En su exposición Atlas Western, la artista mexicana Chantal Peñalosa nos lleva a un recorrido en vídeo por las ruinas de un set cinematográfico construido en Baja California. Explora el lenguaje corporal del cine occidental como metáfora de las dinámicas de la frontera entre México y Estados Unidos. La obra estará expuesta en el MUAC hasta el 22 de marzo de 2022.
Texto: Richard Godin
Foto: Cortesía de la artista
CIUDAD DE MÉXICO.- Para acceder a la sala de exposiciones, hay que atravesar un pasillo. En éste, cuatro diagramas de formas intrigantes aparecen en la pared blanca. Cuadrados, rectángulos negros o rayados, rombos, triángulos.
Entramos en la enorme sala principal con paredes blancas y tres nuevos diagramas. Un escenario donde se disponen unas esculturas de espuma de poliuretano esmaltadas con la pantalla encima.
En el centro de la sala, un banco donde uno se sienta durante catorce minutos y ocho segundos para disfrutar del vídeo filmado en 4K por la artista mexicana Chantal Peñalosa.
Titulada Atlas Western, la exposición «indaga sobre el lenguaje gestual del cine western y su migración a la cotidianidad«.
Para ello, el componente en video visita Cine Pueblo, un set cinematográfico que recreaba el Viejo Oeste, construido a las afueras de Tecate, Baja California. Construido en los años 70, casi no se utilizó porque el género ya estaba en declive cuando se terminó de construir.
Deambulamos por este escenario en ruinas donde la artista ha recreado unas «escenas estereotípicas del western, pero con la ausencia de sus cuerpos«.
Guiados por los sonidos (entre los que se escuchan disparos y gritos de los indios…); la voz de la artista y los dibujos pegados a las ruinas, nos encontramos en medio del rodaje de una película del Oeste.
«Los puedo imaginar porque su cautela, sus caídas, sus miradas, sus gestos, siguen vigentes en otros cuerpos, en cuerpos que ven en la calle, en las noticias, en otras historias. Dijeron que el Western estaba en declive y que los reemplazos en la construcción de Cine Pueblo y hicieron que no fuera lo que se esperaba, pero la realidad fue otra en este lugar. Ya no se filmó nada porque los gestos se escaparon del set y ya no había nada que filmar, los gestos migraron a la vida cotidiana, aquellos gestos se apoderaron del espacio público, ya no necesitaban ese escenario ficticio. Somos el mundo de aquellos gestos«.
Este conjunto no es un homenaje al cine de vaqueros e indios. Es una metáfora de la dinámica de la frontera entre México y Estados Unidos. La artista pone en «evidencia la reactuación de los códigos corporales que se conformaron en locaciones como la de Cine Pueblo«.
Para ella, el personaje arquetípico de las películas del Oeste se ve ahora en la actitud del oficial de inmigración estadounidense. Del narcotraficante mexicano. De las miles de personas que cruzan la frontera entre los dos países.
«La obra evoca el grado en que los movimientos corporales, aprendidos a través del cine, han quedado incorporados a la gestualidad de la frontera entre México y Estados Unidos.Aquel pueblo vaquero en la frontera con EU, hecho para el cine, poco a poco fue consumido por el tiempo, la lluvia y el Sol, montañas, amplios llanos y un gran cielo abierto«.
El vídeo es sorprendentemente realista en lo invisible. Porque está claro que se trata de una obra de la imaginación. Hay que seguir la extrapolación de la imagen por parte de la artista a través de los extractos de la película y su historia.
Hay una diferencia notable entre la naturaleza muerta que vemos (las ruinas y la naturaleza alrededor) y los sonidos frenéticos de la lucha que escuchamos. El contraste también está presente a través de las pinturas de los nuevos edificios y las ruinas de la antigua decoración. Una oposición a la imagen de la frontera, donde todo es disonancia:
«La frontera hacia que del lado sur todo fuera mas barato, es decir, mas atractivo, era una mismidad que llamaba. El escenario perfecto para evocar historias de conquistas, el mito de la tierra de nadie, la colonización y la muerte«.
Además del vídeo, Peñalosa habla de este fenómeno a través de «una serie de piezas escultóricas conformadas por los espacios negativos que se producen al adoptar las poses de las películas«.
Comisionada por el MUAC a Chantal Peñalosa (Tecate, 1987), la obra se enmarca en el compromiso del museo por exhibir producciones «con el objetivo de propiciar una plataforma de exploración para las nuevas generaciones«. Esto implica nuevas formas de producción (vídeo, por ejemplo), pero también una mirada diferente a la de las generaciones anteriores de artistas. Desde este punto de vista, es cierto que el artista presenta una visión innovadora de la experiencia de habitar la frontera.
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