Comisarías para la mujer: ¿funcionarían para “todas” las mujeres?

10 marzo, 2022

Establecer comisarías especializadas en mujeres han ocupado un lugar destacado en el reciente debate de Australia en torno a la violencia contra las mujeres. Las investigaciones en las que se basa la propuesta, sin embargo, son problemáticas. ¿Son estas agrupaciones la respuesta a la violencia de género?

Texto: Adriana del Moral, Amanda Porter, Ann Deslandes, Crystal McKinnon, Marlene Longbottom

Foto: Deepak Choudhary / Unsplash

Las propuestas de ampliar los poderes de la policía, criminalizar el control coercitivo y establecer comisarías especializadas en mujeres han ocupado un lugar destacado en el reciente debate de Australia sobre las respuestas a la violencia contra las mujeres.

La propuesta de crear comisarías de policía para la mujer ha tenido una gran repercusión en los medios de comunicación y en las revistas académicas. También ha figurado en los debates sobre la elaboración de políticas, como en el que actualmente se desarrolla dentro del Grupo de Trabajo sobre Seguridad y Justicia para las Mujeres de Queensland.

Dentro del movimiento local y global por las vidas de las personas negras e Indígenas*, en el que campañas asociadas piden a la opinión pública que examine los poderes policiales y discuta la reducción de fondos para la policía, muchas feministas australianas han abogado por soluciones punitivas para la violencia doméstica.

Pero en la actualidad no hay evidencia que respalde la implantación de comisarías para la mujer, y las investigaciones en las que se basa la propuesta en Australia son problemáticas en varios aspectos.

¿Qué son las comisarías para la mujer?

Las comisarías especializadas en mujeres están diseñadas para responder específicamente a la violencia contra las mujeres. Desde finales de la década de 1980, han existido en la estructura policial de Argentina, Brasil y otros países de América Latina, así como en partes de África y Asia.

Algunas comisarías para la mujer adoptan un enfoque «multidisciplinar» sobre la violencia doméstica. Cuentan con equipos de policías que trabajan en conjunto con trabajadores sociales, psicólogos y abogados. Sin embargo, las comisarías para la mujer siguen siendo instituciones policiales.

Su aspecto puede variar: algunas tienen diseños muy coloridos, con salas de juego para niños y salas de bienvenida decoradas con flores y murales.

Su misión es prestar servicios a las mujeres. Pero no está claro si las comisarías ofrecen apoyo a las personas que se identifican como mujeres fuera del sistema binario cisgénero.

¿Qué dicen las investigaciones?

En Australia, hasta la fecha, las notas periodísticas sobre las comisarías de policía para mujeres se han basado casi exclusivamente en la investigación dirigida por la criminóloga australiana Kerry Carrington.

Periodistas y comentaristas se han referido con frecuencia a esta investigación para informar y abogar por la creación de comisarías de policía para mujeres en Australia. La periodista de investigación Jess Hill afirma:

“No contratamos a policías para apagar incendios o conducir ambulancias, porque eso se considera un trabajo especializado. Así que, ¿por qué no simplemente tomamos a los policías a los que les gusta responder a la violencia doméstica […] y creamos una fuerza paralela? […] Es un modelo probado que se ha usado en América Latina (y varios otros países) desde hace 35 años”.

La evidencia presentada a favor de las comisarías de la mujer procede en gran medida de dos estudios originales. Ambos estudios fueron dirigidos por la profesora Kerry Carrington de la Universidad Tecnológica de Queensland.

El primero se realizó en Argentina durante un periodo de tres meses.

Esta investigación incluyó entrevistas con 100 empleados de 10 comisarías de la mujer en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Los participantes en la investigación fueron seleccionados por el Ministerio de Seguridad de la provincia, del que depende la comisaría.

El segundo estudio se basó en los resultados de dos encuestas realizadas en Australia sobre las actitudes hacia la propuesta de las comisarías para la mujer.

