En su primer filme documental, el director mexicano Javier Ávila trata el feminicidio de Cintia, de 19 años, a través de los testimonios de su madre y su hermana mayor
Texto: Richard Godin
Fotos: Cortesía Piano Distribución
CIUDAD DE MÉXICO.- Cada vez que se estrena un documental, los directores de cine explican las múltiples razones por las que han decidido hacer una película así : una historia que les ha marcado personalmente, un deber de memoria contra el olvido de lo que debería ser indeleble, el deseo de denunciar una injusticia, de hacer visible una desigualdad. Para Javier Ávila, el primer objetivo de su película Niña Sola “era hacer visible la historia de Cintia, Arcelia y Bertha”. Una historia que cuenta a través de ella las muchas otras idénticas. Y en este caso, el país (al igual que el mundo) está lleno de estas experiencias. Se trata de una historia de violencia sistémica que afecta sobre todo a las mujeres y que corroe hasta la médula la vida de millones de personas. “Hay que llamarlo por su nombre: feminicidio”, dice el director.
Cintia tenía 19 años cuando fue asesinada. ¿Quién lo hizo? Todo el mundo lo sabe. Pero destacan la ineptitud, la incompetencia y el desinterés de las autoridades. Para contar esta historia, el director da (toda) la palabra a Arcelia y Bertha, madre y hermana mayor de Cintia respectivamente. Ambas exploran sus propias vidas para encontrar una explicación al crimen. Una inmersión en el pasado de estas mujeres que inspira compasión, lástima y rebeldía.
“Este fue uno de los cinco feminicidios que se registraron en septiembre de 2016 en Tijuana. Soy tijuanense y me interesaba hacer una película en mi ciudad. Arcelia nos abrió las puertas desde que la conocimos para contar con lo que necesitábamos para hacer la película”, dice Javier Ávila. Recogió los testimonios sólo con una grabadora y a partir de este material escribió un boceto de la película. “Quería que las entrevistas fueran íntimas y no quería que se sintieran presionadas o nerviosas por la cámara. Para mí no era necesario tener la cámara. En eso quería solamente notificarme el testimonio”, explica. Las imágenes, que son más anecdóticas en la película, se rodarán más tarde.
La historia de estas mujeres está marcada por las relaciones abusivas y la violencia de los hombres con los que compartieron sus vidas. En primer lugar, el padre, que era violento con Arcelia y acabó dejándolo tras varios estrangulamientos. Se imaginó a sí misma muerta, a él en la cárcel y a sus dos hijas abandonadas. Esto es lo que la empujó a irse. Más tarde conoce a Omar, un hombre violento que esconde sus cuchillos para no herirla. Cintia también vivió esta violencia machista. Su primer novio era muy celoso y le prohibía hacer cualquier cosa, incluso salir con su hermana. Estaba marcada por toda esta violencia: ya no quería salir a la calle porque ellos (los hombres) la lastimarían. Al final, es asesinada en su casa, un signo de la violencia ultrapresente.
Las imágenes del abandono de las casas por la violencia en los barrios son impactantes. Más allá del caso de Cintia, el documental cuenta la vida cotidiana de muchas niñas solas en un sistema que las abandona. Esta resistencia a la violencia, el estatus de víctima que nunca se reconoce (tanto por la mujer maltratada como por el sistema) y la persecución, a toda costa, de la rutina para seguir viviendo. Para Javier Ávila, es importante dedicar tiempo y trabajo a este tipo de cosas, que cree que no reciben la atención que merecen, no reciben el tratamiento que requieren, tanto socialmente como por parte de las autoridades. En el caso de Cintia, es un caso que sigue abierto, sin resolver y en el que se niega la justicia.
A pesar de los magníficos encuadres de algunas tomas (incluidos algunos sublimes encuadres dentro de otros), el documental adolece de falta de pulido. Al principio, es difícil entender quién habla porque las voces, aunque diferentes, no se asocian inmediatamente con un rostro. El corte de los planos es entrecortado y a veces falta la atmósfera para sumergirse plenamente en la historia. Está claro que el material se rodó después de los testimonios, con algunos planos sorprendentes cuya conexión con las voces es difícil de entender. Es el caso de las numerosas imágenes de la ciudad, varias tomas de ropa en venta en una tienda (con un zoom sobre la etiqueta del precio). Pero también las curiosas imágenes de un conejo blanco cuyo significado nos explica el director : “El conejo le pertenecía a Cintia, también era parte de la familia y estuvo allí mientras Cintia fue asesinada. Entonces para mí era importante incluirlo sin hacer evidente esta relación de nombrarlo testigo digamos del crimen, sino la mascota de Cintia, con una parte de su vida. Para mí era importante involucrarlo y ver lo que pasa después, desde que Cintia no está, ahora quién se hace cargo de él”.
A lo largo del documental, se reproduce un video a trozos. Cintia está en la playa con su novio. El video capta un momento de felicidad que se ha ido para siempre. Al final del video, el sol se pone con la sonrisa de Cintia. Y la de toda su familia con ella.
“Ahora sí, vivo con miedo”, explica la madre que se ha tatuado en el hombro izquierdo una flor con las palabras “Cintia Patricia”. En la última parte de la película, construye un muro muy alto y un zaguán de protección alrededor de su casa, donde vive con su otra hija y sus dos nietos. En esta lucha, cuenta con la ayuda del equipo de rodaje, que le muestra un apoyo incondicional: “Conseguimos un abogado para que representara a Arcelia. Porque era ella sola en la comunicación con el ministerio público», dice Javier Ávila.
Cintia era fuerte, seria en la escuela y miedosa. Quería estudiar criminología para llevar la justicia a un país que carecía desesperadamente de ella. Arcelia perdió a su hija, Bertha a su hermana, sus dos hijos a su tía. Todos ellos están sufriendo las consecuencias de lo ocurrido y la culpa les corroe el resto de sus vidas. Pero juntos intentan encontrar un nuevo sentido a sus vidas, que deben continuar con los que aún están aquí. “Podría recuperar la paz que me han robado”, desea Arcelia con todo su corazón. Un acto de justicia por este feminicidio seguramente aliviaría el dolor.
Niña Sola, Javier Ávila, con Arcelia Verduzco, Bertha Calderón, México, 2019. Dur. : 92 mins.
* La película se estrena en la Ciudad de México (Cineteca Nacional, Cine Tonalá, La Casa del Cine MX, Film Club Café, Cinemanía, Cine+ Cuajimalpa, Cinemex Reforma, Cinemex CNA), Tijuana (Cinemex Macroplaza,Cineteca Tijuana), Toluca (Cineteca Mexiquense), Guadalajara (Cineteca FICG, Sala Cineforo FICG, Museo Cabañas), Cuernavaca (Cine Morelo), San Miguel de Allende (Compartimento Cinematográfico), Aguascalientes (Cinema Nubo), Monterrey (Cineteca Nuevo León), Tepoztlán (Baticine), Guanajuato (Cine La Mina, Cineclub de la UDGTO), San Cristobal de las Casas (Kinoki Foro Cultural), Querétaro (Cineteca Rosallo Solano) y Mérida (Salón Gallos Mérida).
Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona