La historiadora Adela Cedillo explica en entrevista que su intención al hacer públicas las críticas contra el dirigente del EZLN es dar voz a otros grupos que forman parte de la historia de la guerrilla. “Me están deslegitimando por transmitir una versión de un conflicto entre dos organizaciones”, acusa
Texto: Lydiette Carrión
Foto: Adela Cedillo / Circular Morelia
CIUDAD DE MÉXICO.- Un fantasma recorre Chiapas: la crisis entre organizaciones de izquierda.
Empezaron en noviembre pasado, con las declaraciones de Fernando Yáñez Muñoz, comandante “Germán” de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), y que formó parte del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en un principio, donde acusa a Marcos–Galeano de traición.
Luego vino la entrevista a la historiadora Adela Cedillo, en Los periodistas; y la respuesta de otros expertos en Momentum.
Pie de Página entrevistó a Adela Cedillo, doctora en historia, y quien se ha especializado en el periodo de la Guerra Sucia, concretamente en la historia de las Fuerzas de Liberación Nacional. Ella ha tomado una postura crítica en la historia contemporánea del EZLN.
Cedillo advierte que la creación de estos campos de amigo o enemigo, si bien se puede entender su función en un proceso de guerra, en estos momentos sólo ha servido para deslegitimar y desempoderar a otras comunidades indígenas por no coincidir con el proyecto político del EZLN. Y también ha aislado el propio proyecto zapatista.
—¿Cómo te interesaste en este tema?
—Yo tenía 23 años cuando empecé esta investigación. Tú estás chava y no entiendes qué está pasando, por qué es algo tan político. Vas como de buena fe.
Se empezó a abrir el tema de la guerra sucia en el sexenio de Vicente Fox. Prometió una Comisión de la Verdad y terminó dando una fiscalía (la Femospp), que no era realmente lo que las víctimas estaban pidiendo. Empezó a haber muchos eventos y muchos foros. Yo por casualidad voy a un foro y conozco a muchas víctimas y a partir de ahí me empiezo a involucrar.
Yo antes de eso estaba en otra cosa (en cultura).
Me empezó a interesar mucho este tema porque, el enojo que me causó el enterarme de que había habido una guerra sucia en México, que el Estado había torturado bebés, que haya tirado gente viva y muerta al mar… todo eso me impactó brutalmente.
Soy la generación de la huelga, yo tenía un interés en entender a los radicales, porque yo había visto mucho fanatismo, toda una idea de pureza moral que justificaba este radicalismo al interior de la UNAM, así que todo eso me hizo muy sensible al escuchar las historias de los guerrilleros.
Yo veía muchos paralelismos, o sea, como en nombre de una buena causa, y una causa que se enarbola como la pura más verdadera, pues se genera un proceso de exclusión, de que no hay más ruta que la nuestra, todos los demás están mal menos nosotros… entran en juego ideas del honor, de la masculinidad también, aunque en esa época no teníamos integrado el chip de género.
De que no hay líderes, pero los líderes de facto casi todos son hombres. Y me llama la atención cada vez más y más hasta que hago un viaje de una caravana con exguerrilleros a Chihuahua, con diversos grupos armados. Durante tres días yo platiqué con gente de todos los grupos, y fue una experiencia muy transformadora. Porque al llegar al panteón de Madera [N. se considera el ataque al cuartel Madera en 1965 el inicio de la guerrila moderna en México], vi la tumba de Arturo Gámiz [guerrilero]; y en ese momento yo acababa de cumplir 24, y me acuerdo que dije: este cuate a los 25 años cambió la historia de Chihuahua y yo a los 24 no he hecho nada de mi vida.
Entonces empecé a investigar la guerra sucia profesionalmente; empecé a ir al archivo, a las casas de seguridad que habían sido tomadas por la policía. Empecé a descubrir cosas bastante espeluznantes; la experiencia que me enganchó es la experiencia de un terror de Estado químicamente puro.
Cuando ves las fotos de la gente torturada, de los desaparecidos torturados, de la gente que nunca fue presentada al ministerio público o que sí fue presentada y luego desaparecida… Era un terror muy crudo, sin mediaciones.
—Tengo muy pocas cosas que agradecerle al PRI, pero una es que conservaron los archivos.
