Después de que la pandemia de covid canceló las peregrinaciones en 2020, este 12 de diciembre, miles de personas volvieron a la Basílica de Guadalupe para festejar a la morenita; largas caminatas, mandas, rezos y plegarias, regresaron junto con la vendimia que alimenta a cientos de familias
Texto y fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- Ríos de personas se desbordaron sobre calzada de Guadalupe y las calles aledañas al recinto religioso ubicado en la alcaldía Gustavo A. Madero. La fe pudo más que el temor; durante 12 días, 3.5 millones de feligreses acudieron a agradecer, visitar o cumplir con promesas a la morenita del Tepeyac.
Atrás quedó el 2020, con su semáforo rojo y el cierre de la Basílica de Guadalupe, que afectó a feligreses y a comerciantes. Aunque este 2021 no se oficiaron misas y los miles de peregrinos que llegaron a pie, en bicicletas, camiones o en “aventón” tuvieron que pernoctar en las calles aledañas.
“No se retiren los cubrebocas para nada”, indicaban los hombres que recibieron a los asistentes con una bendición en forma de sanitización.
Dentro y a la periferia del templo cada feligrés carga con una imagen, un rosario, una cruz, una penitencia, un horario por cumplir, o una venta que realizar, pero también traen a cuestas una historia.
Guadalupe labora aseando la “nave” así le llama al atrio de la basílica. Tiene pocas semanas limpiando y desinfectando bancas, pisos y confesionarios de 7 de la mañana a 3 de la tarde. Su madre la nombró como la virgen porque cuenta que cuando ella nació se andaba muriendo.
Jorge Rosales, cuenta que aprendió el oficio de la elaboración de aviones del abuelito de su esposa, quienes desde hace seis generaciones se dedican a la construcción y venta de los mismos. La familia, que radica en Ecatepec, elaboró 1000 aviones para los tres días que dura la celebración de la virgen, iniciando la venta el viernes 10 a las 5 de la mañana y hasta que se vaya la última aeronave de papel. El año pasado fue complicado por el cierre del recinto religioso, pues es una de las fechas en donde obtienen mayores ingresos; el resto del año acuden con sus avioncitos a escuelas y carnavales, fiestas de pueblo en toda la república, pero Jorge dice: “con trabajos comíamos, estuvo bien duro”, sus ventas de mil pesos bajaron a 100 pesos diarios.
“Mi sueño siempre fue ser piloto aviador pero nunca imaginé que iba a ser de éstos”, dice mientras hace girar el cordón del avioncito que vuela con su mano.
El artilugio de la lectura de la suerte mediante un pajarito, es una tradición mexicana que lleva más de 50 años. En el caso de Alejandro es una herencia familiar que le enseñó su padre.
“No adivinan como muchos piensan, sólo dan una orientación respecto a la vida cotidiana”, dice Alejandro.
Los ávidos de conocer lo que les depara el destino, dan su nombre y el pajarito saca 4 cartitas. “Para que no piense que es más, que es menos, se gasta veinticuatro pesos en su suerte completa. Le habla de su suerte, de trabajo, de amor, de fortuna, de porvenir, envidia, traiciones”.
—¿Cómo se llama damita, con todo respeto?—, pregunta el hombre que viste completamente de blanco.
—Yoao, responde la mujer.
—¿Qué le gustaría saber, amor, fortuna, porvenir o un poco de todo?
—Porvenir—, responde la mujer.
—Háblale de qué le depara el libro de la vida en cuanto a su porvenir—, le indica Alejandro al ave blanca.
Una vez que los papelitos fueron sacados por el ave, son depositados en la mano de la oyente, Alejandro toma uno a uno y comienza la lectura casi poética. “Tú no lloras de los ojos, lloras con el alma. Dice la carta que le tienes muy poca fe a la vida y te desalientas con suma facilidad, y efectivamente tienes una razón de sufrir pero a veces exageras demasiado. Te entregas en cuerpo y alma y tu sufrimiento es natural”.
Continúa, “Eres de las personas que te has quitado hasta un taco de la boca por dárselo a la gente mal agradecida e ingrata, pero mira, no me lo creas, a veces hasta ni las gracias te dan.” ¿o no?, pregunta.
El remedio: “debes de limpiarte con una veladora de cabeza a pies para que ya no te duela tanto el pecho, ni las rodillas. Debes de tener más paciencia y tómate un vaso de agua bendita con cuatro gotas de miel para que se te quite el dolor de tu cabeza, de tu cuerpo y de tus articulaciones pero chécate en el doctor pasando el año para que tú salgas mucho mejor y ya no te salgan con que tienes que hacerte tantos estudios; recuerda una cosa, a veces la ciencia se equivoca”. señala.
La que no falla: “debes ser más reservado con tus cosas y no platicar nada porque siempre que lo platicas, las cosas no te salen”. recomienda.
Luego del diagnóstico y el remedio, Alejandro indica que son 24 pesitos, eso sí, antes, convence al acompañante de Yoao de escuchar también su suerte.
Javier viene de Ecatepec. Tiene 21 años y éste es el primer año que acude a la basílica a laborar en algo distinto, “soy feriero y también estuvo bien canijo”, dice. “Estoy feo pero no paso de moda”, dice mientras se ríe.
-¿Cómo les está yendo en la venta?
-Sí se vende gracias a Dios, sí se vende-, indica.
-¿Crees en la virgen?
-Sí-, responde. -Este año sí nos dejó chambear.
A pie, solos, en peregrinación, en bicicletas, en familia, en autobuses, con amigos; a cumplir las mandas prometidas, a dar gracias por la vida concedida, a pedir con lágrimas en los ojos por el descanso de los que partieron, a solicitar por quienes aún están; algunos con miedo al contagio, otros sin pensar en covid, pero todos movidos por la fé, acudieron miles de peregrinos cargando con imágenes, cobijas, mochilas, veladoras y otros más hasta con el radio para amenizar el recorrido como Julián Paulino, quien a sus 83 años y con un madero en la mano caminó desde Perote Veracruz para pagar una manda que hizo por su hijo, quien asegura, resucitó de la muerte. “Era mi primer hijo y se siente re feo que se le muera a uno, pero me lo regresó mi madre”
—¿Cómo se siente al poder cumplir este año su promesa?
—¡Ay!, es una cosa preciosísima lo que se siente.
—¿Quién le enseñó a rezar, recuerda?
—Pos mi madre, la mamá es la que nos enseña—, dice.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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