No hay vacuna chafa contra covid-19, pero tampoco hay vacuna perfecta. Ninguna logra evitar al 100% que las personas se infecten. Plantear categorías de mejor y peor entre las vacunas contra covid-19 es inútil. Y decidir no vacunarse hasta tener una que sí funcione o funcione mejor puede ser contraproducente, al permitir que el virus siga circulando e infectando a más personas
Twitter: @lolacometa
En muchos espacios de la vida, estamos acostumbrados a decidir con base en calificaciones y rankings. En nuestra búsqueda por el mejor producto o servicio, establecemos criterios que nos permiten saber la calidad de las opciones y compararlas para tomar la mejor decisión.
Pero lo que funciona medianamente bien para decidir qué comprar resulta inútil para decidir sobre las vacunas contra covid-19. En este ámbito, es fácil caer en la falacia de que hay vacunas mucho mejores que otras, que están las que funcionan y las que no; las chidas y las chafas. La evidencia, sin embargo, muestra que no es así.
Vamos por partes. Es cierto que algunas vacunas podrían parecer mejores por mostrar un mayor porcentaje de eficacia en los ensayos clínicos. Pero eso no es suficiente para saber si una es indiscutiblemente mejor que otra, ni tampoco para satanizar alguna de ser de mala calidad.
Primero, porque los porcentajes de eficacia cambian dependiendo de las condiciones y los objetivos de cada ensayo clínico. Cada uno puede evaluar cosas distintas sobre las vacunas: ¿Previene la infección, la enfermedad sintomática o asintomática? ¿Previene la enfermedad severa, la hospitalización o la muerte? ¿Incluye a personas con una dosis o régimen completo? ¿Analiza una variante o varias? Por lo tanto, es normal y esperable que una misma vacuna muestre un porcentaje de eficacia en un ensayo y uno distinto, en otro.
Por ejemplo, según los datos de ensayos clínicos recabados por el Instituto de Métricas y Evaluación en Salud, de la Universidad de Washington, en Seattle, un ensayo en Turquía reportó 100% de la vacuna CoronaVac para prevenir enfermedad severa, y otro ensayo hecho en Chile mostró 87.5%. Un ensayo en el Reino Unido que midió la eficacia de AstraZeneca para prevenir enfermedad sintomática reportó 78%, mientras que otro en Sudáfrica reveló 21.9%. Con tanta diversidad y complejidad en los datos, ¿alguien podría asegurar que hay vacunas mejores que otras?
Segundo: los porcentajes de eficacia cambian conforme aparecen nuevas variantes. Ninguna vacuna funciona igual para las nuevas variantes que para las primeras que llegaron a nuestros países, y es muy probable que la eficacia de todas disminuya si aparecen variantes como la Delta que parece ser más resistente a la neutralización de anticuerpos producidos por las vacunas.
Podemos tomar como ejemplo la vacuna Pfizer/BioNTech, vista por muchos como una de las mejores. Si bien ha mostrado, según reportes de abril de la misma farmacéutica, un porcentaje de eficacia de 91.3% para prevenir la infección y de 95.3%-100% para prevenir enfermedad severa, en algunos países donde la variante Delta ya es dominante estos porcentajes cambian abruptamente.
Un reporte del Ministerio de Salud de Israel reveló que la vacuna Pfizer resultó 90% efectiva para prevenir enfermedad severa entre su población a inicios de 2021, pero que ese porcentaje bajó a 39% a finales de junio. Esto no quiere decir que no funcione contra la nueva variante, sino simplemente que no tiene el mismo nivel de eficacia. De ahí que ya se evalúe la posibilidad de aplicar una o más dosis de refuerzo (para Pfizer y para todas las demás).
Tercero: no hay pruebas para pensar que alguna vacuna provoca más efectos secundarios que otras. Para todas se han reportado efectos secundarios similares y clásicos de la vacunación: dolor de cabeza y de articulaciones, náuseas, cansancio, etcétera. Para todas, y dependiendo de las características de las personas, podría haber algún efecto adverso de mayor importancia, como la posibilidad de trombosis a causa de la vacuna AstraZeneca o de inflamación del corazón por la vacuna Pfizer. Sin embargo, esta posibilidad es mínima comparada con la de infectarse y enfermar de gravedad por no estar vacunados.
Hay que ser claros: no hay vacuna chafa contra covid-19, pero tampoco hay vacuna perfecta. Ninguna logra evitar al 100% que las personas se infecten. De hecho, ha habido personas vacunadas que se infectaron independientemente de la marca de la vacuna que recibieron.
Por eso, plantear categorías de mejor y peor entre las vacunas contra covid-19 es inútil. Y decidir no vacunarse hasta tener una que sí funcione o funcione mejor puede ser contraproducente, al permitir que el virus siga circulando e infectando a más personas.
A pesar de estar hechas con distintas tecnologías, todas las vacunas han mostrado que pueden reducir la posibilidad de infección y, sobre todo, todas han disminuido el número de hospitalizaciones y muertes por covid-19. Muy probablemente todas necesitarán dosis de refuerzo y todas tendrán que modificarse conforme aparezcan nuevas variantes de este coronavirus. Todas.
Sí, todos queremos la mejor vacuna, pero es complejo definir cuál es, porque los porcentajes de eficacia pueden cambiar entre un ensayo a otro, entre un país y otro, entre un mes y otro, contra una variante y otra, para una persona y otra.
Las mejores vacunas son las que impiden que más gente muera por covid-19 y, por fortuna, esas son justamente las que tenemos.
Periodista de ciencia. Es comunicadora de la ciencia en el Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, cofundadora y expresidenta de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Escribe para SciDev.Net, Salud con Lupa , Fundación Gabo, entre otros. Estudió Periodismo en la UNAM y tiene estudios de posgrado en periodismo por la universidad española Rey Juan Carlos y el Instituto Indio de Comunicación de Masas, en Nueva Delhi.
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