Nos dieron todo. Yo a la fecha, entiendo quienes fueron y estuvieron detrás del aparato de Estado, y como se reciclaron sexenio tras sexenio, porque todo eso está en el archivo. A mí me dio una visión muy nítida de lo que era el Estado y sus estructuras represivas, y me dio una visión muy dolorosa de lo que fue la represión para las comunidades, para las mujeres. Una enorme cantidad de mujeres fueron violadas multitudinariamente. Eso también me dejó muy afectada. Mujeres campesinas… la gente más vulnerada fue afectada de múltiples formas. Y como que es muy difícil hablar de eso porque duele mucho. Es algo que yo nunca he incorporado a mis trabajos. Porque no puedo, emocionalmente es algo que te rompe, te quiebra y no te puedes recuperar de eso.
He oído testimonios de mujeres que fueron violadas por soldados, por el pelotón completo, por policías, y violadas de formas muy sádicas, embarazadas en prisión, desaparecidas… les hacían abortos en condiciones infrahumanas… era tanta la violencia, que yo me decanté por hablar de lo general. Hice una monografía de las Fuerzas de Liberación Nacional, y con toda la inocencia del mundo. Yo era super fan del EZLN en esos años, en 2003.
Yo empecé a recorrer el país para entender la guerra sucia, empecé a buscar a los desaparecidos. Pensé que era factible descubrir que había pasado con ellos…
Entonces en Chiapas me acerqué a preguntar. Pero con mucha inocencia política. Yo era totalmente idealista, ingenua, además por ser mujer siempre vas a recibir un trato diferente, para bien y para mal.
Me enfrenté a mucha misoginia, de que yo qué buscaba, a quién le estaba haciendo el juego… y como mucha desconfianza yo totalmente justificaba. Los han perseguido, los han espiado… nunca lo vi tan malo, pero ya han sido tantos años…
Empecé a meterme mucho, me metí muy profundamente. Contacté a los familiares de los ex guerrilleros. La mayoría quiso hablar conmigo. Fueron muy pocos los que me cerraron la puerta en las narices, y entre los que me cerraron la puerta fue tanto la gente que venía del FLN –como el comandante Germán– como la gente del EZLN.
—Quizá porque estaban muy activos, a lo mejor no era tan buena idea contar cosas, quizá de un grupo desaparecido o inactivo es más fácil hablar…
—Sí, claro. Esa era parte de la argumentación, que era un tema de seguridad interna, que de eso no se hablaba. Que querer saber de ese tema era policiaco. Entonces me aferré a que yo sólo iba a hablar de los setenta y de gente muerta y desaparecida. Pero tampoco lo aceptaron.
Por una parte yo tenía el imperativo moral por parte de las madres, de saber en qué organización estuvieron sus hijos. Cómo desaparecieron… para las madres fue mucho sufrimiento. Nunca los volvieron a ver, no supieron ni a qué organización se fueron.
Para las madres fue super traumático, un día los dejaron de ver y no supieron nada. Entonces yo era la primera noticias que tenían en 30 o 40 años. Ellas querían que alguien les hablara de sus hijos. Yo de alguna forma apelé a la gente del EZ (todavía no estaban divididos el FLN y el EZ), pero no.
Yo me fui por la libre a investigar lo que pudiera. Hasta la fecha tengo buena relación con la familia. Aprecian que fui la única persona que les dio información. Pero el EZ lo tomó muy mal, yo por eso ni siquiera quise publicar mi tesis [de licenciatura].
Hay una edición que hizo Raúl Álvarez Garín, exdirigente del movimiento estudiantil. Yo nunca quise publicarla. Era muy conflictivo.
Además también recibía mucho hostigamiento por parte del CISEN. Yo iba todos los días a los archivos. [En ese entonces los archivos de la Guerra sucia ya habían sido enviados a la crujía 1 del Archivo Nacional, en el antiguo Palacio Negro de Lecumberri].
En síntesis, cuando saqué la tesis, tenía todo el hostigamiento del Cisen, de que no les simpatizaba al EZLN, por otro la presión de las familias, de querer saber algo, que tenían muchas expectativas…Entonces cuando las madres se empezaron a morir… acabé la tesis de maestría sobre ese mismo tema. Y cerré el tema. Seguí con el tema de la guerra sucia, pero de las FLN ya no.
Pero es como un fantasma que me sigue persiguiendo. Imagínate yo dejé el tema en 2010 y pues la de las FLN es una memoria en disputa.
Sí. Una memoria en disputa… Versiones.
—Está la de la FLN, está la del EZLN, está la de los exmilitantes que se han salido de la organización desde 1993 a la fecha, están los académicos de derecha, muy antizapatistas; y estamos los académicos de izquierda, como yo, que no traemos una agenda para desprestigiar, deslegitimar, denostar. Pero tampoco vamos a hacer una celebración acrítica, de una romantización de los indígenas y las comunidades.
