Caleb Charles llegó a Quintana Roo buscando una visa humanitaria, pero en su larga espera ha tenido que dormir en la calle junto a su familia; él, como miles de migrantes, busca una vida mejor.
Texto y Foto: Ricardo Hernández
QUINTANA ROO.- La distancia entre Haití y el Caribe mexicano no es mucha. Lo difícil es haber llegado rodeando. Primero llegar a Brasil, luego a Bolivia y Colombia. De ahí cruzar Centroamérica hasta llegar, luego de un mes, a Cancún. Siempre por vía terrestre, a veces en combi, otras en balsa o de plano caminando por siete días ininterrumpidos, como Caleb Charles, quien así recorrió el trayecto, acompañado de dos hijos menores y su esposa, con tres maletas cargadas de pertenecías a cuestas.
Como Caleb Charles, la mayoría de los mil 700 migrantes que han llegado a Quintana Roo, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Migración (INM), vienen en búsqueda de visas humanitarias.
Los migrantes recién llegados se encontraban en Tapachula, Chiapas, formaban parte de la caravana migrante, pero ante la saturación de los servicios en las oficinas de INM les dieron dos opciones: deportación o traslado a la Delegación del organismo en Quintana Roo, donde el trámite es más expedito.
Caleb, de 29 años, aceptó la segunda oferta. Llegó el miércoles a las 17:00 horas, gastó la tarde buscando comida y durmió, a falta de refugios temporales, en la calle con su familia. Por la mañana de este jueves se presentó en las oficinas del Instituto para tramitar su cambio a visitante por razones humanitarias, que consiguió pasado el mediodía.
De Haití salió en 2015. Como todos en ese país, a causa del contexto de pobreza y violencia que se sufre. “Procuraba una vida melhor”, dice en una mezcla de español y portugués.
Llegó en avión hasta Brasil, donde consiguió residencia permanente. Trabajo de obrero de la construcción, chofer y hasta paramédico. Fue en una ambulancia donde conoció a su esposa, de oficio enfermera y originaria también de Haití. Fue ella quien le propuso migrar al norte.
“Yo no quería irme, ya estaba trabajando, pero es que ella tiene más familia (que mantener)”, cuenta.
Y así empezaron el viaje hacia Chiapas, en el que su esposa se lesionó la rodilla. En el que les robaron, a punta de pistola, 2 mil pesos… Donde pasaron días enteros sin comer.
“Estuvimos mucho tiempo en Tapachula sin trabajo. Llegamos hace 23 días, pero nunca pudimos hacer el trámite. Por eso venimos”, dice.
Ahora que consiguió la visa, Caleb asegura que buscará emplearse en Cancún, aunque primero buscará rentar un cuarto donde dormir.
A diferencia de la temporada de huracanes, en esta ocasión no se instalaron refugios temporales en Cancún, excepto uno, ubicado hasta la Región 103, a 9 kilómetros de distancia de las oficinas del INM, donde solo se les permite pernoctar a los migrantes hasta que consigan su visa humanitaria.
El resto, quienes llegan por su cuenta, han dormido en la calle o en hoteles en la zona centro.
La mayoría de la fuerza laboral en Cancún proviene de otros estados, principalmente de Yucatán, Campeche, Tabasco y Veracruz. Tras la embestida del coronavirus a la industria turística, gran parte de los trabajadores retornaron a sus estados de origen. Cuando se reanudó la actividad turística, a mediados del 2020, faltaba personal, déficit que aún se mantiene, ahora de cara a la temporada alta.
Representantes de cadenas hoteleras se han acercado a la Delegación del Instituto para ofrecer vacantes para los migrantes.
“Es lo que estamos viendo. Nosotros tenemos muchas vacantes y queremos contratarlos”, dijo un abogado de una de las grandes cadenas hoteleras de Cancún que pidió el anonimato.
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