Estas dos encuestas fueron: una de «trabajadores», que se realizó entre agentes de policía, organizaciones no gubernamentales y trabajadores sociales; la segunda encuesta fue «comunitaria», en ella participaron personas australianas reclutadas mediante anuncios en Facebook.

El segundo estudio reveló que las personas piensan que las comisarías para la mujer podrían mejorar la atención a la violencia de género en las comunidades Indígenas de Australia si contaran con equipos debidamente entrenados que trabajen desde una perspectiva tanto de género como de sensibilidad cultural.

Los autores del estudio concluyeron:

“(…) adaptadas al contexto australiano, en el que las mujeres Indígenas tienen muchas más probabilidades de sufrir violencia familiar doméstica, estas comisarías especializadas necesitarán contar con personal adecuado, integrado por agentes Indígenas y no Indígenas entrenados para trabajar desde perspectivas tanto de género como de sensibilidad cultural”.

Críticas a los estudios

Ambos estudios plantean varios problemas.

Sobre el estudio de Argentina, los 100 participantes eran empleados remunerados de las dos comisarías investigadas. El 79% eran agentes de policía, y el 21% eran abogados, trabajadores sociales o psicólogos contratados –como empleados o bajo otro esquema– por las dos comisarías seleccionadas para el estudio. 

El estudio no considera cómo la condición de los participantes en la investigación como empleados de las comisarías puede haber influido en sus opiniones.

Una segunda preocupación es que el estudio no incluyó entrevistas con supervivientes o con sus familias o redes de apoyo. Tampoco incluyó entrevistas con las comunidades donde se encuentran  las comisarías.

Una tercera limitación (que los autores reconocen) es que el estudio no examina si estas comisarías redujeron los índices de criminalidad, las estadísticas de violencia doméstica o la emisión de órdenes judiciales conocidas en Australia como Apprehended Violence Order (AVO), que son semejantes a una orden de restricción u orden de protección en otros países.

Además, no se aportan datos sobre factores importantes para evaluar las afirmaciones sobre el beneficio de las comisarías de la mujer en otros asuntos relacionados con la violencia doméstica. Por ejemplo, si las comisarías de la mujer aumentan el acceso a los apoyos jurídicos o si mejoran la capacidad de una persona para denunciar la violencia.

Por último, ninguno de los estudios examina si hubo una reducción de los índices de criminalidad o de las estadísticas de violencia doméstica, feminicidio u órdenes de protección (AVO).

Es difícil evaluar la eficacia real de las comisarías de la mujer sin estos datos.

Pruebas que sugieren que las comisarías de la mujer no funcionan

Las evaluaciones de las comisarías de la mujer han tenido resultados dispares. Por ejemplo, un reciente resumen de un artículo que analiza datos de India concluyó que «las comisarías donde solo trabajan mujeres no mejoraron los servicios para las víctimas de violencia de género».

El estudio completo sugiere que no se ha producido ninguna mejora respecto a las denuncias o la rendición de cuentas con las comisarías que solo emplean mujeres en India.

Y hay pruebas que sugieren que las fuerzas policiales en Argentina no están libres de discriminación y violencia, incluyendo reportes de transfobia.

Este artículo de 2020 publicado en la revista Delito y Sociedad relata cómo mujeres agentes parte de la Comisaría Novena de La Plata (provincia de Buenos Aires, Argentina) detuvieron y registraron públicamente a diez mujeres transgénero. Las mujeres detenidas dijeron que las amenazaron con disparar si se movían. Afirmaron que cuatro de ellas fueron detenidas sin otra razón que su visibilidad como mujeres trans.

El suceso provocó una condena generalizada de la Comisaría Novena de La Plata por parte de los grupos de defensa de los derechos trans, sobre todo porque entre el personal de la comisaría en ese momento había una mujer trans.

También está la muerte de Úrsula Bahillo, que indica que las comisarías de la mujer  no siempre son eficaces a la hora de proteger a quienes sufren violencia doméstica.