Yo no estoy en una posición ética que me permita opinar, pero lo que voy a decir es algo que he visto de afuera: hay muchas organizaciones en Chiapas de indígenas, y obviamente todas tienen una agenda. Entonces cuando el EZLN se posiciona como los dueños de la verdad, hay una deslegitimación fuerte de los demás. Y eso a mí me pareció muy chocante. Yo lo viví cada que iba a Chiapas lo constataba.
Iba a los eventos de la Otra Campaña. Había por un lado muchísima desconfianza; un trato muy diferenciado entre los extranjeros y los que veníamos de otras partes del país, a menos de que fuéramos recomendados por alguien. Yo nunca iba recomendada por nadie, así que siempre estaba al margen de todo. Aparte yo era del montón. Mi lucha era por la memoria.
Yo nunca pensé… Si yo hubiera sabido que mi investigación me iba a alejar tanto de un proyecto político en el que yo creía no sé si la hubiera hecho. Fue como una decepción amorosa… te enteras de muchas cosas…
Por la naturaleza de su investigación, explica Adela, tiene mucha información de cómo ocurrieron las cosas internamente al interior del EZLN. Su información y percepción es muy distinta a la de otras personas que no cuentan con este bagaje. Y esto le da
—Obviamente yo no voy a tener una visión romántica de fascinación. Sin dejar de reconocer que [Marcos-Galeano] tiene su mérito; es un hombre increíblemente culto; con un excelente manejo de medios, capacidad organizativa, capacidad de trabajo una enorme stamina. Tiene mucho méritos. Nadie se los debería negar. Pero evidentemente al yo conocer el lado oscuro, lo puedo ver en sus claroscuros tan violentos. Para mí Marcos es un retrato manierista. Son claroscuros muy violentos: lo bueno muy bueno; lo malo muy malo. Y eso es lo que yo quise transmitir en la entrevista a Álvaro Delgado y Alejandro Paez Varela.
No era una cosa de: ‘ay, sí vamos a destruir al EZLN’. A mí me molestó mucho el tono del programa de Ernesto Ledesma; porque pudieron haber hecho un debate. Es decir, si lo que querían era contradecir lo que yo dije, me pudieron haber sentado junto a la gente y cuestionar.
Nos quejamos tanto de los asesinatos de periodistas, de la violencia cotidiana en la que estamos inmersos, y ni siquiera cuidamos las formas. Me están deslegitimando por transmitir una versión de un conflicto entre dos organizaciones [las FLN y el EZLN].¡, y en vez de presentar un debate dicen que estoy loca.
Esta es una forma de matar simbólicamente.
—Más allá de esta violencia de la que fuiste objeto, ¿qué es lo que está pasando en el zapatismo? ¿Tiene esto que ver con una crisis en la clandestinidad en México, o específicamente en el EZ?, ¿o qué pasa?
—El problema realmente viene, de antes, de diferencias entre Germán y Marcos. Marcos deslinda las Fuerzas de Liberación Nacional en 2012. Y pues los deslindan a la mala.
Yo observo un patrón en Marcos: que él utiliza a la gente y luego la desecha. Hay un extractivismo en Marcos. Agarra, los utiliza, cuando ya no le sirven, ya los exprimió, y luego los desecha.
Cuando digo que violó el código de las FLN pues una de las cosas más graves es como ha traicionado a mucha gente. Pues se deshizo del comandante [Germán]. Y no solo Marcos.
No nos podemos hacer tontos [y pensar] que Marcos maneja todo; porque hay una complicidad del CCri. En general se han movido como un triunvirato.
Evidentemente el único mestizo es Marcos. Y yo percibo esta tendencia a deslindar gente porque quieren tener el control de todo.
Por el otro, yo conozco solamente la versión de las FLN. Yo no sé los zapatistas que hayan argumentado para justificar el deslinde. Yo leí la carta que le enviaron al comandante Germán, éste me pidió que no lo divulgara, pero me pareció muy banal.
Se deslindan y a partir de eso el EZ empieza una serie de esfuerzos por sabotear el interés y el deseo de las FLN de seguir haciendo crecer su organización. Las FLN llegaron de nuevo a comunidades en las que habían tenido presencia durante los años setenta, el EZLN llegaba armado y les impedía quedarse.
No se trataba de un territorio del EZLN parte de las juntas del buen gobierno, sino de comunidades donde los zapatistas pueden caminar libremente. Han mandado cartas a las comunidades donde acusan a Germán de ser un desertor y paramilitar.
