En este estudio trabajó uno de los personajes más emblemáticos de la vida cultural de México en el siglo XX. Pero este insólito lugar, representante de la arquitectura surrealista, fue destruido por sus nuevos habitantes
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Juan O´Gorman fue uno de los personajes más relevantes de la cultura en el siglo XX; su genio multifacético abarcó la arquitectura, el muralismo y la pintura. Él mismo pintó esta versatilidad en el Autoretrato Multiple (1950); en el cuadro se aprecia la mano del artista pintando al artista que está sentado elaborando un autoretrato. A un lado de él un espejo da otro ángulo del pintor; junto a él O´Groman en su faceta de arquitecto con un plano en la mano.
La mayoría de sus obras se conservan en la capital del país; algunas de las más famosas son la Representación Histórica de la Cultura que cubre la fachada de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Los cuatro lados del bloque del edificio forman una obra integral de cuatro mil metros cuadrados, donde se representan diversos aspectos de la historia mexicana. En el mural, el sol y la luna actúan como justicieros y entre ellos se desarrolla la historia y los personajes que luchan. La cultura prehispánica es una central en la obra de O´Gorman.
Otro de los monumentos que quedaron legados a la ciudad es el conjunto Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, ubicado en San Ángel Inn. En el lugar se conservan las casas donde vivió la pareja de artistas; además fue uno de los primeros lugares con estilo funcionalista en América Latina. En la construcción, abierto al público como museo, Rivera hizo la mayoría de sus obras de caballete.
La obra de O´Gorman es enorme, pero una de sus creaciones menos conocidas fue su propio estudio. Ahora el lugar solo se puede visitar mediante fotografías y planos. El propio artista refirió que era la obra “arquitectónica más importante de su vida”.
La casa-gruta del artista se construyó en 1948; bajo una técnica conocida como organicismo, un estilo arquitectónico que procura la armonía e integración de la obra al entorno natural. El artista escogió un terreno en el Pedregal de San Ángel, en la Ciudad de México. Un sitio repleto de roca volcánica, de hecho O´Gorman aprovechó una cueva que se hizo naturalmente después de la erupción del Xitle.
El arquitecto organizó materiales y estilos propios de las culturas prehispánicas, en la fachada y en la decoración interior el lugar se llenó de deidades indígenas.
En los muros de la casa estaban los dioses Quetzalcóatl y Tláloc, también soles, lunas, caracoles, mariposas, jaguares y un águila, entre otras figuras. En el pórtico, inspirado en el Arco Maya, estaba flanqueada por dos Judas o guardianes, mientras que la fachada estaba decorada con murales de piedras de colores naturales provenientes de diferentes regiones del país. La singularidad del lugar provocó que la construcción fuera descrita como un ejemplo de la arquitectura surrealista en México.
El artista aseguraba que la arquitectura del lugar correspondía al “arte auténtico de América”, lo que sería una antítesis del estilo internacional y de la arquitectura moderna.
Además de ser la casa de O´Gorman, de su esposa, la pintora Helen Fowler, y de su hija; el lugar fue pensado como un laboratorio de arquitectura. La casa tenía una planta baja, con estancia, cuartos, cocina, terraza y varios estudios de trabajo. La casa-estudio de Juan O’Gorman ocupaba 2,160 metros cuadrados.
En algunas fotografías se aprecia el interior de la casa, que recuerda a los hombres que vivían en la edad de las caveranas, refugiados bajos las piedras y acompañados de murales rupestres.
La familia O’Gorman habitó esa casa durante 16 años, pero en 1969 el artista vendió la propiedad para sufragar los gastos de los estudios de su hija, también para pagar procedimientos de salud de su esposa. La casa-cueva la adquirió la escultora Helen Escobedo.
A pesar de que los nuevos dueños se comprometieron a no hacer cambios a la obra arquitectónica optaron por hacer remodelaciones. Juan O´Gorman se enfadó con la decisión y en un texto que tituló La Venta de mi casa de San Jerónimo No. 162 a la señora Helen Escobedo y la destrucción de la misma por ignorancia, expuso: “Me parece extraño que un artista como la señora Helen Escobedo haya hecho un acto de destrucción semejante. Quizá sea muy importante la influencia de su amigo el arquitecto, o bien el deseo de figurar con mayor importancia de la que tiene tal vez la haya impulsado a cometer ese acto de destrucción innecesario”.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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