Después del reacomodo total de 2021, los partidos vuelven a izar las banderas de combate. La elección de 2022 en seis entidades pone a prueba a la oposición frente al avance territorial de la 4T
Twitter: @chamanesco
Los partidos políticos alistan una nueva batalla: la de las seis gubernaturas que estarán en juego en los comicios del domingo 5 de junio de 2022.
Después del reacomodo total de 2021, y cuando aún hay elecciones extraordinarias en algunos municipios derivadas de los litigios de esa contienda, los partidos vuelven a izar las banderas de combate.
En las próximas semanas, habrán de designar a las candidatas y los candidatos para la elección de las gubernaturas de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas.
Formal y legalmente, los procesos electorales ya han dado inicio en las seis entidades.
Las precampañas comenzarán en fechas distintas: mientras que en Durango arrancan este 21 de noviembre y en Oaxaca comienzan el 20 de diciembre, en el resto de los estados éstas darán inicio entre enero y febrero.
Pero todos entrarán en campaña el mismo día: domingo 3 de abril.
La contienda ha dado lugar ya a los primeros acomodos: Morena irá en alianza con el PVEM y el PT en los seis estados, donde busca arrebatar el poder al tripartidismo tradicional (PRI-PAN-PRD).
Bajo la bandera del lopezobradorismo y la Cuarta Transformación, la coalición gobernante ya tiene incluso listas de cuatro aspirantes por cada una de las entidades, y será el método de encuestas lo que termine por definir las candidaturas.
La alianza Va por México, en cambio, no termina de ponerse de acuerdo sobre aquellos estados en los que unirán fuerzas. Se da por sentado una coalición en Hidalgo y Tamaulipas, y se sabe que PRD y PAN no acompañarán al PRI en Oaxaca.
El resto depende de cómo resuelva cada partido sus tensiones internas a nivel local.
Lo cierto es que estos partidos, que actualmente gobiernan en los seis estados, llevan todas las de perder.
Una alianza PAN-PRD gobierna en Durango y Quintana Roo, en donde Morena compite con amplias posibilidades.
En los dos estados, la alianza PAN-PRD de 2016 logró romper con el monopolio priista en el poder, pero en ambos casos el ejercicio de gobierno ha dejado dudas sobre la eficacia de esa coalición, que fue castigada en las urnas el pasado 6 de junio.
En Durango, las coaliciones oficialista y opositora se dividieron los votos y el territorio. Morena y sus aliados se llevaron el 41 por ciento de la votación y 2 de los 4 distritos; mientras que el PAN tuvo que coaligarse con el PRI y el PRD para mantener dos distritos y alcanzar juntos el 43 por ciento.
En Quintana Roo fue contundente la victoria de Morena: se llevó un 40 por ciento de los votos, más 8 puntos adicionales aportados por el PVEM y el PT. Mientras que el PAN, partido al que terminó adscribiéndose el gobernador Carlos Joaquín, apenas alcanzó el 15.6 por ciento de la votación.
Los cuatro distritos de Quintana Roo se los llevó la alianza Morena-PVEM-PT.
El PAN gobierna en solitario en Aguascalientes y Tamaulipas.
Aguascalientes es un bastión panista desde finales de 1998, apenas interrumpido con el sexenio del priista Carlos Lozano (2010-2016).
El pasado 6 de junio, el PAN ganó los tres distritos federales y se llevó el 44.5 por ciento de los votos, frente al 25 por ciento de Morena.
Es el único estado en donde el dirigente panista Marko Cortés cree que su partido tiene seguro el triunfo, pero, aun así, los conflictos internos en el panismo de Aguascalientes han aflorado conforme se acerca la contienda del 2022.
Tamaulipas fue un estado priista hasta 2016, cuando Francisco Javier García Cabeza de Vaca llegó a la gubernatura arropado por poderes locales de muy diversa índole.
En los comicios del 6 de junio, la alianza Morena-PVEM-PT ganó 6 de los 9 distritos federales, y se colocó como primera fuerza, con el 39.7 por ciento de los votos, frente al 35.7 por ciento del PAN.
Los números están cerrados, por lo que Morena y el PAN protagonizarán una dura batalla por la gubernatura, en un territorio en el que la influencia del narco en la política ha sido evidente: dos exgobernadores están presos, un candidato a la gubernatura fue asesinado en 2010 y hasta el actual gobernador es investigado.
El PRI gobierna Hidalgo y Oaxaca, con dos mandatarios -Omar Fayad y Alejandro Murat- que han hecho de la buena relación con el presidente Andrés Manuel López Obrador el sello de su gestión, y una especie de tabla de salvación hacia el futuro.
Después del desastroso 2021 priista, en el que perdieron siete estados que gobernaban: Campeche, Colima, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas, los priistas quedaron reducidos a una mínima expresión: cuatro asientos en la Conferencia Nacional de Gobernadores.
Si pierde Hidalgo y Oaxaca, al PRI sólo le quedarán las gubernaturas de Coahuila y Estado de México, que en 2023 se renovarán, en el preámbulo de las presidenciales.
Y las posibilidades de que esto ocurra son muchas, viendo el último antecedente electoral.
En Hidalgo, el PRI -aliado con el PAN y el PRD- sólo pudo retener uno de los siete distritos, y obtuvo un 27.7 por ciento de los votos, frente al 43.5 por ciento de Morena.
Un panorama más complicado enfrenta el priismo oaxaqueño, donde los 10 distritos los ganó Morena (siete en coalición con el PVEM y PT), y donde la votación de la coalición de la 4T llegó al 55 por ciento y casi duplicó la de la Alianza Va por México, de 29.8 por ciento.
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El 2021 dejó como saldo un importante avance territorial de la coalición gobernante: pasó de gobernar seis a 17 entidades, a las que podría sumarse San Luis Potosí, donde el gobernador Ricardo Gallardo (PVEM) se asume como parte de la “cuarta transformación”.
El 2022 podría consolidar esa tendencia, con una maquinaria morenista respaldada desde Palacio Nacional y aceitada con los programas del bienestar, y con partidos de oposición que se siguen diluyendo entre el desprestigio de sus cuadros y dirigentes, los conflictos internos y la autodestrucción.
Periodista desde 1993. Estudió Comunicación en la UNAM y Periodismo en el Máster de El País. Trabajó en Reforma 25 años como reportero y editor de Enfoque y Revista R. Es maestro en la UNAM y la Ibero. Iba a fundar una banda de rock progresivo, pero el periodismo y la política se interpusieron en el camino. Analista político. Subdirector de información en el medio Animal Político.
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