Una cosa que les ha funcionado mucho a los zapatistas es acusar a cualquiera de sus enemigos, de ser un paramilitar. Cualquier persona ajena a su camino es un paramilitar. Y esta me parece una técnica bastante primitiva de deslegitimar. Una técnica de estás conmigo o contra mí.
Yo entiendo que es una lucha social muy compleja, pero este esencialismo en el que han caído los zapatistas de que solo ellos son los buenos; y son dueños de la razón y la verdad, pues los ha arrinconado, los ha aislado, porque ya no somos los mismos. El país cambió, las cosas cambiaron; hubo una guerra, la guerra nos destrozó. Nos hemos vuelto más escépticos, más conscientes. Por ejemplo, estas dinámicas de la violencia… antes era muy fácil. Si nos decían: esos son el enemigo, pues contra ellos. Y ahora eso ya no se puede hacer. Porque hay tantos actores. Y pues todos estos proyectos involucran a indígenas y a comunidades indígenas.
[Este actuar es dañino] porque terminan deslegitimando y desempoderando a otras comunidades indígenas que solo por no coincidir con su proyecto político. Y es la parte que me preocupa. Por ejemplo hay otra organización en Chiapas que se llama el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo. Es una organización muy perseguida, es de las que tienen más presos políticos. Siempre los están persiguiendo, y el EZLN jamás ha dicho una palabra respecto de ese grupo, porque los percibe también como sus rivales, como parte de este mundo fantasmagórico de paramilitares.
Esa es la parte en la que yo ya no puedo ser cómplice de eso.
—Es decir, ¿por no cuestionar lo que está pasando, se está dejando de lado a grupos y organizaciones originarias que no tienen el respaldo del EZ?
—Finalmente si no te sometes a la sotana y a la capucha –porque el EZLN también sobrevive por su alianza con los católicos–, entonces ya eres parte del enemigo. Y eso debilita, y eso estigmatiza, arrincona, aísla a otros esfuerzos que, nos guste o no, también tienen una agenda tan legítima como la del EZLN y que también son de izquierda, y que también están en resistencia y que también son reprimidos.
Entonces esa es la parte donde yo digo: por qué hay tanto silencio de la intelectualidad zapatista. Por ejemplo, a mí en este programa donde me denostaron, me sacaron un tuit sobre la masacre de Acteal.
Y algunos de los indígenas que fueron detenidos por la masacre de Acteal eran inocentes y eran evangélicos, y él Fray Bartolomé de las Casas sabía que algunos de ellos eran inocentes, no demandaron el derecho al debido proceso.
Me parece que fue una actitud mezquina el no defenderlos por ser evangélicos. Si el Centro Fray Bartolomé de las Casas hubiera dicho ‘no, está gente es inocente, no hubiera pasado lo del CIDE, no hubiera pasado Erick Flores montándose”.
—Yo pensaría que eran otros tiempos y que nadie estaba acostumbrado a pensar en el derecho a debido proceso..
—¿Por qué no decir con todas sus letras que el Fray Bartolomé de las Casas no defendió a inocentes? —–¿Por qué no decir con todas sus letras que el Fray Bartolomé de las Casas no defendió a inocentes?
—En un contexto de guerra es muy difícil…
—Claro. En en la guerra no hay medias tintas. Yo puedo ver medias tintas porque soy civil. Pero en el campo de batalla no hay medias tintas. Y lo entiendo. Pero ya estamos en una fase civil. Cuando estaba la guerra en Chiapas, entiendo. Y cuántos no apoyamos de corazón y aceptamos e hicimos todo lo que nos pedían. Pero ya estamos en una fase más civil; y con ello no estoy negando el paramilitarismo, ni la guerra del narcotráfico en Chiapas. Pero son otras condiciones; y hay un agotamiento del discurso zapatista. Ya no emociona como antes, ya no interpela como antes.
Todos los grupos de izquierda tienen que crear una idea de futuro, que movilice las bases. Una idea de un futuro mejor para todos. Y entonces el EZLN ha construido su autonomía, ha construido muchas cosas. Pero este afán de purismo, de exclusión los ha aislado, los ha debilitado. Ha perdido muchos aliados, mucha gente. Mucha gente valiosa los ha deslindado. Dónde está la utopía, dónde está el proyecto, la esperanza, el crecimiento del proyecto. Entonces, bueno, son temas que se tienen que discutir, y que no se discuten.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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