobladores, conocieron a Diana y la ayudaron a enviar una denuncia ciudadana por “afectación por olores tóxicos” que ocasionan daños a la salud al ayuntamiento de Xico y a las secretarías de Salud y Medio Ambiente. Esta última es la única instancia respondió, notificando que la denuncia ya se encuentra en su departamento jurídico.
“Tendrían que ir trabajando para reducir el uso y transitar a formas alternativas. Se requieren cambios en la reglamentación de los plaguicidas para que puedan ser identificados y restringidos, y un sistema de vigilancia ambiental que funcione”.
Fernando Bejarano.
La respuesta a la denuncia ciudadana de Diana sucedió el 20 de enero. Desde entonces la única noticia es que las fumigaciones persisten, que Diana sigue en su casa. No se sabe si los líquidos tóxicos ya la afectaron o a su embarazo. De hecho, no existe un sistema de vigilancia efectivo para casos como el de ella. Las papas ya crecieron en el terreno de Ricardo y están a punto de ser cosechadas.
Las autoridades conocen los daños a la población causados por los agrotóxicos. En 2018 la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación 82/2018 “sobre la violación a los derechos humanos a la alimentación, al agua salubre, a un medio ambiente sano y a la salud, por el incumplimiento a la obligación general de debida diligencia para restringir el uso de plaguicidas de alta peligrosidad, en agravio de la población en general”.
El 2 de marzo del 2022 Diana recibió la visita de una comitiva de funcionarios públicos de Fomento Agropecuario y la Tercera Regiduría del ayuntamiento de Xico. También hubo personal de SEDARPA y de las organizaciones Pobladores y SENDAS.
De acuerdo con información entregada a La Marea, durante la visita los funcionarios públicos dialogaron con Diana sobre las aplicaciones que han hecho al cultivo de papa, durante las noches, pero con la persistencia de los olores durante el día.
La comitiva contactó a algunos de los trabajadores del cultivo de papa en Matlalapa e Ixochitl y «se propuso generar una serie acciones para transitar a procesos agroecológicos en la región, de manera que se coordinen el ayuntamiento de Xico, SEDARPA, junto con las organizaciones sociales y los campesinos que ya están avanzados en la producción agroecológica para realizar intercambios de experiencias y cursos de capacitación que permitan contribuir al cambio del modelo de producción de papa», constató SENDAS.
El día 2 de febrero del presente año la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad de 478 votos, reformas y adiciones a diversas disposiciones de la Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, con el objetivo de regular el uso de plaguicidas altamente peligrosos. La iniciativa aprobada señala que en un plazo no mayor de cuatro años, contados a partir de la entrada en vigor de este decreto (que deberá pasar al Senado), la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en coordinación con dependencias federales competentes, establecerá acciones de reducción y prohibición progresías de los plaguicidas altamente peligrosos y de aquellas sustancias y compuestos prohibidos en tratados internacionales de los que el Estado mexicano sea parte (tomado de en15días.com).
«El panorama es alentador pero el reto es lograr generar toda la infraestructura, capacitación, y procesos de educación emancipadora con los campesinos y productores de alimentos para tener una visión social y ambiental que permita la sustentabilidad, y por otro lado combatir todo un sistema hegemónico agroindustrial que controla las cadenas del mercado: la venta de insumos, semillas, pesticidas, fertilizantes químicos, cada vez más caros y que forma parte de la narrativa colectiva como única solución para alimentar al mundo. De hecho, es necesario que se revalore el trabajo campesino, se dignifiquen sus condiciones laborales, se promuevan las políticas agroalimentarias para la soberanía alimentaria y el acceso al territorio, que garanticen los derechos humanos y con ello se respeten los estilos de vida de los pueblos. Si no, el colapso será inminente», concluyó SENDAS.
*Esta nota fue realizada por LA MAREA. Aquí puedes leer la original.
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