En la Montaña baja de Guerrero, las mujeres comenzaron a realizar el ritual Atzahtziliztle para pedir lluvia para la siembra; la «pelea de jaguares» para solicitar abundancia era una actividad destinada sólo a los hombres. Pero los tiempos y la violencia que asolan la región han cambiado todo
Fotos y texto por Lenin Ruwa Mosso
CHILAPA, GUERRERO.- María, oriunda de Acatlán, Chilapa de Álvarez, recuerda que desde niña se hacían las peleas de jaguar entre los pueblos indígenas de la Montaña de Guerrero. Una tradición que tiene al menos 100 años. No participaban mujeres, la petición de lluvias a golpes correspondía exclusivamente a los varones.
De seis años a la fecha, agrega doña Mari —como le gusta que le llamen—, las mujeres participan en este ritual prehispánico de petición de lluvias poniendo sus puños y sus cuerpos para que haya prosperidad en el año: que las familias tengan buenas cosechas es símbolo de abundancia para los habitantes nahuas.
Los habitantes de Acatlán, una comunidad a 15 minutos de Chilapa, resguardan la tradición de rituales a la lluvia con peleas de jaguar. Este municipio es el segundo municipio más violento de Guerrero, después de Chilpancingo.
Las mujeres pelean desde hace seis años, pero en la comunidad, según cuentan los lugareños, es el mismo periodo que no pueden salir después de las 20:00 horas. “Nadie anda en la calle si no tienen nada urgente que hacer”, comparte Mari.
Sobre la violencia, el Centro de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón asegura que hay un incremento de secuestros, desapariciones forzadas y homicidios en la parte indígena de este municipio. En cinco años, la organización calcula que han habido 400 asesinados y al menos 1200 personas desaparecidas en el municipio de Chilapa.
Este 3 de mayo los pobladores nahuas de Acatlán festejaron sin excepción el día de la Santa Cruz, una tradición católica que mezcla su cultura de petición de lluvias a los dioses prehispánicos, con su nueva religión.
Juana se alista para subir al cerro donde será la pelea, con una mochila pequeña con botellas de agua y sus guantes de boxeador, con un pantalón de mezclilla azul y su playera con el logo del jaguar, con la leyenda “Acatlan”. Ella comenzó a pelear cuando tenía 11 años de edad. Ahora a sus 15 años está segura que con sus peleas contribuye a que haya buena cosecha.
“Peleo porque mis abuelos me enseñaron la costumbre de la lluvia y me dicen que para que llueva bien y halla buena cosecha tiene que haber pelea y sangre, como sacrificio que le damos a la tierra para que llueva”, comenta Juana.
En náhuatl, la tradición es llamada Atzahtziliztle o atlzatzilistle, el equivalente a la petición de lluvia. “Acción de llamar al agua, donde Atl es agua y tsahtsi, llamar”, describe el economista guerrerense Elía Gómez Avendaño en el artículo El mito de petición de lluvias de Zitlala. Las peleas son el sacrificio y ofrenda de sangre por los golpes que se dan con puños y guantes con mascaras de jaguar, de cuero de res y alambres de fierro.
Las peleas se realizan en el cerro conocido con el nombre de “Cruzco”. Para llegar, al lugar sagrado hay que caminar aproximadamente tres horas. Las peleas son el 2 de mayo, día que realizan la ceremonia.
En el recorrido del pueblo al cerro, hay 12 cruces en las que van prendiendo velas como muestra de agradecimiento, al llegar a la cima donde se encuentra el lugar sagrado, adornan con flores de cempaxúchitl, collares de flores, incienso de copal, sacrifican pollos y guajolotes como muestra de ofrenda para la santa cruz.
En Acatlán la violencia ha dejado varios desaparecidos y asesinados señalan los pobladores que no tienen un cálculo exacto. Esta comunidad de unos 5 mil habitantes no ha quedado al margen. También hay zozobra por lo que viven en Chilapa, y por el incremento de la violencia, que organizaciones defensoras de derechos humanos atribuyen a grupos que trafican drogas y a la impunidad de las autoridades.
“Las mujeres no nos sentimos excluidas del ritual”, dice Juana.
Los tiempos han cambiado en más de un sentido: cada año más mujeres se animan a participar en las peleas de jaguar, porque, según opina Juana, se dan cuenta que tanto hombres como mujeres son importantes para solicitar abundancia.
En lo que va del 2019, suman 28 homicidios en el municipio de Chilapa, de esta cifra cuatro son mujeres.
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