En México las campañas de vacunación para los jornaleros agrícolas, que son 8.5 millones en el país y que no ha dejado de trabajar, han fallado. Vale mirar las experiencias Estados Unidos y Canadá, donde se realizan brigadas en los campos o se traslada a los jornaleros en autobús, sin descontarles el día, para garantizar a su derecho
Por María Elena Camiro y Arelhí Galicia*
En marzo de este 2022 se cumplirán dos años desde que en México iniciamos con medidas preventivas ante los contagios por covid-19, como el trabajo remoto y el confinamiento. En sus inicios, la campaña de vacunación se concentró en la población adulta mayor, así como en los grupos que presentaban mayores riesgos debido a motivos como su edad, su condición salud y el riesgo derivado de la labor que desempeñan en sectores esenciales, como en el caso del personal de salud y docente.
En un contexto de escasez de vacunas a nivel mundial, se debió proteger a las personas que se encontraban en situación vulnerable y que no pudieron trabajar en la virtualidad. Las jornaleras y jornaleros nunca dejaron de trabajar para que no faltara alimento en los mercados y anaqueles de los supermercados.
Desde la Alianza Campo Justo hemos mencionado en diversos espacios la apremiante necesidad por que se garantice a las personas trabajadoras agrícolas el derecho al acceso a la salud, debido a los múltiples contagios y muertes por covid-19 entre los más de 8.5 millones de personas que componen a la población jornalera en nuestro país.
Mientras las jornadas de vacunación en diversos estados dirigidas a esta población han fracasado, o simplemente no existen, en comparación los esfuerzos que se han colocado para proveer de vacunas a las y los trabajadores temporales agrícolas que viajan de México a Estados Unidos han sido coordinados entre los consulados de ambos países, creando una estrategia específica para esta población y se han visto acompañados de medidas como no descontar el día de trabajo en el que se inmuniza a las personas trabajadoras, así como de información por parte de las autoridades y de las empresas en las que laboran. Igualmente ha sucedido con la población jornalera que viaja a Canadá, en donde desde marzo del 2021 se dio inicio con las jornadas de vacunación de esta población para su acceso al país y posteriormente su incorporación al trabajo en los campos.
Algunos de los esfuerzos locales para que la población jornalera acceda a las vacunas, incluyen la campaña realizada en Fresnillo, Zacatecas, misma que fracasó debido a que los horarios elegidos para su realización coinciden con la jornada laboral de las personas trabajadoras agrícolas, quienes no pueden darse el lujo de perder el día de trabajo y no cuentan tampoco con el apoyo de sus empleadores para asistir sin que se les descuente de su pago. También existen obstáculos como la ubicación de los puestos de vacunación que han sido ubicados lejos de los ranchos y campos de cultivo. Por último, la desinformación abunda, ya que el conocimiento sobre el tema que tienen las y los jornaleros ha sido comunicado de boca en boca, aunado a que el alto porcentaje indígena que compone a este grupo y quienes no hablan español, no pueden acceder a la información disponible al no encontrarse en su idioma.
En contraste, en Estados Unidos y Canadá, algunas acciones que han tomado las empresas para apoyar las estrategias de vacunación han sido realizar las brigadas en los campos para que la población no tenga que trasladarse, o facilitar camiones a los centros de vacunación para las personas trabajadoras en caso de ser necesario, utilizando programas de radio en español en las estaciones locales para difundir información y no descontar los días no laborados cuando estos sean para ir a vacunarse.
Actualmente, las personas jornaleras y sus familias en México continúan teniendo un alto riesgo de contagios, por la falta de vacunas y por las condiciones de hacinamiento en las que suelen vivir mientras realizan su labor. Solamente en julio del 2021 se detectaron tres brotes en la población jornalera según reporta la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas: uno en “El Carrizal”, Baja California Sur; el segundo, en un albergue para familias jornaleras en la Sindicatura de la Isla del Bosque, en Sinaloa y el tercero en los campos meloneros de Zirándaro, en Guerrero. O en esta semana, el brote reportado en Los Mochis, Sinaloa, en dos campos habitados por familias jornaleras migrantes
Las personas jornaleras continúan muriendo por covid en los surcos, y por la misma naturaleza de la enfermedad, el traslado de sus cuerpos a sus comunidades de origen no es posible, por lo cual son sepultados cerca de los mismos campos en los que fueron explotados. Es urgente que la actual estrategia de vacunación integre una visión interseccional y retome el contexto del trabajo agrícola y de la realidad que viven quienes cultivan nuestro alimento, así como es necesario que las empresas y autoridades trabajen en alianza para proteger a este grupo ante el incierto panorama de una pandemia que continúa afectando de manera desproporcional a las personas en situación de pobreza y precariedad laboral.
* Laboran en Fundar y son parte del grupo de trabajo para la Alianza Campo Justo.
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