Bahillo denunció la violencia de su novio policía a la comisaría de la mujer en al menos 18 ocasiones distintas. Murió tres días después de denunciar su caso en una comisaría de la mujer de la provincia de Buenos Aires, en febrero de 2021.

La familia de Bahillo declaró al diario La Capital que la comisaría de la mujer «no hizo nada».

BBC Mundo señala que:

El caso de Úrsula Bahillo tomó notoriedad por las reiteradas veces que ella pidió ayuda, denunció a su agresor [a la policía] y no fue escuchada.

Estudios sobre la policía realizados en Australia y el Reino Unido sugieren que el simple aumento del número de mujeres policías nunca será suficiente para mejorar las conductas policiales discriminatorias.

A pesar del liderazgo femenino en la policía de Queensland, sigue habiendo reportes de sexismo y racismo dentro de las fuerzas policiales, incluyendo policías que han publicado en redes sociales que las mujeres mienten sobre la violencia doméstica.

¿Qué pasa con las mujeres negras e indígenas?

Hemos encontrado muy pocas investigaciones sobre las experiencias de las mujeres negras e Indígenas con las comisarías de policía, salvo un informe de 2010 sobre América Latina, en el que se observa:

“Las mujeres indígenas y afrodescendientes tienen acceso limitado [a las comisarías para la mujer] porque pocos operadores provienen de sus culturas o las entienden, y pocos hablan sus idiomas”.

Personas defensoras de los derechos Indígenas han llamado la atención en repetidas ocasiones sobre la incapacidad de la policía para proteger a las mujeres y familias Indígenas.

Un ejemplo de ello es el caso de Tiffany Paterson, una mujer Indígena del Territorio del Norte que fue agredida violentamente después de que la policía del Territorio del Norte no la protegiera. Tiffany, quien sobrevivió a la agresión, demandó posteriormente a la policía del Territorio del Norte por negligencia y llegó a un acuerdo confidencial.

En las comunidades Indígenas en general, las comisarías de policía no son vistas como lugares seguros para los Indígenas. Tampoco se considera seguro que las personas Indígenas pidan ayuda en casos de abuso doméstico o violencia sancionada por el Estado.

Sabemos que las familias y las comunidades Indígenas son a menudo las primeras en responder a la violencia doméstica. Es más probable que las mujeres Indígenas denuncien la violencia o busquen apoyo del personal de las organizaciones Indígenas que de la policía o las organizaciones no Indígenas.

Sabemos que la respuesta policial a la violencia doméstica desempeña un papel importante en la separación de los menores Indígenas de sus familias. La propia policía reconoce la profunda desconfianza de las comunidades Indígenas hacia la policía.

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Por qué las comisarías para la mujer no son la respuesta

La literatura producida con la colaboración de comunidades Indígenas por académicos Indígenas y no Indígenas en Australia señala alternativas concretas para las mujeres y familias Indígenas que sufren violencia.

Entre ellas se encuentran los servicios comunitarios y los servicios de apoyo legal culturalmente sensibles y seguros.

Las feministas blancas deben escuchar a los pueblos y organizaciones Indígenas que están a la vanguardia prestando servicios de intervención temprana y prevención basados en evidencia, así como a los investigadores Indígenas con experiencia vivida.

Toda persona que haya apoyado anteriormente las comisarías para la mujer debería leer estos importantes trabajos y reconsiderar su posición. Ahora es un momento crucial para estos debates en el marco del 30 aniversario de la Comisión Real que investigó muertes de personas Indígenas encarceladas, ante el aumento de las tasas de encarcelamiento de Indígenas y la preparación de un nuevo Plan Nacional de diez años para abordar la violencia contra las mujeres y la infancia.

*En este artículo, la palabra Indígena se escribe con mayúscula. Esta es la convención en Australia, como una muestra de respeto al referirse a los pueblos Indígenas de las más de 250 naciones que habitan el territorio.

**Original publicado en inglés el 17 de septiembre de 2021 en The Conversation.

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